Intentando Comprender

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(...) Edificio de Lujo / Tokio

Los días pasaban y la normalidad se mantenía, ella me solicitaba cosas y yo se las traía, poco a poco su cuarto se convirtió en toda una guarida, le añadí una computadora, un teléfono, varias consolas de videojuegos, peluches, juguetes y dispositivos electrónicos, era algo que me perturbaba, cuando le conté sobre la situación a mis escoltas y asesores estos se rieron a carcajadas. Jinmei fue el único que se lo tomo con la seriedad que esperaba.

Insistía en que debía darla en adopción, era lógico que sus padres no la querían en absoluto, pero yo no podría hacerme cargo de ella y vivir encerrada, así fuera con condiciones magnificas, seguía siendo un crimen, en especial con una adolescente, la cual debía vivir sus propias experiencias. Medité sobre eso un poco, era la opción más lógica, sin embargo, decidí que en la mañana lo conversaría con ella, era un individuo, necesitaba saber su opinión al respecto.

Esa noche tuve sueños sumamente hermosos, recorría el mundo con Valeria, en una luna de miel que nunca se acababa, veíamos cosas maravillosas y al final envejecíamos juntos, con el tiempo acepté estas ilusiones, pues eran lo más cercano que estaba de la felicidad, no obstante, un toque en mi brazo hizo que me sacudiera un poco y finalmente despertara de mi letargo.

—¿Tenemos galletas con chispas de chocolate? —Preguntó una voz serena.

—En la despensa... Pero no te comas más de una —Dije de forma instintiva, abrazando la almohada.

Poco después caí en cuenta de lo que pasaba, abrí los ojos como platos y me puse de pie, estaba en shorts cortos, saqué mi revolver de la mesa de noche y salí corriendo a la cocina, con un pijama de osos, el pelo revuelto y dos galletas, una en su mano y la otra en la boca, la joven pelirroja me miraba con una expresión inalterable.

—Lo siento... Tenía hambre —Se disculpó por tomar los alimentos, cuando eso era lo que menos importaba.

—Cómo es que tu... —Balbucee medio dormido, colocándole el seguro al arma y dejándola sobre la mesa.

—Porque soy Dios —Garantizó caminando de vuelta a la habitación.

—Voy a matar a los que lavan tu ropa, espera un momento —Detuve antes de que deliberadamente se volviera a encerrar —¿Quieres chocolate caliente? —Ofrecí intentando ser cortes.

—Si por favor —Aceptó volviendo al interior de su habitación —Me lo traes a la cama, aquí afuera huele feo —Se quejó ingresando a su alcoba dejándome completamente perplejo.

Era lógico que no se trataba de una muchacha convencional, quizás tendría algún tipo de desorden mental que afectaba su entendimiento de la situación, con el fin de indagar más llene dos tazones con el delicioso liquido hecho a base de cacao, cuyo dulzor y ricura era sencillamente indiscutible, al meterme en la recamara comprobé que olía a lavanda, cosa rara porque jamás compre esa esencia.

—Siéntate —Invitó tocando su lado en la cama. Oferta que acepté gratamente antes de entregarle la taza —Esta muy rico —Dialogó degustando el sabroso brebaje.

—Supongo que primero debería presentarme, soy Yakuso Kyura ¿Cuál es tu nombre? —Solicité intentando entablar una conversación, pues por las carpetas de Alphonse ya lo sabía.

—Seguro que sabes quién soy, tú me secuestraste ¿No es verdad? —Su pregunta me dejo congelado.

—Así fue... De acuerdo Natsumi Nakamura —Menté viendo que esta bajaba la cabeza en expresión afirmativa —¿Cómo te sientes respecto a esta situación? —Dudé con interés.

—Creo que cometiste un terrible error, mis papás me odian, nunca pagaran por un rescate —Afirmó viéndome con sus profundos ojos heterocromicos.

—Sí, eso ya lo noté ¿Qué te gustaría hacer? ¿Quieres ser libre? —Debatí las opciones, tampoco es que tuviese demasiadas.

—No me gusta mucho salir, creo que mi cuarto está bastante bien, aunque supongo que deseas que me vaya, debo estar estorbando —Aseguró intentando ser de alguna forma comprensiva.

—Por supuesto que no, es solo que... —Antes de que pudiera explicarme ella coloco un dedo en mis labios.

—No hace falta que lo digas, sé que no esperabas esto, hare mi maleta y veré a donde voy, espero que servicios sociales me acoja —Dijo está tomándose el chocolate rápidamente, buscando la manera de acomodar sus pertenencias.

—¡Alto! —Exclamé causando que esta me mirara fijamente —No te estoy corriendo, si quieres quedarte puedes hacerlo, no tengo problema con eso, solo que yo soy alguien peligroso y te traje por la fuerza —Señaló lo evidente intentando que esta comprendiera su situación.

—Nunca tuve tantas comodidades como ahora, libre o encerrada, dices que eres peligroso, pero nadie me ha tocado o golpeado, creo que tienes una idea equivocada de ti mismo —Inquirió ella agachándose nuevamente para recoger sus pertenencias, dejando ver algo que me provoco una ira tremenda.

—¿Cómo te hiciste eso? —Apunté a un hematoma en su espalda baja.

—Lo hizo mi padre por llorar, este fue por reír y este por enojarme, tengo varios, aunque gracias a mí ya tengo tiempo sin recibir ninguno —Aseguró sin mostrar emoción alguna, ahora todo tenía sentido, mediante maltrato físico consiguieron silenciar sus sentimientos casi por completo.

—Entiendo, bueno es tarde, descansa que mañana iremos a dar una vuelta ¿Te gustaría? —Ofrecí con un tono modesto, viendo que esta asentía.

—Buenas noches Yakuso —Se despidió metiéndose entre las sabanas.

—Dulces sueños... Natsumi —Musité nervioso, con emociones que se arremolinaban con fuerza en mi interior.

Volví a la cama, pero no pude dormir esa chica que estaba metida en ese cuarto era completamente diferente a lo que esperaba, no sentía absolutamente nada o quizás si lo hacía, pero era incapaz de expresarlo el odio hacia sus progenitores aumentaba en mi torrente sanguíneo, solo deseaba que llegara el momento específico para llamar a mis escoltas y que estos se ocuparan.

Deje su puerta sin seguros, el panorama era muy distinto, acababa de adoptar a una hija, sin quererlo, sin buscarlo, sin estar nada preparado, llevarla a otro lado sería algo sumamente cobarde por mi parte, lo haría única y exclusivamente por miedo a afrontar las consecuencias de mis actos, la realidad es que yo la había traído y ahora era mi responsabilidad hacerme cargo de ella.    

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora