Sin Descanso

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(...) Isla de Okinawa / Unas Semanas más tarde / Valeria

La vida en aquella isla era bastante tranquila, los hombres salían, capturaban y vendían pescado, las chicas nos quedábamos en la casa arreglándola y limpiándola, era un sistema anticuado, pero no por ello me molestaba en absoluto, honestamente trabajar con mariscos seguro que era desagradable, además, tener a Kuso siempre conmigo era un privilegio que no podía disfrutar hasta ahora.

Fue maravilloso ver como poco a poco sus fuerzas fueron regresando, fortaleciéndose día con día, me sentía extremadamente feliz cada vez que recuperaba la movilidad en sus músculos. Cuando me quise dar cuenta ya estaba en plena forma, la vivienda era un sitio cuidadosamente bien pensado, por lo que no nos atrevimos a tener ningún tipo de intimidad, respetaríamos a la familia de Hirano hasta el final, no obstante, el saber que mi amado ya se encontraba en mejor estado tenía su parte positiva y negativa, la segunda era sencilla, solo restaba cuestión de tiempo para que volviera otra vez a las misiones.

Por motivo de su pronta recuperación decidimos hacer una parrilla a las orillas de la playa, el olor de la carne rostizada, el pollo y los chorizos era sin duda una maravilla, nuestros anfitriones no acostumbraban a darse ese tipo de festines, por lo que se veían ansiosos de probar algo nuevo. Yo por mi parte hice una deliciosa ensalada para acompañar, esto era algo tradicional en la abundancia latina y sin duda mi amado estaba bañado en esas costumbres.

—¡Kuso! ¡Vamos a servir! —Llame viendo como este dejaba su bebida en una mesa que llevamos hasta allí y venia corriendo a saludarme.

—Huele de maravilla —Celebró pinchando los jugosos solomos y la apetitosa pechuga —Te ves hermosa mi perla —Alegó este con una sonrisa sincera, sonrojándome un poco.

—Gracias... Creo que me queda algo pequeño, he engordado un poco —Mencioné viendo las lonjas que se formaban en los alrededores de mi abdomen.

—No sé de qué hablas... Esto es pura carne de la buena —Garantizó apretando mis cauchos, levantándome por los aires.

—¡Bájame! —Ordene asustada, viendo como todos se reían ante la divertida escena —¡Eres un inmaduro! —Regañe ya en el suelo, sumamente avergonzada.

—Tú me perteneces Valeria, así que no protestes tanto —Carcajeó este con un tono posesivo, el cual era mi debilidad.

—Ya lo sé, pero no por eso puedes hacer lo que se te venga en gana —Argumenté con enojo.

—Oigan, si no van a dejar sus conflictos maritales déjenme servir a mí, tengo hambre —Comentó Kosuke haciéndonos reír profundamente.

Okinawa era hermosa por la tarde, la belleza de su extensión magnifica y la costa resplandecía de forma brillante como si la playa estuviera cubierta de zafiros, todo gracias a la increíble puesta de sol. Degustamos el asado con gratitud, quedo en el punto, aunque quizás la carne estaba demasiado cruda para mi gusto, pese a que suene mal, mi favorito fue el chorizo.

—Grande y grueso, justo como me gustan —Alegué causando que todos se rieran de mi comentario, excepto los anfitriones quienes no terminaron de entender la analogía.

Antes de irnos incite a mi amado a que me siguiera al interior de las aguas, alejándonos de todos, la costa estaba tranquila y la marea apacible, nuestros dedos jugaban con la arena, nos abrazamos conforme el agua cubría casi la totalidad del cuerpo y entonces nos besamos profundamente, mientras las lenguas jugaban contentas en la boca del otro.

—Este tiempo juntos me ha encantado mi amor —Comenté perdida en sus hermosos ojos.

—Digo lo mismo, muchísimas gracias por ayudarme en mi recuperación —Dijo Yakuso acariciando mi frente.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora