Promesas Dobles

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(...) Prefectura de Hyogo / Casa del Objetivo / Yakuso

Mentiría si dijera que alguna vez vi a una persona adinerada con menor seguridad, básicamente todos los sistemas eran fácilmente alterables, tanto de forma externa como interna. Con la preparación que hicimos el día anterior llegar fue pan comido, no había civiles, en los casos anteriores hubiese sido sencillamente imposible atacarles en sus hogares, pues estos estaban cubiertos por cualquier flanco, pero en este caso era todo lo contrario.

Sus hijos fueron los primeros en salir, felices se iban a la escuela sin tener ni idea de lo que ocurriría, poco después salió su esposa, se veía rozagante y agitada, claramente tuvo una movida acción mañanera, su marido los despidió a los dos con alegría saludo al resto del personal e ingreso tranquilamente en la propiedad, los jardineros cortaban, las amas de casa limpiaban, el aura pacifica estaba a punto de ser cortada de raíz.

//—Muy bien caballeros, pueden proceder —Indicó Alphonse con un tono tranquilo.

—Recibido, comenzamos el avance —Confirmé dándole una señal a mi pelotón para continuar. //

Con el apoyo de los dardos tranquilizantes fuimos neutralizando a los civiles uno por uno, lejos del daño por la caída, seria algo de lo que se recuperarían muy pronto. Nos adentramos en los jardines con tranquilidad, era un ambiente apacible y maravilloso, nos agradaba que no tuviésemos enfrentamientos, contaminarlos con sangre hubiese sido sin lugar a dudas un terrible pecado.

Abrimos la puerta principal con desconfianza, poniendo a dormir a las encargadas de la limpieza, ascendimos al segundo piso sin perder mas tiempo, cuidando cada cuarto, cada esquina y cualquier minúsculo recoveco. Al final del interminable pasillo estaba su oficina, donde comprobé con Alphonse su presencia, dejé a mis escoltas afuera y entre empuñando mi revolver con las intenciones sumamente claras.

—¡No se mueva! —Grité para imponerme, encañonándolo de forma directa.

—Así que finalmente has venido... —Musitó este cerrando su laptop y dando un suspiro largo —He de suponer que eres Yakuso Kyura —Conversó tragando grueso.

—... Pues no te pareces al hombre que venia a liquidar, pero estoy totalmente convencido de que eres Hiroshi, uno de los once sujetos que irrumpieron en la casa de mi padre y rompieron su promesa —Conté sintiéndome profundamente extrañado, ante la actitud serena y sencilla de ese tipo.

—No te equivocas hijo, ese soy yo y estaba claro en que el día llegaría, mas bien creo que Dios fue muy bueno conmigo, me dio muchísimo mas tiempo del que merecía —Comunicó el oficial sirviéndose un poco de sake, tomándoselo todo de un trago largo y amargo.

—Es usted alguien raro anciano ¿Estaba alli sin saber lo que harían? —Dudé al conocer de primer mano a mi oponente.

—Quisiera decir que si, pero seria una mentira muy hipócrita de mi parte, Renko fue muy claro con nosotros, quería evitar cualquier tipo de malentendido que surgiera por el camino. Si alguno de los otros te dice lo contrario, no les creas muchacho —Explicó este tomando otro trago, tenia ansiedad y miedo, eso estaba muy claro.

—¿Por qué entonces? ¿Por qué lo hizo? —Cuestioné sumamente enojado, delante de mi se presentaba un hombre bueno, dificultando la acción que venia a realizar.

—Necesidad, mi hijo menor estaba enfermo, su cirugía esta catalogada como algo opcional, como si un defecto en la medula que te impide caminar y que puede ser arreglado no fuera algo importante, ningún seguro accedería a pagarlo, sin importar el cargo que tuviese... Entonces él apareció —Comunicó refiriéndose a Fujimori —Prometió un buen pago y el seguro de estar bajo el consentimiento del gobierno japonés, acepte sintiéndome contento, hasta que nos conto lo que haríamos realmente —Habló con una profunda vergüenza en su persona.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora