Salón de Jade

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(...) Salón Subterráneo / Valeria

Cuando por fin entre en el sitio y el procedió a encender las luces, me vi inmersa en una recamara espectacular, brillaba en destellos de color verde intenso, su belleza me resultaba impensable, todo el sitio estaba forjado en un mineral precioso, al principio creí que eran esmeraldas, pero el tratado del mismo dificultaría muchísimo para ser usada en una habitación entera.

—Es... —Tartamudee incrédula.

—Jade, mi madre lo adoraba, papá se lo construyo para que ella no lo molestase —Caminó suavemente por el suelo, yo intente moverme un poco y estuve a punto de resbalarme, sin embargo, él me atrapo en el acto —¿Estas bien? —Cuestionó nervioso.

—Creo que sí, nunca estuve en un piso tan pulido —Admití con vergüenza.

—Te acostumbraras rápido, yo mismo garantizo su limpieza, eres la primera que entra en muchísimo tiempo, siéntete afortunada —Sonrió este de una forma cariñosa, hablar de su querida progenitora lo contentaba.

—¿Cómo era ella? —Me interese aproximándome a un sillón del mismo valioso material, que tenía un cojín para hacerlo más cómodo, viendo los cuadros que decoraban la sala, una barra que en algún momento funciono como bar, varios muebles y una biblioteca.

—Muy culta, le gustaba demasiado la historia, era muy buena con las cuentas como te dije —Prosiguió sentándose en el borde del asiento, justo a mi lado —Sobre todo, me consentía demasiado y... Me quería mucho, aunque supongo que eso es propio de todas las mamás —Su comentario me hirió ligeramente.

—Bueno, no todas —Acoté un poco triste —Me alegra que en tu caso fuera así —Finiquité viéndolo fijamente.

—Lo que recibí en regalo con ella, me lo cobraron con el desgraciado de mi papá —Afirmó irritado, con una risa incomoda —Pero bueno, basta de tonterías ¿Qué te parece este sitio? —Cambio de tema y me consulto directamente.

—Creo que es demasiado —Solté una carcajada sutil —Pero... Es muy bella, estoy segura que grabare unos videos alucinantes aquí abajo —Hable poniéndome de pie, dando una vuelta a través del encerado suelo, notando que no era tan diferente al de la sala de entrenamiento que teníamos en el casino.

—Sabía que te adaptarías de inmediato —Suspiró este feliz de verme equilibrada —Iré a preguntar por la cena y pediré que la traigan hasta aquí —Avisó caminando hacia la salida.

—Yakuso... —Murmuré causando que se frenara —¿Por qué? ¿Por qué compartes estas cosas conmigo? —Dudé esperando una respuesta por su parte.

—Contigo he sentido una afinidad que nadie me había dado jamás, no sé exactamente que es, pero rayos nena, quiero saberlo —Aseguraste sin mostrarme tu rostro, querías mantenerte como el macho alfa.

—Dijiste que ni tus hombres bajan aquí ¿Por qué yo sí? —Insistí buscando que te voltearas, esta vez sí lo conseguí.

—No lo sé, quiero demostrarte lo más rápido que pueda que soy alguien en quien puedas confiar, supongo que me estoy precipitando... Lo lamento —Su disculpa sonaba muy honesta.

—Ni lo menciones Yakuso, yo tampoco quiero demostrar lo que siento tan pronto —Lo solté como si me quitara un peso de encima, su figura, su cara, su aura, su forma de ser, desconocía si este cariño espontaneo era una excusa para cederle el control a mi deseo.

—Entonces aquí nos tienes, dos tontos negados a admitir lo que realmente sentimos —Lentamente se fue aproximando a mi persona, cada vez sentía más fuertemente su deliciosa colonia.

—Eres, una mezcla tan rara entre alguien malo y alguien bueno, no quiero dejarme llevar hasta que sepa bien con quien estoy —Aclaré con los cachetes ruborizados.

—Pues en eso somos diferentes, yo sé exactamente quién eres Valeria, una artista, amable, de buen corazón, pero con crueles deseos y la mujer que desde el momento en que la vi no he podido borrar de mis pensamientos —Sus palabras se sintieron como caricias en mi ser, tan cercanas que apenas pude percibir cuando sus labios se unieron a los míos.

¿Cómo iba a negarme a semejante varón? Guapo, adinerado, altruista y mi salvador, era tan ridículo pensar que hace días estaba en el sitio más horrible del mundo, pensando en mi patética existencia y ahora aquí en estas extravagantes tierras, uniendo mi lengua con la de un tipo que me hacía cosquillear con solo verme, su esencia me volvía loca y me hacía olvidar todos los males de mi vida.

—¡Jefe! ¡La comida está servida! —Grito Matsumototo desde la parte de arriba de la compuerta.

—¡Bájenla aquí maldita sea! —Escupió este alejándose de mi persona.

—Qué forma de arruinar el momento —Sonreí entre carcajadas largas.

—Ni que lo digas jodi--- —Mientras se quejaba se resbalo y estuvo a punto de caerse, rápidamente reaccione y lo tome por los brazos.

Fue un acto sumamente ridículo, su peso era superior al mío, por lo que ambos terminamos cayendo al suelo, el dolor del impacto fue rápido, pero pronto escuche como este se burlaba de la situación, contagiándome su excelente humor. Al final y tras un rato, bajaron las viandas con comida, unos arreglos sumamente bonitos, con un sabor particularmente exótico y delicioso.

Tras comerlo todo decidimos reposar un momento, compartí con Kuso las sesiones que tenía grabadas en el teléfono, los comentarios de mis seguidores, los de algunos detractores que insultaban mi peso, mi origen o mi cara, la cual distaba mucho de la perfección solicitada por los medios actuales, este burlo diciendo que los mandaría a matar o bueno... Espero que sea solo un chiste.

—Tu talento es alucinante mi amor, deberías tener tu propia academia de danza —Sugirió este como una tentadora oferta.

—Podría y tu podrías ser el accionista mayoritario, imagínatelo, tu y yo en una hermosa nación, ayudando a que muchos chicos se conviertan en grandes bailarines —Ofrecí de forma soñadora.

—Es una bonita imagen, me encantaría hacerla realidad cuando todo esto termine —Aclaró este carraspeando su garganta.

—Ella no resucitara... Por más que los destruyas a todos, no volverá —Le dije con una amarga crudeza.

—Lo sé, demonios Valeria ¿Nunca has querido vengarte de alguien? ¿Qué tal de tu mamá? ¿Qué harías si la vieras? —Me consulto este con dolor.

—La ignoraría, porque eso es lo que se merecen, la vida les traerá un castigo, solo tienes que esperar y... —Antes de que terminara mi punto el me detuvo.

—¡No! Este mundo es un lugar horrible... Solo nosotros podemos volverlo un sitio justo —Inquirió este, de nuevo sus verdades eran demasiado poderosas.

—Como quieras... —Aseguré abrazándome las piernas.

—¿Por qué te molesta tanto que quiera devolverles lo que me hicieron? ¿Acaso sabes el dolor que siento en el pecho? —Me reclamó este con impotencia.

—Por qué comienzo a quererte tonto y yo... He perdido a todos los que amo, uno tras otro, sin parar —Confesé entre lágrimas, no sé en qué momento me puse tan melancólica.

—Yo... —En ese instante pareciese que su consciencia por fin entendió lo que le decía —No me pasara nada, ya te lo dije —Afirmó este confiando.

—Eso mismo me dijo Derek, antes de que nos descubrieran y lo golpearan hasta obligarlo a traicionarme y después... —Mi llanto se salió, tonta de mi por abrirme ante este estúpido hombre.

—Pues de eso no te preocupes, no importa lo que me hagan o incluso si me matan, si me aceptas como tu pareja te seré fiel hasta el final —Garantizó este con una seguridad innata.

—No quiero fidelidad, quiero ser feliz con alguien —Corregí lo que expresaba.

—Entonces eso tendrás, tus palabras son ordenes Valeria, pero no puedo parar ahora, no después de todo lo que ya he hecho —Ese comentario despertó en mí todas las alarmas.

—... ¿Y qué es exactamente lo que has hecho? —Me interesé ante esa declaración. 

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora