(...) Asia / Avión Privado / Valeria
El viaje había durado una cantidad increíblemente extensa de tiempo, según las propias palabras de Yakuso "No podíamos tomar las rutas convencionales" había perdido completamente la noción del tiempo desde que me subí en ese coche, el único que se acordaba cuanto tiempo llevábamos de viaje era mi estómago, el cual rugía incesantemente.
Desde Cuba salimos por una pista privada, los tipos trajeados y armados abundaban, él no me dirigió la palabra en ningún momento, estaba demasiado ocupado al teléfono, conversaba sobre los sitios donde haríamos escalas, jamás viaje fuera de la isla y ahora estaba recorriendo todo el mundo, mi primer momento en la aeronave fue desagradable, me dio vértigo enseguida y vomite, pase un tramo desmayada, hasta que desperté nuevamente.
Según él, ahora estábamos a pocas horas de llegar a nuestro destino... Lejos de saber algo de ese sitio lo único que conozco son lo que las personas dicen, lo que, en mi experiencia, significa que no se nada realmente, solo rumores racistas "Son muy listos" "Sufrieron mucho en la segunda guerra mundial" "Son fríos y raros" Hasta ahora, ni Kuso, ni tampoco sus hombres se parecían en lo absoluto a esas descripciones y el único cercano, Joshua, se había quedado en la isla, se ve que su relación con mi salvador fue solo temporal como traductor.
Hirano era demasiado serio, no había manera de descifrar lo que se escondía en sus ojos y Mako era viejo, me veía todo el tiempo como si fuera un error o un inconveniente, tanto fue así que Yakuso le pidió que se largara, el sí que conocía a sus hombres, el resto eran demasiado discretos y distantes como para entenderlos, lo que me preocupaba aún más.
—Tienes que comer Valeria... Se pondrá frio y creo que hace más de doce horas que no te llevas nada a la boca —Habló el castaño degustando un trozo de carne.
—Oh... —Reaccioné embobada, mis recuerdos se habían confundido, cuando el olor llego a mí me sentí mal, casi podía sentir el hedor de los cuerpos putrefactos.
Me lleve una mano a la boca con asco, sentí una mano suave sobre mi hombro, cuando gire la cabeza note que el cocinero me ofrecía un trago de agua, lo acepte casi por instinto, se veía apenado, incluso estando en una cabina teníamos una elegante mesa empotrada, muebles de cuero confortables y paredes decoradas con colores borgoña y beige.
—¿Le pusiste algo diferente a lo de ella Matsumoto? —Dudó preocupado Kyura.
—No señor, la señorita no está acostumbrada a volar —Expresó el chef con elegancia, viendo como me terminaba el líquido —Degústelo con calma, le prometo que no le caerá mal —Hizo una reverencia con amabilidad antes de marcharse, otro asiático que distaba de la descripción recibida por mis camaradas, este tenía rasgos gringos y un cabello rubio.
—Cómo puedes hacerlo... Comer tan tranquilamente después de matar a esos tipos —El solo rememorarlo me causaba arcadas.
—... —Mi pregunta lo hizo guardar silencio un momento —¿Qué quieres que te diga? ¿Qué para mi es difícil sobre llevarlo? ¿Qué no puedo dormir por las noches? —Cuestionó de regreso mientras daba otros bocados al filete, uno al puré de papa y lo pasaba todo con un poco de vino —Pues no, me da absolutamente igual la vida de esos y solo para que lo sepas, esa era una escena limpia, las he visto mucho peores —Finiquitó sin dejar de verme.
Trague grueso con esa afirmación, me encontraba a cientos de millas o leguas de mi lugar de origen a merced de lo que seguramente era un carnicero, pero lo raro, es que ese comentario no me causo terror, más bien... Fue pena, el no sentía ningún tipo de remordimiento o importancia por la vida de las personas a las cuales asesinaba.
—Mucha gente dice que los hijos sacan lo mejor de sus padres, pero eso es uno de los tantos pilares que destruyen nuestra sociedad, usualmente no es el caso, más bien heredamos los defectos, en mi caso, mi mamá era excelente en las cuentas, lo cual no es mi fuerte y mi papá era fantástico lastimando a la gente —Reflexionó con tristeza —Yo, sin embargo, soy bueno en algo completamente distinto ¿Qué crees que sea? —Me interrogó con cierta fascinación.
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El Soberano Yakuza
RomansaCuando dos personas que no tienen nada que perder se unen, nada bueno puede salir de esa mezcla, Valeria era una bailarína de un casino de la Habana, salió como cualquier otra noche a dar un espectáculo hermoso, sin quererlo, llamo la atención de un...