(...) Nagasaki / Valeria / Unas horas antes
Alphonse y yo estábamos haciendo un seguimiento exhaustivo a la misión de mi esposo, cuando de pronto todos los sistemas se apagaron de golpe, de inmediato supimos que algo no estaba bien, el rubio se levantó y se fue corriendo a encender las plantas de energía que funcionaban como respaldos, mientras que yo me quede en la absoluta oscuridad.
—No sirve ¿Funciona tu teléfono? —Consultó el alemán con desespero, apenas y podía verlo allí abajo.
—Está muerto —Comenté con un tono desanimado, comprobando que este parecía haberse fundido.
—Un ataque P.E.M es lo único que podría haber causado semejante desastre —Suspiró buscando entre unos baúles algo que pudiera funcionarnos.
Del mismo tomo unas cuantas barras, las cuales al ser presionadas fuertemente en sus extremos y estiradas se encendieron con un tono intensamente rojo, era cetros incandescentes químicos, solos a esas cosas se podía recurrir cuando todo lo demás había fallado, en cuanto nos dirigimos a la puerta comprobamos que varios de los escoltas que quedaron estaban un tanto dispersos y con sus pistolas desenfundadas.
—Subamos caballeros, veamos cómo está el panorama de la ciudad —Indicó a los muchachos, quienes lo siguieron a la sala.
—¿Crees que haya sido Renko? —Dudé con cierto miedo.
—No lo sé, si fue él está sumamente desesperado, acaba de provocarle unas perdidas incalculables al país, soy consciente de que la fortuna de Yakuso es grande, pero llegar a tanto me parece ridículo —Se apretó el entrecejo con frustración, subiendo las escaleras.
Lo acompañamos directo hasta la azotea, donde un pequeño camino permitía la instalación de todas las antenas y paneles solares que brindaban sustento a la propiedad, ver que incluso las conexiones eléctricas que se enlazaban a los sistemas verdes estaban afectadas era un símbolo de la magnitud del daño, el alemán solicito unos binoculares para poder contemplar los distintos puntos de la ciudad.
—No fue total, parece que se centraron en un sector relativamente pequeño —Indicó este viendo todo a través de los larga vistas.
—Ese edificio todavía tiene corriente —Apunté a uno en particular, cuyas luces y anuncios se reproducían sin ningún problema.
—Parece que si está detrás de esto después de todo —Suspiró con cierta desidia —Necesitamos contactar con el jefe como sea o por lo menos con Jinmei —Avisó con nerviosismo.
—Tomemos el auto hasta el edificio del gobernador —Sugirió uno de los chicos.
—Las baterías se habrán fundido y sino, el cableado seguro esta frito, deberán ir en bicicletas —Puntualizó Alphonse, consiguiendo que estos se quejaran —Animo señores, al menos hay oportunidades de que salgamos bien parado de esto, confíen en su señor, seguro que consiguió escapar sin problemas —Garantizó con absoluta confianza, yo por otra parte tenía un sobresalto en el pecho.
—Lo mejor entonces será que nos quedemos y esperemos —Expresé yo con sabiduría —Salir en medio de esta incertidumbre sería una locura —Dije con certeza.
—Piensa como toda una reina señorita —Bajo la cabeza con respeto el asesor científico.
Poco después partieron los chicos, con órdenes explicitas de no regresarse por ningún motivo y continuar su camino hasta la sede de gobierno sin descanso, la noche estaba especialmente fría, con una brisa malsana que sacudía los árboles que nos rodeaban, media ciudad en la completa penumbra y la mitad bien iluminada, seguro que más de uno estaba en crisis, yo por mi parte pues, pensaba en mi esposo, me gustaría ser tan optimista como Alphonse. Cuando creí que lo peor había pasado sentimos una fuerte sacudida en el cielo y un ruido intenso que se dirigía a nosotros.
—¿Qué es eso? —Dudé fijándome en dos luces en el firmamento.
—¡Mierda! ¡Vamos al salón de Jade! ¡Rápido! —El rubio me tomo por la mano y me jalo hacia las escaleras, en ese momento inicie una carrerilla sin tener mucha idea de lo que pasaría.
Atravesamos la sala en una fracción de segundo, gritándole a todos los escoltas que nos siguieran de inmediato, recorrimos el bosque con presteza, el ruido era cada vez más intenso, como el zumbido de un enjambre monstruoso, pude ver la estela de las naves en el último vistazo que di hacia arriba, justo antes de cerrar la compuerta que daba a la sala, en el interior sentimos un estruendo que provoco un pequeño temblor, gritos ahogados también se escuchaban a lo lejos, con nosotros estaban una suerte de al menos cinco guardias, los demás no lo habían conseguido.
—¿Qué mierda fue eso? —Dudé con la respiración agitada, iluminados por las barras fluorescentes.
—Un ataque de Napalm, Renko está en las ultimas, quiere matarnos a como dé lugar —La respiración del alemán estaba al límite, parecía que le daría un ataque en cualquier momento.
—Esto es una locura —Mencionó uno de los jóvenes, supongo que nunca espero que este fuera su trabajo.
—¿Qué podemos hacer? —Me concentre en buscar una solución, ignorando por completo los lamentos y las vicisitudes.
—Esperar, esta es una cámara sellada, en unas horas el humo y las llamaradas deberían de haberse dispersado —Reveló el científico causándonos una autentica frustración.
—Tengo unas barras energéticas y algo de bebidas enlatadas —Comenté aproximándome a una nevera pequeña, esta evidentemente había perdido todo su frio, pero conservaba los suministros.
El tiempo allí abajo transcurrió muy despacio, Alphonse llevaba un registro mental meticuloso de los segundos y minutos, decía que al menos tres horas serían necesarias para que el panorama mejorara y yo creía en su palabra, era de madrugada por lo que saldríamos aproximadamente al amanecer, el sueño me presionaba un poco, no obstante, la adrenalina era mayor. Finalmente, tras una eternidad mi colega nos hizo el llamado.
—Abramos la compuerta —Ordenó haciendo que todos reaccionáramos al unísono.
—Yo lo hare —Ofreció uno de los chicos, subiendo las escaleras, el metal estaba un poco caliente, sin embargo, el joven logro que esta cediera.
—Valeria... ¡Valeria! —En cuanto se abrió la misma escuche su voz, su tono grave me lleno de alegría, era un milagro que estuviera aquí, mi alma enseguida pudo relajarse, supe entonces que todo estaba bien.
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El Soberano Yakuza
RomansaCuando dos personas que no tienen nada que perder se unen, nada bueno puede salir de esa mezcla, Valeria era una bailarína de un casino de la Habana, salió como cualquier otra noche a dar un espectáculo hermoso, sin quererlo, llamo la atención de un...