Los Primeros Cinco

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(...) Casa Segura / Nagasaki / Varios años en el pasado

Después de esa fructífera reunión Kato mudo sus materiales a la propiedad, estaba convencido en la causa que teníamos y de esa forma las armas llegarían primero a mis manos antes de a las de cualquier otro, evitando así más tragedias que ocurriesen en las calles, por mucho que intentara convencerme de que su objetivo era que la población estuviera protegida, no dejaba de pensar en que él mismo también las ponía en las manos de los perpetradores, sin embargo, no había tiempo para juzgarlo, en la vida se le debe sacar el mismo partido a los malos como a los buenos.

En cuanto se comenzó a descargar la mercancía procedí a pedirle a Trudy que hiciera la cena, sus manos y las de su madre definitivamente estaban bendecidas, nos deleitaban con una sazón hogareña que muchos presentes nunca probaron, se ganó el cariño de todos rápidamente e incluso Hirano que pensó que salvarla de ese capo había sido una pérdida de tiempo, estaba contento de que lo hiciéramos. Tras reposar los alimentos y ver un poco de las noticias, procedí a citar al personal, Alphonse tenía un reporte muy interesante que presentarnos.

Baje a las escaleras que daban a los salones subterráneos de la mansión, está ya empezaba a cobrar formar, las armas, los billetes, la tecnología y el poder, un ambiente que me abrazaba desde mis años más tiernos y que ahora cobraba un nuevo significado, ya no se trataba de hacer sufrir a las personas, sino de hacer pagar a los desgraciados que estaban por encima de la ley. Tomamos asiento en una gran mesa y el alemán fue el único que permaneció de pie.

—De acuerdo caballeros, ahora les presento a nuestros objetivos —Indicó sonriente, mostrándonos en una pantalla las once figuras, solo una de ellas estaba tachada, las otras se veían muy campantes —Akiro fue asesinado cuando se recuperó esta base, es importante señalar que, de ellos, en estos momentos solo podemos atacar a cuatro, no más —Su condición rápidamente me enojo.

—¿Por qué motivo? —Cuestioné viéndolo fijamente.

—Son los únicos que están residenciados en las afueras de Tokio, Dai se encuentra en Hiroshima, Hiroshi en Hyogo, Tadashi en Aomori y Yasahiro en Saga, los otros están dentro de este sector, en donde existen grandes concentraciones militares y policiales, de atacarlos, nos meteríamos en un aprieto importante —Explicó detalladamente el caucásico.

—Comprendo ¿Necesitaríamos mas hombres para confrontarlos? —Dudó Hirano con los brazos cruzados.

—Más que eso, necesitamos amigos importantes, contactos, más dinero y por supuesto personal, ahora mismo, incluso con los que trajo Kato no somos más que una guerrilla diminuta, seriamos aplastados como insectos si damos el paso equivocado —Expresó el científico con una seriedad agresiva.

—De acuerdo ¿Qué beneficios obtendríamos de matar a esos inútiles? —Dudó Yudai bebiendo un poco.

—Principalmente, nos quedaríamos con la parte de la fortuna de Katsumoto que se les fue asignada, en total son aproximadamente trecientos millones de dólares —En cuanto pronuncio la cifra todos abrieron sus ojos como platos.

—¡No perdamos el tiempo! ¡Vayamos a volar traseros! —Afirmó motivado Kato.

—Oye muchacho, relájate, no creo que sea tan fácil como ir a dispararles, estos tipos seguro estarán preparados —Advirtió el más anciano.

—Mako tiene razón ¿Averiguaste a que se dedican? —Interrogué con interés.

—Por supuesto Yakuso-sama, Dai está lavando el dinero sucio, en mi opinión es el blanco más fácil, Yasahiro comercia con sustancias ilícitas, las exporta desde Latinoamérica, Hiroshi está en el tráfico de inmigrantes que vienen de distintas regiones pobres de Asia y Tadashi... Sin duda es el más peligroso —Enfatizo este fijando su cara como un pez muy gordo.

—¿Cuál es su pecado? —Cuestioné suspirando.

—Tráfico de órganos, tiene bandas armadas muy bien preparadas y está creando empresas que suplantan el origen real de sus ganancias, es un desalmado y siempre va muy bien protegido, se podría decir que tiene su propia milicia, deberíamos ir con cuidado si queremos atraparlo —Alegó el rubio.

—Desgraciados canallas —La rabia hervía en mi sangre, héroes llenándose los bolsillos sin ningún tipo de represalia, sin nadie que los castigara, apadrinados directamente por la crueldad humana de los gobernantes.

—Bueno jefe, esto es todo lo que tengo, usted decide —Me entrego la palabra mi asesor científico, esperando a que yo llevara a cabo la planeación de los ataques.

—Es evidente que debemos ir primero a Hiroshima, si acabamos con ese tipo le quitaremos parte de la careta a esos hipócritas, luego Saga, Hyogo y por ultimo Aomori, sin embargo, no tengo idea de cómo procederemos. Estaré durante la noche analizando la información, Kato quédate e indícame cuales son nuestros números, el resto puede irse, muchas gracias —Me incline en señal de respecto, acción que fue precedida por mis colegas.

Ya en tranquilidad pude ver las cifras exactas con las que contábamos. Treinta hombres en total, veinte armas largas, dos lanzacohetes, cinco escopetas y cinco pistolas. Eran valores honestamente tristes, sin embargo, con menos cosas se han creado auténticas revoluciones, por momentos evaluaba ese edificio de oficinas administrativas donde reposaba con seguridad Dai, creyéndose el amo y señor del mundo.

Me hervía la sangre cada vez que venía la imagen a mi cabeza, sin embargo, allí me di cuenta de algo importante, la seguridad seria mínima, esto no se trataba de contundencia, sino de inteligencia, nos infiltraríamos como un parasito en sus puestos de trabajo, la tecnología de Alphonse nos ingresaría como miembros de la nómina laboral, así pasaríamos los análisis de huella y escáneres de retina. Ascenderíamos piso tras piso hasta alcanzar su oficina y entonces le mataría sin que nadie hiciera escándalo al menos esa era la teoría.

—¿Jefe? —Dudó mi asesor financiero al ver que seguía delante de la pantalla, tras interpretar toda la noche los objetivos.

—Reúne al equipo Jinmei, es momento de contarles cuales serán nuestros siguientes pasos —Sonreí con emoción, pues aproveché el tiempo para trazar las rutas de ataque de las siguientes incursiones.

Era muy claro ahora para mí, fui obligado a dormir por mis hombres, ya que mi salud se vería afectada gravemente de no hacerlo, solo que la ansiedad invadía mi ser, no descansaba sabiendo que esos tipos estaban por allí, libres y felices, admito que en ese momento estaba obsesionado con la idea de sus muertes, sin embargo, no pararía hasta que todos ellos estuvieran enterrados. 

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora