Asedio

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Estaba perdida miles de manos intentaban tocarme, cientos de ojos sabían lo que ocurrían, pero nadie hacia nada para detenerlos, Dereck se acercó para ayudarme, hasta que fue destruido por las extremidades que me querían esclavizada, lloraba, pataleaba y daba golpes en todas direcciones, sin mejores resultados que mostrar la ira de mi perpetrador.

Entonces apareció un caballero de largo cabello y semblante deslumbrante, usando armas de fuego hizo polvo al monstruo, cuando por fin estuve libre, me puse de pie y caminé hacia él, sin embargo... No llegaba, por mucho que tratara no podía alcanzarlo y entonces sentí frio, muchísimo cansancio... Me desvanecía en la infinita oscuridad, escuchaba sus gritos a lo lejos, clamaban por mí.

(...) Media Noche / Valeria

Abrí los ojos y me quede embobada viendo a la nada por un largo rato, tome una larga bocanada de aire y me senté en la cama, vi el reloj linterna, una luna que brillaba en varios colores marcar las doce en punto, suspire con estrés, Yakuso ya no estaba, ese sueño me daba escalofríos, su presencia me hacía mucha falta, quería abrazarlo y besarlo, acurrucarme a su lado, él estaba en algún otro lado, luchando para librarse rápido de sus demonios.

Baje las escaleras con pasos lentos y llegue hasta la cocina, puse a calentar la cafetera, esperando que un poco de ese delicioso liquido pudiera darme algo de paz, prescindí de encender las noticias, sabía que él estaría en alguna clase de problema y eso solo lograría afectar mis ya alterados nervios. Ignoré el asunto y di un sorbo prolongado a mi recién hecho vicio, disfrutando de la combinación de sabores, lo serví con azúcar y leche, era dulce y amargo.

—Debería descansar señorita Otero —Saludo Alphonse bostezando un poco.

—Veo que usted no fue a la misión —Burle con una mirada presumida, viendo como el engreído giraba los ojos.

—Estoy más presente que los soldados de infantería, si quiere puede venir a verlo, pero manténgase en silencio o de lo contrario me meteré en problemas —Ofreció este con una sonrisa ladina.

—Puede que solo un poco... ¿Quiere café? —Dudé viéndolo fijamente.

—Oh, gran elección, yo venía por un emparedado, juntarlo con eso será esplendido —Aceptó este contento, llevándose un tarro con el cálido líquido.

Bajamos las escaleras a paso apresurado, cuando vi lo que pasaba quede perpleja, el edificio que este miraba era una autentica zona de guerra, colisiones de armamento, luchas sin cuartel y un indeterminado número de daños causados a distintos niveles era un caos a gran escala, sin embargo, solo un pensamiento me quitaba el sueño.

—¿¡Yakuso está allí!? —Pregunté con la respiración agitada.

—Es correcto señorita —Confirmó este con una mirada serena.

—¡Sácalo ahora! ¡Eso es un infierno! —Exclamé preocupada.

—Relájese, todo está bajo control, además, así fue como lo quiso su novio —Explicó este dejándome helada.

—Kuso... ¿Quiso esto? —Dudé causando que el estúpido se riera a carcajadas.

—Lindo apodo —Sonrió nuevamente malicioso el rubio —Oh... Parece que las señales se están unificando, comenzare la conversación de inmediato, guarda silencio si no quieres que te regañen —Musitó este irritado.

Mi boca no emitió palabra alguna ¿Cómo podría hacerlo? Jamás pensé que para matar a alguien se necesitara tanta violencia. Yo que había quedado asqueada con tan solo ver la escena del tipo que tanto daño me causo, ahora vislumbraba esas grotescas imágenes, lo más terrible sin duda, era la frialdad con la que Alphonse contemplaba todo.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora