Preparación

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(...) Casa de Gobierno / Nagasaki

Qué difícil es no poder rendirle luto a quien acaba de fallecer, pensaba en terminar con mi vida, irme al mismo lugar al que fue mi hermosa Valeria o por lo menos dejar de estar atado a esta dolorosa existencia terrenal, sin embargo, eso no era posible, Mako estaba suelto, Renko seguía por allí, jamás dejaría que esos desgraciados se salieran tan fácilmente con la suya, no podía irme hasta que estuvieran muertos.

La sede principal fue remodelada arduamente durante el mandato de Jinmei, todo con el soporte de William, quien fue el encargado de sugerir la separación de la propiedad, la parte externa era prácticamente un museo, dedicado a la exaltación del territorio y la conmemoración de sus grandes figuras, el interior era muchísimo más interesante, acomodado como una bóveda, con reservas alimenticias, armamentísticas y tecnológicas.

Alphonse estaba muy metido en su papel informático, creando un servidor que fuese lo suficientemente eficiente para la misión que teníamos por delante. Ante los actos, mi asesor financiero había cerrado a cal y canto la región, con eso evitaríamos que el traidor escapase por cualquier ruta. Ahora lo que quedaba era ver cuál era el escondite de esa rata.

—No quiero que escatimen en gastos, llevaremos toda la munición posible, las mejores armas, explosivos y distractores ¿Quedo claro? —Cuestioné con seriedad, Kato alzo la mirada y me dedico una afirmación respetuosa.

—¡Ya escucharon al jefe muchachos! —Exclamó el armero con fervor, alentando los deseos de sangre de nuestros empleados.

—Acabaremos con todo, se lo prometo —Bajo con serenidad la mirada, Hirano estaba profundamente enojado.

—¿Cuánto te falta? —Pregunté viendo al rubio.

—Disculpe la tardanza Mein Fhurer, esto me está llevando más de lo que esperaba —Se disculpó colocando cuidadosamente las partes en su lugar, vigilando con especial atención los enfriadores y las fuentes de poder.

Al encenderlos la habitación entera se sacudió, las luces titilaron y los equipos comenzaron a trabajar, mediante su central enlazaba nuevamente las cámaras, los sistemas eléctricos, los canales electrónicos y básicamente cualquier fuente de información dentro del país, así como una velocidad de internet tan extremadamente eficiente que le permitía abrir en fracciones de segundo, cientos de sitios al mismo tiempo.

—Muy bien, esperen mi señal caballeros, daré con él en un momento —Indicó digitando toda la información.

—Que no sea un doble esta vez —Solicité exigente.

—Descuide, ahora estoy dándole unos patrones morfológicos, tendrán que esforzarse más para engañarme esta vez —Discutió el rubio con carácter, él también se sentía burlado, su orgullo personal fue mancillado por el enemigo.

—¿Cómo supiste que era Mako? —Interrogué un tanto obstinado.

—Un helicóptero de las noticias grabo el punto exacto en el que yacía, fue desde la terraza de un edificio, con un francotirador, estoy seguro que el disparo iba hacia usted, solo que Valeria se movió ligeramente en la dirección equivocada o tal vez la vejes no le dejo calcular el efecto Coriolis —Explicó este con una frialdad sublime, eso era justo no que necesitaba, un desalmado que me permitiera erradicar a mis oponentes.

Por un segundo me quedé paralizado, contemplando a los trabajadores como si fueran en cámara lenta, debí enviarla lejos, ocuparme de esto solo, no tenía que prestar atención a sus peticiones, sino ponerla a salvo, sin embargo, mi egoísmo no lo permitió, la quería a mi lado, la necesitaba a mi lado y gracias a eso ya no estaba entre nosotros. Su risa me hacía falta, sus mensajes, este era un momento en el que estaría chateando con ella, escuchando sus miedos, siempre preocupada por mí y nunca por sí misma.

—¿Puedo sentarme? —Pidió con amabilidad Hirano, su equipamiento estaba listo, solo necesitaba una orden, el blanco y lo mataría de inmediato.

—Por supuesto —Acepté con desidia, realmente me daba lo mismo quien compartiera el espacio con mi persona.

—Quería venir a disculparme personalmente con usted jefe —Alegó el afroamericano con un rostro melancólico y avergonzado.

—¿Por qué? ¿Por no ser capaz de intuir que ese malnacido me apuñalaría por la espalda y luego liquidaría a mi esposa? Descuida, todos nos equivocamos —Repliqué con sarcasmo, no tenía tiempo para ser comprensivo.

—Sí, discúlpeme, le aseguro que nunca vi esas inclinaciones en su persona —Agregó un tanto desecho, mi comentario definitivamente le ataco su ego.

—Lo que no entiendo es... ¿Por qué no antes? ¿Por qué ahora? —Dudé obstinado, tantas oportunidades que tuvo de asfixiarme con una almohada y en lugar de eso opto por secuestrarme.

—Estoy seguro de que fue porque Renko lo convenció, el no tuvo esos planes en el pasado, no fue hasta ese día o quizás esa semana que se decantó por llevarlo a cabo, eso explicaría porque ocurrió todo sin que pudiéramos intuirlo —Garantizó el señor con un tono cansado —Le prometo que acabare con sus enemigos y una vez lo haga conseguiré a alguien más apropiado para que sea su escolta —Comunicó el sujeto, alejándose lentamente.

—Hirano —Frene con mi voz más calmada —Solo un cobarde se retira, mientras yo siga vivo tu trabajaras a mi lado, te has manchado de sangre por mí, casi muerto para salvarme, ese condenado traidor ya me quito el amor de mi vida, no dejare que se lleve también a un amigo —Comenté con sinceridad, todo lo que perdiera por su culpa sería una victoria suya.

—Sí señor —Aceptó con una sonrisa melancólica, en el fondo su deseo era seguirme hasta el amargo final, pues tal era el nivel de su lealtad. Que incluso a sabiendas de lo que hice, permaneció siempre a mi lado, orgullosamente se mantuvo conmigo en las buenas y en las malas, como un caballero junto a su monarca.

Las cosas estaban casi listas, atacaríamos con todo lo que teníamos, destruiría el mundo si era necesario, pero sus almas no seguirían viviendo con tranquilidad ni un minuto más, comprobé mi revolver, mis municiones, mi chaleco y entonces lo sentí, un objeto metálico cuadrado, era la carterita de licor que ella me regalo por mi cumpleaños, tome un trago muy largo de Whisky, así podría recordarla, aunque fuese por unos minutos.

—Solo espérame amor, algún día volveré contigo, deja que me ocupe de estos tipos primero —Reflexioné mentalmente, sintiendo que ella me cubriría la espalda.

—¡Señores! —Llamo fuertemente la voz de Alphonse —Ya tengo la posición del enemigo —Nunca se enunciaron palabras más gratificantes, era momento de cazarlo. 

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora