Reorganizando las Fuerzas

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(...) Isla de Okinawa / Valeria 

De nuevo veía todo lo que ocurría desde una pantalla, mediante el noticiero pude vislumbrar lo acontecido con Isao, su muerte a manos de los hombres de mi amado, la explosión, el caos en la ciudad y la desesperada reacción de los medios. Luego el reclamo social al descubrir que ese sujeto era un secuestrador y su red se había cobrado innumerables vidas, los movimientos en las sedes de gobierno para protestar por la incompetencia de los gobernantes y el cómo sacar a las Yakuzas de las calles fue solo una excusa ante esa nueva ola de terribles crímenes.

Luego perdí el contacto con mi amado por casi veinticuatro horas, Alphonse se encerró en el ático y no me quería dar acceso a su servidor, dijo que eran órdenes del jefe, eso me hizo enojar en sobre manera, como se lo había dicho por llamada, si algo odiaba eran las sorpresas. Cansada de esperar noté después el asesinato del gobernador Satoshi y comprendí en que andaba mi novio, intentaron contactar con la familia del político, pero esta no quiso dar declaraciones, solo confirmaron lo que se temía, el hombre estaba relacionado con la red de criminales que trabajaban para el imperio japonés.

Yakuso se estaba saliendo con la suya, sumiendo a sus rivales en un foso profundo y consagrando su poder, las encuestas ahora favorecían todavía más a Jinmei, quien se apoyó en esto para mantener su firme posición en contra de la centralización y la lucha de poderes, según el merecíamos tiempos pacíficos después de todo el caos vivido con el coronavirus y las crisis ambientalista.

—Ese tipo es un muy buen candidato, nos hace falta un primer ministro como el —Argumentó Jojiro entre risas.

—Si hace un buen mandato seguro que ira por mas, habrá que apoyarlo —Carcajeo Shima abrazando a su marido.

—Ah da igual, aquí las cosas son muy distintas —Afirmó Gyojin con obstinación.

—Ay amor, no seas aburrido, los jóvenes merecen un mejor futuro —Declaró Sasame siendo apoyada por la pareja.

—Supongo que tienen razón —Aceptó el testarudo señor.

Los chicos, definitivamente serían los más beneficiados cuando todo terminara. Kuso no lo hacía por motivos altruista, a él lo movía el odio, el resentimiento y la sed de venganza, no obstante, estaba generando un cambio, quizás por eso dicen que Dios sabe cómo sacarle partido a sus hijos buenos o malos, los convierte en guerreros que luchan por un mismo principio, aunque estén descarriados.

—Valeria —Musitó una voz a mi espalda.

—Con que por fin decides bajar ¿Qué quieres alemán? —Pregunté con enojo.

—Vienen a buscarnos pronto, prepara tu equipaje —Notifico con una sonrisa, sabia decir exactamente lo que uno quería escuchar.

—Gracias por el dato ricitos —Burle sacándole la lengua, a lo que él se divirtió y se marchó de nuevo al ático.

Tenía que hacer algo así como una "Destrucción total de servidores" según sus palabras era para evitar que nuestros anfitriones se vieran relacionados de cualquier modo, cuando bajo se veía animado, tomo todo en un bolso y camino rápidamente por las escaleras, yo hice mis maletas igual de emocionada, después de todo volvería a ver el rostro hermoso de mi querido Kuso.

—Muchísimas gracias por su hospitalidad, espero que sigan siendo muy felices —Incline la cabeza de manera respetuosa, siendo saludada con dulzura por la pareja.

—Fue un placer compartir su techo, me asegurare de que sean bien recompensados —Prometió Alphonse con certeza.

—No se preocupen, nos alegra que puedan volver a casa, cuídense mucho y vuelvan cuando quieran, aquí tendrán siempre las puertas abiertas —Garantizaron con amabilidad, saludándonos al salir, le doy gracias a Dios por los auriculares del científico o de lo contrario no hubiese entendido una palabra de lo que me decían.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora