Susukino

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(...) Sapporo / Distrito Dinámico Nocturno / Yakuso  

Cuando escuche la noticia de que tendría a mi enemigo en bandeja de plata fui atraído rápidamente, era el llamado de la cacería, odiaba separarme de mi amada, pero esta sería la última vez, pondría punto y final a esta rivalidad de una vez por todas. Ese era el pensamiento que tenía mientras nos movíamos en el vehículo a través de Susukino, una de las zonas más atractivas para los turistas de todo Japón y un tapadero antiquísimo para los negocios ilícitos.

Arquitectura asiática moderna en su máxima expresión, edificios comerciales colocados seguidamente los unos a los otros, repletos de vallas publicitarias en colores incandescentes, cubiertos por luces de neón y la insoldable noche, calles extremadamente amplias repletas de coches y personas a cada lado, sin espacio para que un alma caminara en solitario, una marea consciente atrapada casi siempre en sus dispositivos móviles o en la emoción de la aventura, esto último cuando se trataba de viajeros. El punto al que nos dirigíamos era el bar Dionisio y Afrodita, un deleite para la comunidad Lgbt, cuyas fiestas desenfrenadas animaban a los más perversos a pasearse por sus salones de temática griega. 

// —¿Cuánto nos falta? —Consulté con impaciencia a Alphonse. 

—Están a unas calles, releje señor, todo será igual que con objetivos anteriores, mantenga la cabeza fría por favor —Ordenó el alemán, pero mi corazón iba a mil por hora. 

—Copiado —Acepté a regañadientes. 

—Finalmente ¿Qué harán cuando esto termine? —Cuestionó Kosuke reclinándose del asiento.

—Iré de visita con mi familia en Okinawa —Admitió Hirano con una leve sonrisa.

—Montare un club nudista en Nagasaki —Carcajeó Kato con emoción —¿Y tú muchacho? —Devolvió la pregunta al emisor de la misma.

—Me quedare en marruecos, comprare una casa grande, daré asilo a los inmigrantes que están de paso y puede que entre ellas consiga el amor —Sonrió el joven con grandes expectativas —¿Qué tiene en la mente jefe? —Interrogó despertándome de mi concentración.

—No me gusta hacer planes hasta no tener seguridad, disculpen mi antipatía, es solo que... —Mi cabeza estaba enfocada netamente en el asesinato de Renko, todo lo demás había perdido valor alguno.

—Descuide, estamos con usted —Prometió mi asesor de armas con un semblante convencido.

—Lo sé, gracias caballeros —Agradecí suspirando profundamente, revisando el armamento con el que contaba y validando que todo estuviese bien. 

Era muy sencillo, él estaba entre esas personas, seguramente en un cuarto privado, saciando sus gustos carnales, sus escoltas serian pocos, los liquidaríamos con armas blancas para que se tardaran en darse cuenta de su fallecimiento, ingresaríamos, terminaríamos con la vida del objetivo y saldríamos junto al caos causado, con las cámaras intervenidas por Alphonse, después de esos edificios, buques en llamas e instalaciones subterráneas, esto era un paseo por el parque. 

Un letrero vulgar de dos dioses intercambiando una manzana y ambrosia casi desnudos nos recibió de forma voluminosa en una calle apartada del gran bulevar central, estacionamos un poco más lejos y comprobamos la indumentaria, chaleco antibalas, dos pistolas y dos granadas, una de humo y otra eléctrica. Eso sería más que suficiente, caminamos tranquilamente por la acera y nos topamos con el guardia de la entrada, quien tras revisar las identificaciones falsas que traíamos nos permitió el acceso. Tenían un equipo para revisar que no portáramos nada dañino, pero esta ya había sido hackeado por mi asesor científico, por tanto, en ningún momento resonó. 

La música estaba en un volumen muy alto, nos dispersamos por los alrededores, había tarimas pequeñas cada tantos metros, con strippers mujeres, hombres y transgéneros, bolas de luces de colores arcoíris que rodeaban a todos, una barra larga donde se servían licores y mesas donde las personas gozaban serenamente. Yo opté por el alargado bar, sentándome tranquilamente en un taburete, pedí un coñac al mesero y enseguida fui abordado. 

—Hola lindo... Nunca te había visto por aquí ¿Eres nuevo? ¿O es la primera vez que te atreves? —Cuestionó una mujer de grandes senos y cabello largo de color negro, estaba muy bien maquillada, solo por un pequeño detalle, tenía una prominente manzana de adán y su voz seguía siendo un poco gruesa, incluso entre la bulla pude notarlo. 

—Un poco de ambas —Respondí con una risa fingida —¿Tu siempre vienes aquí? —Pregunté dándole un trago largo a mi bebida, fijándome en la posición de mis hombres, Kosuke y Kato en la pista de baile, danzando, Hirano en una mesa con un grupo de jóvenes que le interrogaban.

—Adoro este sitio, la primera vez que vine no estaba muy segura, pero ya después me di cuenta de que este es el paraíso —Era una perspectiva interesante, aunque ahora mismo eso lo encontraba en los brazos de mi amada Valeria —¿Quieres bailar? Nunca vi a un chico tan guapo como tú —Ofreció esta adulándome. 

—Me alagas cariño, pero estoy felizmente casado —Comunique mostrándole mi sortija. 

—¡O mierda! No me fije, bueno, puede ser solo como amigos ¿Qué dices? —Sugirió un tanto apenada. 

—Podría ser seducido por tus encantos, mejor no arriesgarme, oye ves al que está allí —Apunte a la pista de baile, donde Kosuke daba una demostración patética de danza —Es algo tímido, quiere experimentar en privado con unos varones fuertes ¿Hay algún sitio como ese aquí? —Dudé intercambiando miradas rápidas con mis esbirros. 

—Bueno, lo mejor siempre para primerizos es algo más romántico, pero si desea algo discreto, tras ese sofá hay un camino secreto, se ve que tienen un invitado de honor y por eso lo ocultaron, pero seguro son comprensibles y les dan un espacio —Contó esta con una sonrisa.

—Gracias cariño —Agradecí dándole un beso en la mano que la hizo suspirar, colocándome de pie y dando una señal a mis muchachos.

Claro que la ubicación ya la teníamos en el celular, Alphonse la consiguió desde el principio, pero el acceso era lo que buscábamos, la cantidad de escoltas estaba muy limitada y eso me hacía creer que Renko estaba cometiendo la imprudencia de su vida, nos aproximamos hasta el punto dado y dimos una serie de golpes repetidos. Un sujeto abrió la misma, no podíamos esperar a saber quién era exactamente así que desenfunde mi pistola silenciada y le dispare en la cabeza, avanzamos implacables por el pasillo, quitándole la vida a cada sujeto armado que vimos, eso me recordó una frase antigua que mentaba "Quien porta un arma está listo para morir usándola"

Tras dejar una estela de cadáveres por los rincones y con la esperanza de que la música, las bebidas y el eros evitara que estos fueran encontrados de inmediato, finalmente llegamos al destino marcado en el radar. Abrimos la puerta de una patada y un cumulo de personas enrolladas a través de un cuerpo nos dieron la bienvenida.

—¡Todo el mundo fuera! —Grité prendiendo la luz, causando que los jóvenes salieran corriendo, dejando solo a un anciano rojo y en un alto estado narcótico —¿¡Quien mierda eres tú!? —Reclamé al ver su rostro, no era Renko.

—¡Por favor! ¡Vuelvan! —Suplicó sin entender lo que pasaba —Hmmm tú te vez fuerte —Indicó tomando por la pierna a Hirano, quien lo pateo para que se alejara.

// —¡Alphonse! ¿Qué mierda pasa aquí? Él no está aquí —Cuestioné a mi asesor científico.

—No tiene sentido Mein Fhurer, las cámaras hicieron una captación fácil y su teléfono está en ese sitio —Dijo el alemán sin entender nada de lo ocurrido.

—Jefe... —Comentó Kato al revisar un bolso, en el interior había una cara falsa y el móvil de mi enemigo —Nos tendieron una trampa —Declaró este con un tono nervioso, escuchando una serie de pasos que se dirigían hacia nosotros. 

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora