Ueno

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(...) Distrito Residencial / Ueno / Yakuso

Llegamos al edificio a horas del mediodía, el complejo de apartamentos estaba en una zona relativamente pobre del país, abandonada por los cuerpos policiales ya que en ese momento no favorecía al turismo, aunque después de las dos pandemias causadas por el covid-19 muy pocas personas continuaban viajando alrededor del globo. Llegamos a la puerta y fuimos recibidos por un amable sujeto.

—Esperen un momento —Detuvo brevemente activando un escáner —Dejen sus armas o cosas metálicas en al auto —Ordenó con precisión.

—¡Oye idiota tienes idea de con quien...! —La exclamación de Kato fue frenada por mí.

—Por supuesto —Sonreí con amabilidad, le entregamos todo a nuestro armero —Quédate en el coche, llámanos si Alphonse te advierte de algo —Ordené guiñándole el ojo, viendo como este aceptaba de manera afirmativa.

—Perfecto, están limpios, el jefe Mashirito los espera en el último piso —Confirmó el varón abriéndonos el ascensor de carga, donde un tipo corpulento nos esperaba.

Subimos silenciosamente por la propiedad, lo único que se escuchaba era el crujir de la construcción, estaba abandonada y los que la poblaban eran únicamente ratas del bajo mundo, dispuesto a matar a quien fuera con tal de conseguir unas cuantas monedas, la salida se abrió y caminamos por el desgastado pasillo, contemplando a puertas abiertas los apartamentos llenos de muchachos cansados, arreglando armas o teniendo relaciones con damas de compañía, en la vivienda más grande estaba el sujeto, comiéndose un pasticho y viendo el futbol.

—¡Eso! ¡Corre hijo de perra! —Carcajeaba emocionado, viendo como el deportista iba con el balón —¡Eso es vamos! —Gritó cuando este pateo a la portería —¡Siu! ¡Siu! —Declaró riéndose, siendo felicitado por otros tres muchachos.

—¡Señor! —Llamo el escolta que vigilaba su puerta al ver que nos aproximábamos.

—¿Qué pasa Jujiro? El Bicho me acaba de hacer ganar como tres mil grandes —Celebraba con fervor —Oh, claro haz que pasen, son mis invitados —Permitió el tipo alegrándose todavía mas.

Nos trasladó a una especie de oficina, le costó bastante arreglar el desastre en el que vivían era como una especie de decadencia futurista, tenía tecnología muy buena, pero la infraestructura era horrible, no parecía que contaran con calefacción, así que era obvio lo que estas personas buscaban, la oportunidad de trabajar para alguien mejor.

—Perdonen el desorden, les hice venir porque la opción que me dan es muy buena, le prometo que no le defraudaremos señor Yakuso —Indicó dándole la mano a Mako.

—Me alagas amigo, pero en realidad es él —Me apuntó con vergüenza.

—Tu... —Su sorpresa era imposible de disimular, no esperaba que fuera tan joven.

—Descuide, no vengo aquí a pelear contigo, vine porque en teoría tiene información que me interesa —Afirmé saltándome las formalidades, reposando en el sofá.

—Soy consciente de lo que ha hecho con los que lo ayudaron, quiero que entienda que no nos gusta esta vida, todo el tema de la delincuencia, las sustancias y la muerte, no tenemos más opciones, el gobierno nos abandona —Aseguró con un tono sínico, como si pudiera echarle la culpa de lo que ocurre a otros.

—Yo vi algunos que se lo estaban pasando muy bien —Argumentó Kosuke de forma imprudente, ganándose una mirada inquisidora de Hirano, aunque no estaba mintiendo.

—Son muchachos, algunos incluso hijos míos, es muy duro afrontar esta realidad, lo único que nos queda es trabajarle a alguien como Raiko —Mencionó finalmente el título que necesitaba.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora