Redada Definitiva

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(...) Aeronave de Yakuso / Cielos de Nagasaki

A solo unas cuadras desde donde cometió el atroz acto de asesinato, allí había ido a parar el anciano que alguna vez compartió la mesa conmigo, en el hotel Shirokuma, que tenía temática de la cultura esquimal, oculto y con pavor de mi respuesta ante su afrenta, la zona estaba tomada, una gran cantidad de personal policial patrullaba y seguro muchos más aguardarían las entradas, tristemente eso no sucedería.

Repasamos las condiciones varias veces antes de tomar una decisión clara de lo que haríamos, sabíamos que estaba en uno de los últimos pisos, el numero veinte, si quisiéramos llegar hasta allí el proceso seria largo y engorroso, no obstante, existía un medio muchísimo más fácil para alcanzarlo, eso sí, en extremo peligroso. Subimos a mi avión privado y decidimos darnos una vuelta por la ciudad, vigilando la posición.

—¿Cuánto nos falta para estar sobre el edificio? —Cuestioné meditando un poco, mi mente tenía que estar lo más serena posible.

—A un kilómetro —Especificó Kato revisando las estimaciones de vuelo.

—¿Estamos seguro de esto? —Dudó Kosuke sintiéndose sumamente nervioso.

—Si te dan miedo las alturas hubiese sido mejor que te quedaras —Mencioné con una sonrisa cruel.

—No es eso jefe, es solo que... —Sin saber que decir se estaba haciendo un lio con las palabras.

—Descuida tonto, será pan comido, yo mismo me asegurare de guiarte —Consoló Hirano con una expresión serena.

—Bueno señores, estamos a punto de meternos en la boca del lobo, abajo nos estarán esperando, la caída será dura y en cuanto lleguemos tendremos que hacerlo disparando, confiare en vosotros para vengar a mi esposa, estoy seguro que vigila nuestros pasos y cuida de nosotros, por favor no la decepcionen —Animé con un rostro indómito.

—¡Si señor! —Exclamaron todos con fervor, brindándome la fuerza que necesitaba para poder conseguir mi cometido.

La compuerta se abrió, Alphonse fue el encargado de trazar la trayectoria exacta que tendríamos que seguir en la bajada para llegar justo a la azotea, creo sin temor a equivocarme que esta era la vez en la que más me interesaba que sus cálculos fueran precisos. Nos arrojamos como aves de rapiña, en busca de la presa a capturar, pude sentir la presión de los vientos golpear mi rostro, para evitar que la ruta se torciera tendríamos que abrir el paracaídas lo más cerca posible del suelo.

No podía ni escuchar mis pensamientos, la fuerza de la brisa tapaba mis oídos, lo que antes se veía lejos estaba cada vez más cerca, el miedo podía hacer que fallara, por eso era que necesitaba la mente fría, enfrentarme a la muerte sin que los horribles pensamientos que había tenido al perderla me afectaran, eso era imperativo para tener éxito.

Abrí el dispositivo en el momento correcto, siendo jalado con fuerza hacia atrás, cuando estuve muy cerca del piso de la terraza, me liberé de las ataduras, cayendo justamente en el borde, la mayoría de mis socios fueron apareciendo uno tras otro, incluso en aterrizajes más precisos que el de mi persona, desenfundando sus armas al segundo.

—¡Auxilio! —Escuché gritar a Kosuke, quien se había quedado atorado en su paracaídas.

—Condenado tonto —Protesté alzando la mano para atraparlo, este la agarro por poco y con ayuda del resto de mis escoltas pudimos cortarle los amarres.

—Gracias señores —Suspiró el joven con la respiración agitada, muerto de pánico y estrés en su mirada.

—Mira que casi morir antes de comenzar la misión —Reclamó Kato con un tono iracundo.

—Lo siento, era la primera vez en mi vida que lo hacía —Admitió este con vergüenza, provocando que nos enfadáramos de verdad.

—Me dijiste que ya tenías experiencia en estas cosas —Protesté cruzado de brazos.

—Bueno, es que no quería quedarme fuera de esto, yo también deseo vengar a Valeria-sama —Aseguró este con una expresión furiosa.

Nuestras conversaciones fueron detenidas cuando escuchamos la puerta que daba acceso a la azotea abrirse, el sujeto que salió se quedó helado al vernos y antes de que pudiera decir nada fue asesinado por un disparo de Hirano, no podían quedar cabos sueltos y la mayor ventaja que tendríamos era aprovechar el factor sorpresa, destruiríamos ese lugar, por lo que esperábamos que los civiles pudieran evacuar a tiempo.

—Supongo que ya no podemos evaluar las condiciones del plan —Musité con un tono desalentador //—De acuerdo señores, es momento de hacer limpieza, Alphonse confírmanos la posición del objetivo —Solicité presionando el auricular que tenía en mi oído.

—Piso veinte cuarto f, al fondo a la derecha —Declaró con gran seguridad.

—Perfecto, en movimiento —Comandé soltando el seguro de mi arma.

Avanzamos incansables por las escaleras, enfrentando a todo el que tenía la osadía de cruzarse por el camino, un dúo fue a revisar que había pasado con su compañero, topándose con una lluvia de fuego, la calidad arquitectónica de esos pasillos era sin duda esplendida, amurallados como si fuera bloques de hielo y con un aire acondicionado sumamente fuerte. Todo estaba tapizado con un pelaje similar al de los osos polares y los agarres de los pasamanos eran puntas de lanzas, sin duda un concepto interesante.

Continuamos por esos corredores repartiendo muerte a nuestro paso, eran una cantidad considerable de enemigos los que trajo Mako para que lo custodiaran, creyendo que eso sería suficiente para evitar que lo buscara, ese imbécil se enteraría muy pronto de lo que le correspondía, si esperaba una muerte limpia estaba equivocado.

// —Alphonse, prepara un helicóptero para que nos saque de aquí, no quiero sobre saltos al largarnos —Aproveché un momento de paz para coordinar la huida.

—¿En cuánto? —Interrogó con intriga.

—Cuatro horas, en ese tiempo estaremos listos —Mis escoltas no entendieron el porque nos tomaría tanto, cuando ya estábamos a punto de llegar al piso correspondiente.

—De acuerdo —Aceptó este sin decir más nada, cortando la comunicación. //

Finalmente nos planteamos delante de la entrada que daba al final de nuestra misión. Podía ver el agotamiento en mis efectivos, sus fuerzas mermaban poco a poco, no obstante, su convicción seguía igual de recia, un detalle me hizo sonreír gratamente, no solo mis hombres de confianza, los jóvenes también estaban allí, todos en pie.

—Nadie ha recibido ni un rasguño, mi amada definitivamente nos está protegiendo —Analicé en mi mente —¡Vamos! —Exclamé pateando la puerta, era tiempo de seguir.  

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora