(...) Calles de Nagasaki / Valeria
Camine un poco junto a él de forma tranquila, alejándonos poco a poco del ruido de los grandes centros turísticos. La belleza de ese territorio entra por los ojos con mucha facilidad, los carteles deslumbrantes y la tecnología comienza poco a poco a calar en ti, te das cuenta de inmediato que si todo el mundo tuviera acceso a semejantes maravillas el planeta sería un lugar mucho mejor.
—¿Qué querías conversar tesoro? —Cuestionó Yakuso mirándome de reojo.
—Quería que me siguieras contando un poco más de tu historia, pero antes de eso, me gustaría hablar sobre otras cosas también —Dije con cierta pena, como si la interrupción que hice en sus planes no fuera tan importante.
—Muy bien, soy todo oídos —Su atención me encantaba, sabía que estaba ocupado, sin embargo, allí estaba, escuchándome otra vez.
—¿Lo que le dijiste a los políticos es cierto? ¿Estás a cinco muertes de terminar tu venganza? —Profundicé de forma notoria.
—Es correcto, en cuanto acabe con ellos la cuenta estará saldada —Manifestó Kuso satisfecho.
—¿Qué has pensado sobre lo que vendrá después? —Dudé emocionada al respecto.
—No me gusta planear tan a futuro, después de todo ni siquiera sé que pasara de aquí allá —Confirmaste mis temores al darme esa contestación.
—Supongamos que todo sale de maravillas ¿A dónde irías? —Me interesé con emoción.
—Pareces muy empeñada en conocer mis deseos futuros ¿Planea estar tanto tiempo a mi lado señorita Otero? —Interrogó este de vuelta.
—Puede ser... Por eso quiero saber si contigo habrá un después —Acepte a medias, viéndolo directamente a sus ojos y a su cabello castaño, el cual jugaba de forma armónica con el viento.
Eso conllevo a un instante de silencio que se presentó significativamente incomodo, las respuestas que queríamos eran inciertas, porque las misiones eran sin duda peligrosas y el saber si se sobreviviría a ellas simplemente era imposible. Cuando estaba por darme por vencida y cambiar de conversación note en sus labios la necesidad de indicarme algo.
—Lo habrá, de eso puedes estar segura, junto a mí no te faltará nada, en ningún aspecto mi querida perla, lo único que pido es que me entregues tu confianza y por supuesto, tu amor —Sus palabras se mesclaron junto a sus deliciosos labios, una fusión sin duda maravillosa.
No me cansaba de su incesante presencia, era algo que sin duda me encantaba. Ahora detallo que su cuerpo tiene los mejores rasgos masculinos, pero la sutileza y belleza de las damas, con una piel suave y tersa. El intercambio me hacía estremecer, a quien podía engañar, deseaba entregarme completamente a su persona, eso no iba a cambiar o a ser diferente por mucho que lo intentara, existían otros partidos, más seguros, más sencillos, desgraciadamente yo estaba embobada con este, aun con sus infinitas dificultades.
Este uso toda su fuerza para levantarme por los aires, mientras yo gritaba que me bajara entre risas y exclamaciones, corrió cargando conmigo hasta llegar al muelle, donde lo infinito de las mareas me hizo ignorar su repentino arranque de locura, el lugar estaba hermoso a esa hora de la noche, la oscuridad nos abrazaba casi en su totalidad, salvo por las luces que marcaban el camino tanto a peatones como a vehículos, la belleza de cualquier isla es el disfrute constante de la costa.
—¡Eres un loco! —Grite conmocionada por su efusivo estado de ánimo, viendo como a lo lejos sus escoltan llegaban con notorios signos de cansancio.
—¡Fue divertido! —Carcajeó este centrando su atención en un barco —Supongo que ya debe zarpar de nuevo —Habló Kuso con seriedad.
—¿Es el que usaste para sacar a esas chicas? —Dudé intrigada.
—Correcto, espero de corazón que puedan reconstruir sus vidas, los traumas que este tipo de eventos dejan en uno son terribles, yo lo sé muy bien, detesto que existan tantos seres humanos así —Alegó este con desprecio, refiriéndose a sus secuestradores.
—A las personas les gusta poseerlo todo y en el mundo real cualquier persona poderosa puede hacer lo que se le antoje, ya no existe nadie que los detenga, ningún organismo que vele por proteger la paz —Repliqué sentándome en las orillas del muelle, notando como a lo lejos se podía ver la otra parte de Nagasaki y de forma aún más lejana, otras islas japonesas.
—¿Y cómo harías tu para resolver ese problema? ¿Crearías algún tipo de sociedad militar privada? ¿Cómo garantizas que no se venderá cuando llegue el momento? —Me pregunto con fascinación, reposando justo a mi lado y recostando su cabeza en mis piernas.
—Así te vez muy gracioso —Añadí antes de contestarle —No creo que la violencia sea directamente la respuesta, es decir, mira a Alphonse, el no lucha, pero sus habilidades le permiten imponerse ante muchos enemigos o Jinmei, que puede conseguir siempre mayores cantidades de dinero, estoy convencida que la clave está en el talento humano —Afirmé en extremo convencida.
—Entonces allí tenemos la solución, cuando acabe con esos condenados formare un grupo de las mentes más brillantes del mundo, impulsare sus provechos, con la condición intrínseca de que usaremos el dinero para hacer del planeta un lugar mejor —Garantizó con un rostro soñador, mientras que yo jugaba con las hebras de su cabello —Y buscare jóvenes brillantes que puedan continuar con nuestro legado, si cambiamos la mente de la nueva generación, el trabajo se preservara con el tiempo —Acotó de manera brillante.
—Sin duda es un visionario Kuso-san —Carcajee ante su optimismo, era poco habitual en él, sin embargo, no me molestaba en lo más mínimo, de hecho, me dolía que este no fuera un ámbito más desarrollado por su persona.
—Tú también Valeria y quisiera que todo esto se acabara pronto, no tenía ninguna expectativa de vida hasta que te conocí, si moría acabando con la vida de mis enemigos estaba feliz, pero eso cambio, ahora quiero seguir aquí... A tu lado —Al escuchar esas palabras tan sinceras bajé mi cabeza hasta que pude tenerlo lo suficientemente cerca como para besarlo.
Este ya no era apasionado, se trataba de un intercambio cariñoso y feliz, junto a este chico podía vivir todas las fases de lo que siempre soñé que era el amor, no solo la magia en esos fogosos encuentros, sino también la simpleza de caminar y charlar, comer, reír y dormir, estaba en esos momentos toda la alegría que de niña se me fue negada, cuando mi madre considero que era un bien preciado al que le podía sacar provecho.
—De acuerdo... —Suspiro este sonriente al separarse de mis labios —¿Querías que te contara lo que paso después de que recuperamos la casa de Nagasaki cierto? —Cuestionó este levantándose de nuevo.
—Si, por favor —Inquirí siendo ayudada por su mano.
—Recorramos la costa, te lo diré todo —Prometió este galante, entregándome un paseo lleno de recuerdos por el universo que era su mente.
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El Soberano Yakuza
RomanceCuando dos personas que no tienen nada que perder se unen, nada bueno puede salir de esa mezcla, Valeria era una bailarína de un casino de la Habana, salió como cualquier otra noche a dar un espectáculo hermoso, sin quererlo, llamo la atención de un...