Lucha sin Cuartel

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(...) Cielos de Tokio / Yakuso

Sobrevolamos la capital con un objetivo claro, Kamagasaki, optamos por un aeródromo apartado especialmente por Jinmei, las autoridades se aproximarían a ver porque un avión arribaría allí solicitado por un candidato a la gobernación, pero cuando llegaran ya no estaríamos en la zona. Reorganizaba las ideas en mi cabeza, tratando de darles el orden más lógico posible, intentando convencerme de que ningún civil saldría lastimado en el fuego cruzado.

Aterrizamos al poco tiempo, siendo más o menos las cuatro de la tarde, rápidamente tomamos un vehículo, traído por nuestro economista, quien apoyaba toda la misión desde la lejanía, al subirnos pusimos rumbo inmediato a la dirección del objetivo, teniendo en cuenta la ruta llegaríamos sobre las cinco y lo capturaríamos justo antes de que escapara.

Mis manos eran un manojo de nervios, Hirano iba al volante, Kato preparaba las armas y Kosuke coordinaba junto a Alphonse las rutas, el plan era sencillo, su guarida estaba en una tienda de sushi de gran renombre, las salidas podrían ser varias. Tendríamos un tirador en el techo con un francotirador, dos custodiando las salidas alternas y mi persona entraría por la puerta principal, el objetivo debía escapar ante mi presencia, para posteriormente ser acribillado por mis asesores.

El experto en armas nos fue dejando a cada uno en la posición especificada, yo concretamente fui el segundo en bajarme, mezclándome junto a la multitud, las señalizaciones eran todo un espectáculo, fantásticos anuncios de alimentos y servicios, el bolso me pesaba entre aquel bulevar, sabía lo que llevaba, el daño que podríamos causar, pero... ¿Acaso no provocaba más daño Isao a cada segundo que respiraba?

// —En posición —Comunicó el más joven en su sector.

—Recibido —Aclare mis ideas viendo el restaurante al cual me adentraría, ya solo faltaba uno de nosotros.

—Su posición sigue fija caballeros, estará en la oficina, tengo su posición monitoreada en tiempo real, no se preocupen —Confirmó Alphonse haciéndome sentir más aliviado.

—Tengo en la mira la puerta principal —Afirmó el asesino afroamericano.

—De acuerdo caballeros, estamos a punto de empezar con la misión —Declaré con una respiración profunda.

—Ya estoy listo, cuando quieran equipo —Finiquito nuestro armero.

—Procedamos —Ordené caminando lentamente hacia la puerta. //

Vi detalladamente todo a mi alrededor, las posibles vías de escape que tomarían, los policías que intervendrían, los turistas tomando fotos un instante de paz antes del caos. Como si el tiempo se congelara por una fracción de segundo y pudiera comprenderlo, mi misión era sencilla, acabar con una vida ¿Cuántas salvaría al hacerlo? No era lo que me importaba, únicamente pagar el pecado cometido hacia mi persona, disfrazado de altruismo para conseguir más apoyo.

—¿Tiene reservación? —Consultó un recepcionista con intriga.

—Si correcto, aquí la tengo —Saque una identificación falsa y la entregue para que revisara.

—Señor Akira, claro que sí, sígame por favor —Sugirió con ganas de guiarme a la mesa que escogí falsamente.

—Tengo muchas ganas de ir al baño... ¿Me daría un momento? —Solicité bajando la cabeza con disculpa.

—Oh, por supuesto caballero ¿Algo para iniciar? —Cuestionó este sacando una pequeña libreta.

—Vino blanco por favor —Pedí con una sonrisa tonta.

Finalmente me quite su atención, este se fue rápidamente a cederle la orden a un mesero. Yo hice el amago de dirigirme a la zona escogida, pero rápidamente tomé un desvió, el lugar era una gigantesca construcción, dos pisos conformados por el primero, que daba acceso especial a un teatro en el que por suerte no se presentaba nadie esa tarde, el segundo lado eran pasillos distribuidos alrededor del centro, donde unos inmensos tragaluces fungían como espectáculo el lucero y la luna ya se podía apreciar, pero aún ninguna estrella. Dos puertas en cada altura daban acceso a lugares diferentes, la de abajo eran las cocinas y la de arriba las oficinas administrativas, me sería imposible alcanzarlo sin que nadie me descubriera y la seguridad, bueno, bastante reforzada, conté al menos diez efectivos distribuidos en función de cinco por cada piso, intentaban confundirse con los demás, solo que su condición física los delataba. Ingrese al baño y active de nuevo mi micrófono.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora