Espada de Damocles

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(...) Nagasaki / Valeria

—¡Yakuso! —Grité eufórica, corriendo al exterior con emoción.

Todos me siguieron a través de ese terreno que otrora fue hermoso y ahora estaba carbonizado, su figura entre el humo resaltaba por su belleza, me aproxime y lo abrace fuertemente, el olor era asfixiante, por lo que de inmediato caminamos hasta la pista de aterrizaje, desde allí lo pude ver mejor, la casa estaba abierta por la mitad y todavía exhalaba fuego, los cadáveres de quienes intentaron salvarse rodeaban la propiedad, podía sentir en el aura de mi esposo su incontenible furia. 

—Voy a destruirlo, juro que pagara por todo lo que ha hecho —Prometió con mucha ira. Lo abrazaba tratando de consolarlo, ni siquiera se había podido recuperar de la misión y ya tenía que ocuparse de tantas cosas, su carga era algo con lo que solo él podía aguantar —¿Alphonse has podido averiguar algo? —Cuestionó este al varón. 

—Negativo Mein Fhurer, me apena decir que no estábamos preparados contra un ataque electromagnético de esta magnitud, jamás espere que Renko tuviera acceso a armas de semejante calibre —Indicó el caballero sumamente consternado por las escenas y el aire chamuscado. 

—Comprendo, no puedo discutir nada respecto a eso, yo también lo subestime, pensé que a estas alturas sería un sopla nucas al que nadie le importaría su opinión —Musitó mi marido con un tono reflexivo —Debemos dirigirnos cuanto antes a la sede de gobierno, Jinmei tiene que ayudarnos con esta situación —Entendió brevemente preparándose para subirse en el avión.

—No lo considero algo prudente jefe, ya envié personal en bicicleta para que los trajeran —Conversó este en respuesta a mi amado. 

—¿Y crees que lo lograron? —Dudó Hirano con un tono agresivo.

—Pues parece que si —Contestó Kato con una sonrisa ladina.

Un convoy atravesaba la jungla, estaba formado por todo tipo de vehículos, camionetas, coches, limusinas, vagonetas y demás, la cantidad de personas era alta, como si quisieran dar un mensaje mucho mayor al simple hecho de ayudarnos, sonreí en cuanto vi que se acercaban, era un alivio contar con el apoyo de tantas personas, después de todo mi esposo ya no estaba luchando solo. Del más lujoso se bajó el economista rodeado de escoltas y un poco más atrás aparecieron los camiones de bomberos, quienes con sus potentes mangueras pensaban apagar el incendio cuanto antes.

—¿Qué es todo esto? ¿No sabes el significado de discreto? —Cuestiono Kuso un tanto molesto.

—¿Y perder la oportunidad de hundir la reputación de los gobernantes? Es obvio que ellos planificaron esto, el descontento social será mayor si se hace un reportaje exhaustivo —Declaró nuestro asesor financiero, apuntando a la joven agente de la televisión, cuyos comentarios ácidos irritarían a los ciudadanos.

—Bueno, eso es indiscutible —Carcajeó Kosuke pensando en el asunto.

—¿Cómo ocurrió esto? —Consultó Kyura obstinado.

—Los aeródromos no lanzan advertencias contra naves gubernamentales, pero los videos quedaron, intentaron comprar mi silencio hace unos días y ayer en la noche me dieron una oferta todavía más jugosa, debí decírtelo, es solo que no quería que dudaras de mi lealtad —Admitió el señor avergonzado, tosiendo un poco.

—Si debiste Jinmei, solo que ahora ya no importa, perdimos la base y con eso nuestros puntos de información —Suspiró visiblemente iracundo.

—Yo creo que Alphonse ya está buscando recuperar el control —Apunté con una sonrisa, aprovechando los sistemas de un camión perteneciente a los canales de noticia.

—La capacidad de computo es bastante buena, intentare brindar mayor información a los medios —Habló este con alegría, esas horas sin contacto con la tecnología casi lo hacen enloquecer.

—Los trasladaremos a la sede principal de la prefectura de Nagasaki, serán refugiados políticos, de esa forma nos evitamos preguntas sin sentido, el alemán tendrá que reinstalar sus servidores allí, esto ya no es recuperable —Indicó el político con un tono triste.

Pude ver en los ojos de Yakuso como la impotencia ardía en sus pupilas, seguramente tendría miles de recuerdos hermosos en esas paredes, yo misma los compartí durante casi dos año, el estado de la misma era nefasto, una carcasa calcinada de donde ya no se podía sacar ningún provecho, fruto del odio desmedido hacia nosotros, de las ansias de conseguir la victoria a toda costa.

—¿Estas bien? —Dudé tomándolo de la mano.

—Solo es una casa —Susurró devolviéndome la mirada, forzándose a sonreír para no mostrar sus emociones melancólicas.

—¿Qué haremos ahora jefe? —Cuestiono Kato agrupándose junto a nosotros.

—Llegaremos a la casa de gobierno, contemplaremos las opciones que tenemos y buscaremos a Renko hasta debajo de las piedras, debemos matarlo antes de que haga otra locura, ya nos demostró que usara cualquier cosa con tal de salvar su miserable pellejo —Explicó mi castaño con preocupación en sus ojos.

—De acuerdo, me quedare aquí otro rato ayudando a la prensa —Comentó el rubio.

—Lo que me recuerda —Puntualizó el economista pidiéndole a uno de sus hombres que sacara unas bolsas —Tengan, para que podamos estar en contacto de nuevo —Expresó de forma cordial, entregándonos a Alphonse y a mí, dos hermosos celulares ya programados.

—Nada mal anciano —Agradeció el científico programándolo nuevamente con sus grandes conocimientos.

Subimos a uno de los coches y nos retiramos del área, finalmente quedaba atrás esa horrenda pesadilla. Hirano llevaba el asiento del conductor, Kato el copiloto, Kosuke iba en otro coche con Jinmei, mientras que mi marido y yo reposábamos en los asientos traseros el a la derecha y mi persona en el medio. Poco a poco mi respiración se calmaba, las grandes avenidas de Nagasaki nos abrían las puertas a la modernización y el olor a muerte, destrucción y fuego quedaba cada vez más atrás. Los magníficos y altos edificios se alzaban en todas direcciones, también note como las personas se paraban a mirar los coches, en su mayoría para intentar descifrar que era lo que había ocurrido, no obstante, yo ignore todo eso y me centre en lo que para mí era más importante.

—Te extrañé muchísimo —Le dije a mi amado acercándome para besarlo.

—También yo, creí que por fin terminaría con esto, pero todavía se me resiste —Protesto este con rabia.

—Ya lo conseguirás, mientras tanto deberías besarme un poco —Ofrecí con cariño, uniendo mis labios con los suyos. En un deleite que me encantaba, hubiese adorado que esa fuera nuestra eternidad.

Solo que... Cuando me separé de él sentí algo raro, primero un estruendo que destruyo el vidrio, lógicamente asumí que era un disparo, por lo que volteé en varias direcciones, comprobando que estuviésemos bien, todo parecía en orden... Entonces ¿Qué es esta presión que siento? Se convierte rápidamente en un punzante dolor, escucho la voz de mi esposo a lo lejos, distante, cuando me toco el abdomen y visualizo mi mano, estoy sangrando, chorrea en gran cantidad estropeando mi atuendo, todo se pone negro, no puedo decir nada, no quiero, no así, no ahora... Tristemente, eso parece que no importa, la fuerza abandona mi ser y ni siquiera soy capaz de despedirme, veo una luz, no quiero seguirla, de ese lado no está mi amado... Kuso... No debimos volver de aquella mágica luna de miel.          

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora