La Noche Soñada

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(...) Trafalgar St James / Valeria

Después de despedir cordialmente a nuestros invitados corrimos por el lugar con ansias y sonrisas, embelesados por la belleza del otro. Subimos el ascensor para llegar cuanto antes a nuestra habitación, era la consagración el amor que nos teníamos, de las promesas que nos hicimos, creo que la humanidad se equivoco muchísimo en tratar de llegar castos al matrimonio, el sexo es un acto de índole carnal demasiado privado y complejo como para ser realizado por dos inexpertos, el primero seria sin duda algo doloroso y fatal, además ¿Y si uno de los dos no es bueno en la cama? Enamorarte durante años de una persona para que al final te decepcione, que injusticia. 

Yo por suerte me saque la lotería, en cuanto nos quitamos los opulentos trajes y nos vimos desnudos la conexión fue sencillamente natural, nos besamos apasionadamente de pie, saboreando el néctar de la esencia en los labios, el dulzor del amor, había cierto sentido de pertenencia en la palabra "Esposos" como si fuéramos propiedad del otro. 

—Eres mío... —Susurré entre caricias, abrazándolo y tocándolo con locura.

—Por supuesto y tu también me perteneces —Aseguró este apretando mis glúteos con deseo.

Donde las palabras sobran el deseo se enciende y las llamas de la pasión arden con mas fuerza, sabíamos exactamente lo que nos gustaba, lo que nos disgustaba, lo que nos encantaba y lo que nos haría llegar al clímax. No éramos extraños, todo lo contrario, mas bien sospechosos habituales, forjados en las incontables batallas personales que vivimos, disfrutando de este momento de paz y tranquilidad.

Poco a poco nos acostamos en la cama, el no estaba interesado en su disfrute por encima del mío, todo lo contrario, me fue besando por todo el cuerpo, lamiendo lentamente cada parte de mi piel, empezando en la comisura de mi boca, el cuello, los senos, el abdomen, los muslos y entonces, llego a mi parte mas sensible, siempre tenia que aferrarme fuertemente de la cama cuando lo hacia, me provocaba espasmos incontrolables por todo el cuerpo.

Su lengua era increíblemente experta en esas áreas del placer, iba de arriba a bajo, de izquierda a derecha y en cualquier dirección en la que viera que sentía un mayor deleite, así continuo de manera incesante, consiguiendo que yo le apretara su cabello, buscando una liberación de ese placer culposo, esta llego finalmente en forma de fluidos masivos que se derramaban con desenfreno.

—¡Yakuso basta! —Rogué sin poder si quiera respirar. Este me hizo caso de forma inmediata.

—Parece que fue demasiado para ti —Burló este con malicia, riéndose de las caras que ponía.

Estaba a su merced, aunque no me gustara admitirlo, el tomo mis piernas y las elevo en el aire, subiéndose encima de mi y las abrió de forma vulgar contemplando mi vagina deseosa, agarro su miembro y lo hundió en mi hendidura con un rostro de dominio total, causando que mi corazón se acelerara, esas embestidas eran todo lo que necesitaba para poder ser feliz y para que los problemas quedaran de lado.

Es difícil expresar lo que se siente cuando estas en esa circunstancia, por que los pensamientos se difuminan y el cerebro primitivo toma el control, por eso los adolescentes lo pasan tan mal, es muy complicado razonar con ese caos hormonal, por eso es que lo que no se previene antes del acto, difícilmente se corregirá en el camino, llevaba ya unos meses con tratamientos anticonceptivos, aunque Kyura no me lo recordara, sin embargo yo no aceptaría que tuviésemos un hijo en medio de esas circunstancias, cuando el mal pasara, ya podríamos pensarlo mas fríamente.  

—Te amo... Te amo... Te amo... —Murmuraba incesante y jadeante, aferrándose a cualquier parte de mi cuerpo que sirviera para calmar su ansiedad.

—También... Yo... —Acepté entre gemidos dispersos, con los ojos desorbitados y un razonamiento muy limitado.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora