Ansias de Finalizar

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(...) Aguas Haitianas / Yakuso

Contando únicamente con un escolta a mi cargo, ver a esos sujetos abordar el barco me dejo completamente frio, tenía rastros de sudor que bajaban pesadamente por mi frente, haciéndome sentir profundamente incomodo, intentaba verme relajado y sereno, pero eso no era posible, seis lanchas rodearon el navío, dos efectivos de cada una se bajaron, mientras que un tercero se quedó vigilando abajo la situación, cuando estos se dieron cuenta de las condiciones del navío enseguida se pusieron alerta, doce enemigos que veían para todas partes con obstinación.

—¿Qué demonios paso aquí? —Cuestionó con molestia uno de los criminales.

—Tuvimos un pequeño inconveniente con la guardia del atlántico, perdí a seis de mis muchachos y tengo un herido abajo, me habría gustado limpiar, pero llegaron antes de lo que esperaba —Alegué con un tono sereno, decir verdades a medias era siempre la clave para lucir convincente.

—El olor es repugnante, pero que le vamos a hacer, no duraremos mucho aquí de todas maneras ¿Tienes lo que nos ofreciste? —Dudó interesado otro de los jefes.

—Por supuesto, acompáñenme caballeros —Invité con cordialidad, dirigiéndome al depósito de la embarcación.

Sabía que si notaban la escasez de mis efectivos podrían aprovecharse para adquirir el material por la fuerza, por lo que tendría que moverme ágilmente y de forma maestra, iba caminando al mismo tiempo que pensaba, las armas no nos darían la ventaja, esto solo se definiría por astucia y gracias a un abultamiento que tenía en un bolsillo oculto de mi saco supe exactamente lo que tendría que hacer para salvarme de esa terrible complicación.

—Oye... ¿Tu eres el chinito con el que estuvimos hablando? —Consultó uno de los más jóvenes del grupo en tono ofensivo —Es que honestamente te expresas muy bien en inglés y el que se comunicó conmigo era un poco torpe en ese sentido, como mi socio Altidor —Molestó este a otro de los individuos, quien se enojó por la ofensa.

—Socios, les daré un consejo, cuando tratan con nuevos clientes lo mejor es verse como un estúpido, de esa manera te subestimaran y sin tienen malas intenciones lo sabrás de inmediato —Aseguré con seguridad de mí mismo, si decía que no era Kazuya preguntarían por él y eso no podía permitirlo.

—Disculpe la insensatez de este idiota, todavía es un niño, teníamos muy buena relación con su padre, por eso le dejamos formar parte de esto —Se disculpó uno de los más anciano.

—No se preocupen, yo también soy joven y se lo que es ser imprudente —Carcajee ayudando a mi escolta para que terminara de abrir la puerta.

—¡Esto esta hermoso! —Exclamó uno de ellos, tras acercarse a una de las cajas y abrirla, sacando un rifle automático de gran potencia.

—¿Le pasa algo amigo? —Habló el varón de edad avanzada, viendo que me estaba quitando el saco.

—Me tienen que perdonar la informalidad señores, el calor del caribe es algo a lo que todavía no me acostumbro —Mentí con tranquilidad, viendo de reojo a mi colega que seguía en la puerta. Cinco segundos, eso era todo lo que tenía, un suspiro largo o incluso un pensamiento reflexivo, sin embargo, si quería salirme con la mía era todo o nada.

En cuanto puse la prenda sobre una caja procedí a quitarle el alfiler y mientras estos se divertían con sus falsas ilusiones de conquistar el territorio yo hice una finta de tres segundos fuera de la habitación, mi escolta cerro pesadamente el portón, el grito de alerta de uno de los individuos no llego a escucharse, pues la explosión sónica se lo llevo todo, las paredes reforzadas retumbaron como un estruendo atroz, pues el dispositivo hizo que otros aparatos igual de volátiles colapsaran causándole fisuras a la embarcación y volando la entrada que hace segundos habíamos trancado.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora