Secuestro

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(...) Nagasaki / Casa de Yakuso / Valeria

Una masacre, los empleados habían sido asesinados cruelmente, esta vez trague grueso y contuve las arcadas, intente mantener la calma lo mejor posible, entre los cadáveres se encontraba nuestro jardinero y muchos jóvenes inexpertos, quienes perdieron su vida antes de reclamar los frutos de este arriesgado trabajo. Intentaba ver si alguno seguía con vida, pero todos estaban muertos, una horrible sensación me recorrió por completo ¿Acaso ya no tenia nada?

Camine a la cocina intentando darme valor, al llegar conseguí todo lo contrario, empecé a llorar con una gran amargura, Trudy estaba tirada en el suelo, le perforaron la espalda cuando intentaba escapar, la sensación de vacío en mi pecho era horrible, ya no tendría su café, ni su grata risa o sus comentarios mordaces, fue aniquilado con un impacto certero y eficaz.

Salí corriendo hacia los cuartos, buscando por las escaleras algún sobreviviente, toda la zona de arriba estaba completamente vacía, eso si, la habitación que Kuso y yo compartíamos yacía revuelta, mi pecho latió con fuerza, marcas de sangre y golpe por doquier, sin rastros de mi amado o de su teléfono, cualquier cosa que me sirviera para dar con su paradero.

—¿¡Hay alguien aquí!? —Grite con todas mis fuerzas, intentando recibir alguna respuesta.

—¡Valeria! —Exclamó una potente voz que venia del subsuelo.

—¡Voy! —Secándome el llanto acudí al llamado.

Baje rápidamente unas escaleras y sin tener siquiera una idea de lo que me esperaba empuje la puerta, Hirano estaba agonizando, el chef Matsumoto se encontraba haciendo todo lo posible por contener la hemorragia, Kato y Kosuke apuntaban a la entrada con ansiedad, aquí abajo las luces de neón suplantaban las naturales y el frio era considerable, era la primera vez que descendía a este sitio, me resultaba penoso que fuera en semejantes condiciones.

—Que bueno que eres tu —Alegó el muchacho bajando el arma.

—¡Alto idiota! Puede ser una trampa —Declaró el armero paranoico.

—Les dije que no, la señorita Otero no tiene nada que ver en esto —Musitó Alphonse con un suspiro pronunciado —Acérquese y cierre la puerta por favor —Solicitó el rubio con un tono obstinado.

—¿Qué le paso? —Dudé aceptando las condiciones del alemán y viendo fijamente al escolta.

—Herida en el abdomen, se cargo el primer grupo de asaltantes que entro a matarnos, lastimosamente lo hirieron —Explicó el chef tembloroso.

—Luego nos escondimos aquí, Alphonse nos advirtió de la cantidad de enemigos, fue una trampa, el condenado gobernador de Nagasaki nos tendió una buena —Aseguró Kosuke con un profundo odio.

—Ahora lo que no sabemos es quien pudo decirles todo sobre nosotros —Meditó Kato enfadado.

—Mako, él lo hizo, me llamo para escoltarme de vuelta a la propiedad, es evidente que nos traiciono... ¿Dónde está Kuso? —Pregunté temiendo escuchar la respuesta.

—Lo secuestraron —Reveló el economista saliendo de la sala de servidores, donde Alphonse no paraba de teclear códigos.

Me tome un momento para asimilar aquello, otra vez, tenia al amor de mi vida, la libertad y la felicidad, la vida de nuevo me lo arrancaba todo de las manos, pero no, esta vez no me dejaría, mantendría la cabeza fría y colaboraría para hacer pagar a esos bastardos, si Yakuso hizo una masacre para sacarme del casino, yo no podría darle menos.

—¿Dónde lo tienen? —Dudé con el pecho acelerado.

—Creemos que en Roppongi —Habló Hirano con el rostro demacrado.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora