(...) Costa de Haití / Yakuso
Llegue con mis hombres hasta el lugar especificado en los radares que Alphonse nos había otorgado, en esta ocasión el apoyo táctico seria limitado, ellos debían enfocarse en la pantalla de humo, mientras que nosotros asumiríamos el rol de ejecutores. El barco no era visible a simple vista, por lo que con unos binoculares pudimos tener un acercamiento más específico, en los dispositivos se registraba de forma muy clara los pasos de Kazuya, su muerte estaba próxima, tan cercana como el gatillo de mi arma.
—Guardaremos el equipo en esto, lo mantendrá impermeable hasta que estemos arriba —Aseguró Kato con un morral a prueba de líquidos.
—Estupendo, revisen su indumentaria y partamos —Ordené con un rostro centrado, viendo a mis socios aceptar sin reparos.
Éramos nuevamente once efectivos, mis dos más confiables y ocho novatos, junto a mi persona. Comprobamos las bombonas de oxígeno, los trajes de buceo y los arpones con los que subiríamos a la orilla, mi asesor científico había preparado un satélite por encima de sus cabezas, el cual nos daría imágenes claras de los guardias que custodiarían la cubierta.
Con esto en mente nos dirigimos a una lancha pesquera y comenzamos la aproximación al lugar de la misión. Donde nos aferraríamos a unos sistemas de propulsión, de esa forma estaríamos en la embarcación mucho antes de que el sol saliera por el horizonte. El tipo que nos llevaba era un sujeto común, de una edad avanzada, odiaba profundamente a las bandas armadas, no porque le hicieran particularmente algo, según él, su presión obligo a su hijo y su familia a emigrar fuera de la isla, intentaron hacer la travesía por la selva del Darién para llegar hasta el norte de américa, desgraciadamente murieron por el camino.
—Muchísimas gracias por su colaboración caballero, aquí tiene lo prometido —Agradecí entregándole un fajo de billetes, el cual equivaldría a una vejez tranquila y alejada del trabajo forzado.
—Aprecio, pero sabe si quiera ayudarme... No deje a ninguno vivo —Suplicó el señor en un intento por comunicarse fluidamente en inglés, aunque su lengua predilecta fuera el francés.
—Todos morirán, téngalo por seguro —Prometió Kosuke lanzándose a las aguas, siendo seguido por la mayoría de los jóvenes.
—Nos vemos en la superficie jefe —Indicó Kato dándome una palmada en la espalda.
—Vengare a su hijo, téngalo claro —Expresé con un profundo sentido del deber, vidas perdidas por la negligencia de los poderosos, ya no más, no ahora que formaba parte de este mundo.
Nos lanzamos a la mar como unos piratas, decididos a invadir ese barco y acabar con nuestro blanco. Nos movíamos a grandes velocidades por el lecho marino, apoyado en ese propulsor que descartaríamos en cuanto estuviéramos lo suficientemente cerca. Que bastos y peligrosos eran esos inmensos rincones del mundo, donde podrías perderte para siempre y no ser encontrado jamás, donde los grandes devoran a los pequeños sin piedad.
Pudimos ver la coraza inferior de la embarcación cuando estuvimos lo suficientemente cerca, esta estaba inerte, esperando que la hora del encuentro con los compradores llegara. Salimos a la superficie con cautela, escondidos bajo la oscuridad que nos brindaba la madrugada, nos quitamos las bombonas de oxígeno y las abandonamos, viéndonos los unos a los otros, esperando mis órdenes.
—Momento —Susurré sacando mi teléfono con calma, revisando el programa satelital que tenía activado.
Visualice con claridad la posición de sus escoltas, el miedo hacia mi persona era notable en la disposición casi insana que tenia de guardias, uno solo era mas que suficiente para vigilar un flanco, pero el opto por tres para cada uno, por lo que mis miedos se cumplieron, no tenia puntos ciegos, un total de veinte escoltas vigilaban celosamente la cubierta de la embarcación y Kazuya estaba en el centro de la misma, totalmente protegido, si queríamos adentrarnos tendríamos que abrirnos paso a la fuerza.
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El Soberano Yakuza
RomanceCuando dos personas que no tienen nada que perder se unen, nada bueno puede salir de esa mezcla, Valeria era una bailarína de un casino de la Habana, salió como cualquier otra noche a dar un espectáculo hermoso, sin quererlo, llamo la atención de un...