Afrenta Pagada

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(...) Calles de Kamagasaki / Yakuso

No sé en qué momento deje todo atrás, solo sé que el caos pareció detenerse de pronto, abandone mis municiones y mis armas en algún punto, quedándome únicamente con una pistola para las emergencias. Supe entonces que todo había salido excelente, aunque admito que sin el apoyo especialmente efectivo de Alphonse nos sentíamos sumamente expuestos.

// —¡Jefe! ¿¡Donde esta!? —Cuestionó Hirano con ansiedad.

—A unas cuadras... En el distrito residencial —Mencioné con la respiración agitada por la extenuante marcha.

—En un momento pasamos a buscarlo, estamos pidiendo un taxi —Comentó el afroamericano con tranquilidad.

—¿Todo bien? —Dudé estresado.

—De maravilla, hay gran actividad policial y algún que otro helicóptero, pero con el corte eléctrico no tienen ni idea de lo que paso —Aseguró mi escolta tranquilizándome.

—Ya me cercioré de borrar los registros del restaurante jefe y las cámaras aledañas —Explicó el rubio con un tono contento.

—Hubiésemos usado el coche, solo que necesitábamos la distracción —Carcajeó Kato con acides, escuchando también la risa de Kosuke. //

Poco después llegaron mis colegas en el amarillento vehículo, le dieron al chofer una oferta que no pudo rechazar, mucho dinero a cambio de una única cosa, guardar silencio, conducimos a través de la esplendorosa ciudad, perdiéndonos entre la gran afluencia, siendo detenidos en varios lugares, donde presentamos identificaciones falsas completamente certificadas gracias al excelente asesor científico con el que contábamos.

Una vez nos perdimos de ese casco tan vigilado que acaba de pasar por otro evento traumático, nos adentramos en la autopista, la cual nos llevaría devuelta al sitio en el que reposaba el avión, que ya habría sido revisado y catado por las fuerzas especiales, lo único que encontrarían era a un piloto oportunista, pues todo el armamento que llevábamos había quedado en las calles de Tokio. Salvo por las pistolas, metidas en un bolso de mano, herramientas que usaríamos dentro de muy poco.

—¡Muchísimas gracias! —Me despedí cordialmente del colega, viendo a la aeronave imponente.

—Venga jefe, ya es hora de marcharnos —Comentó Hirano con premura.

—Si amigo, volvamos a Okinawa —Declaró mi armero con cansancio.

—No... Subamos, tengo algo que decirles —Inquirí con voz de mando, viendo como ellos se miraban extrañados.

Ascendimos al gran transporte, el cual encendió motores y se preparó para arrancar, di indicaciones al piloto de hacia dónde nos dirigiríamos, diciéndole a mis camaradas que comieran un poco y se relajaran antes de conversar sobre el destino en que arribaríamos, así mismo llame a Jinmei para molestarlo un poco más. Mientras degustaba unas sabrosas brochetas de calamar recibí una llamada.

// —¡Alphonse me dijo que ya están en el avión! ¿Cómo salió todo? —Cuestionó Valeria en la línea.

—Bien... —Murmuré todavía con las secuelas de la batalla.

—Debes estar aun en shock, si, entiendo cómo te sientes, quizás deberíamos hablar cuando llegues —Musitaste tratando de ser comprensiva.

—Para nada, me alegra que estés pendiente de mí, ahora ya no podrá secuestrar ni arruinarle la vida a más nadie, ha pagado por fin su pecado —Afirmé con fatiga.

—Es duro decirlo, pero me alegro de que este muerto, después de lo que te hizo... —Su voz emanaba odio.

—No guardes rencor, se ha ido, ya todo está listo, ahora lo que importa es el presente —Dialogué dando una fuerte respiración —Me retirare de esto por un tiempo —Argumenté sorprendiéndola.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora