(...) Londres / Una hora más tarde / Yakuso
Después de ese momento que me infarto mas que cualquier misión contra el mas peligroso de los objetivos, conseguí el tan anhelado si de mi amada, me retire entonces del Big Ben con una sensación absoluta de victoria, dejando todo en orden para quedar bien con la corona inglesa, después tendría que dejarles algún otro regalo costoso como muestra de gratitud por sus servicios.
Recorrimos las calles en mi vehículo, seguidos de cerca por mi escolta, disfrutando del aire que nos golpeaba en el rostro, escuchando canciones con una energía muy poderosa, enalteciendo el amor que compartíamos, una en particular que hablaba sobre estar al lado el uno del otro, desde el amanecer hasta el anochecer. Nos besábamos cada tanto y gozábamos con la compañía del otro, su anillo resplandecía como las estrellas, una gran elección de diamante si me permiten decirlo.
—¡Te amo Kuso! —Gritó eufórica Valeria, con una sonrisa espectacular.
—¡No mas que yo mi hermosa perla! —Añadí sujetando fuertemente el volante.
—¿A dónde vamos? —Dudó con curiosidad.
—Estoy seguro que te encantara —Converse manteniendo el misterio.
—Espero sea un sitio privado —Comentó con picardía, colocando su mano en las cercanías de mi entrepierna.
Los regalos definitivamente habian atacado su orgullo como mujer, es bien sabido que los hombres suelen ser quienes se olvidan del aniversario o las fechas importantes, que ella se saltara mi cumpleaños y nuestro primer encuentro no se lo perdonaba, estaba dispuesta a darme algo muy valioso para que estuviéramos a mano y yo por supuesto no me negaría a eso.
Llegamos presurosos al Trafalgar St James, uno de los hoteles mas lujosos de las tierras londinenses, vi sus ojos profundos y deseosos cuando se dio cuenta del sitio en cuestión. Yo trague grueso al momento, baje de mi vehículo y le abrí la puerta a mi amada, acto seguido le cedi las llaves al mozo para que terminara de estacionar el coche y agarrados del brazo ingresamos en el imponente edificio, cuyos colores blancos y grisáceos abundaban, la recepción estaba decorada con terciopelo y un botones nos vio fijamente con una sonrisa.
—Señor Yakuso, pasé adelante por favor —Me reconoció de inmediato, movido especialmente por la jugosa propina que recibió cuando pedí la habitación.
—Gracias Franklin, no queremos que nos molesten así que llamaremos en la mañana cuando necesitemos el desayuno —Comuniqué con soberbia.
—¿La habitación tiene lubricante tesoro? —Cuestionó Valeria haciendo que me llenara de incomodidad.
—Tengo entendido que si —Musitó el recepcionista algo sonrojado.
—Esplendido, gracias —Celebró caminando hacia el ascensor, haciéndome una señal para que reaccionara.
Proseguí con el corazón acelerado, su figura me tenia embobado y sus perversas intenciones totalmente fascinado, llegamos rápidamente a la puerta, la cual abrí con desesperación y una vez adentro comenzó el espectáculo. Su boca sabia a licores y carnes variadas, su esencia por otra parte era exquisita, olía a noche, a maquillaje y flores. Me quito el saco al mismo tiempo que bajaba su blusa de tirantes, dejando al descubierto su abdomen mas nos sus pechos, estos quedaban retenidos por un hermoso sostén de encaje, no obstante, sus caricias en mi cuerpo dificultaban en sobre manera quitárselo.
Cuando masajeo mi miembro con su mano me di cuenta de que ella tenia el control esta vez, de hecho, me fue guiando lentamente hasta empujarme en la cama, alli me bajo los pantalones sin terminar de quitarme la camisa, tomo una de las almohadas y se arrodillo frente a mi, dejándome entrever lo que ansiosamente ejecutaría. Mis ojos se desorbitaron ante la maestría de su lengua, la calidez de esa boca era un reflejo de deleite celestial, tome su cabello, engrandecido y liberado como el de una leona, me succiono frenéticamente hasta que ya no pude mas.
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El Soberano Yakuza
RomansaCuando dos personas que no tienen nada que perder se unen, nada bueno puede salir de esa mezcla, Valeria era una bailarína de un casino de la Habana, salió como cualquier otra noche a dar un espectáculo hermoso, sin quererlo, llamo la atención de un...