Cabellos Rojizos

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(...) Uruguay / Unos días después 

Tras encargarme del traidor era momento de castigar a los tontos que quisieron ser más listos que yo, pensando que por esconderse mediante el gobierno no llegaría hasta ellos, grave error. Si bien es cierto que se les coloco una buena escolta policial, seguían siendo novatos en comparación a nosotros, un pequeño susto sería suficiente para convencerlos de que tenían que ponerse al día con la deuda y que por las molestias causadas esta se les duplicaría. 

Esperamos pacientemente en las afueras de una escuela, el punto débil de los padres nunca era ellos mismos, la verdadera forma de atacarlos era mediante sus hijos, implementando pistolas de dardos tranquilizantes aprovechamos el momento en que los agentes de custodia fueron al baño, primero se dirigió uno, al que dormimos en el acto y el hecho de estar tanto tiempo sin recibir respuestas del mismo les hizo ir a investigar, ya que su comunicadores estaba estropeado por intervención de Alphonse, cayendo en nuestras manos también. 

Con los estorbos fuera del camino ya solo restaba el objetivo principal, para este tipo de cosas yo no tenía nada de experiencia, sin embargo, Hirano era un experto, pues varias veces tuvo que tomar prisioneros para mi padre. Portando una ropa casual, ingreso en la escuela sin mayores problemas, durante un rato no supimos nada, hasta que comenzó a sonar la alarma de incendios y todos salieron huyendo despavoridos. 

// —Estoy en la puerta trasera —Avisó el varón mediante nuestra línea de comunicación directa. 

—Recibido —Respondí de inmediato, indicándole a Kato y Kosuke que volviéramos al vehículo.  //

Arrancamos como si nada y rodeamos la institución, revisamos que no hubiese nadie mirando y la metimos en el interior de la cajuela, sobre su rostro había un paño con cloroformo, no tenía ni un rasguño, su tacto estaba fuera de toda duda. Seguimos adelantes sin ser detenidos por absolutamente nadie, esto ponía en evidencia la calidad tan paupérrima de los servicios de defensa o quizás enaltecía la maestría que desarrollamos tras tantas misiones. 

Sea como fuere, la montamos en mi avión privado y nos dirigimos a Japón, en cuanto ejecutaran el primer pago la devolveríamos. Con la promesa de que lo siguiente que haríamos seria prenderle fuego a su local, en caso de que no cumplieran con las nuevas condiciones, prepare un cuarto sumamente cómodo para la invitada de honor, una hermosa niña de cabellos pelirrojos, tendría aproximadamente trece años y en sus ojos una condición única llamada heterocromia, al parecer le gustaba mucho la música, por lo que le suministre a su cuarto instrumentos, un colchón suave, un puf cómodo, baño y televisión. 

Le serviría comida tres veces al día incluyendo meriendas, el propio Matsumoto lo haría, no tenía la culpa de las imprudencias de sus padres. Tuvimos que mantenerla sedada durante el largo vuelo e ingresarla en una de las habitaciones de mi apartamento, no le dejaría una tarea importante a cualquiera, era una ganancia de casi medio millón de dólares, valía la pena todas las restricciones tomadas. 

Para mi sorpresa, el tiempo paso y no recibí ni un solo llamado, los medios de comunicación uruguayos reportaron el caso y los padres fueron investigados para ver si tenían algo que ver, claro que nada los inculpaba y delante de las cámaras aseguraban que estaban desesperados por encontrar a su retoño, pero su increíble silenció me tenía consternado, una semana completa transcurrió, mis hombres incluso sacaron la ropa sucia para que esta fuera lavada, aparte la actitud de la joven era muy dócil, en ningún momento pregunto por sus progenitores, solo tocaba, veía televisión, comía y dormía. Finalmente perdí la paciencia y llame al número de su restaurante, este me contesto en un español que no entendí muy bien, aunque por el tono se trataba del padre. 

// —Soy Yakuso Kyura ¿Acaso ya se olvidaron de mí? —Dudé en japonés, percatándome de que este no decía nada —Tengo a vuestra hija, si la quieren con vida deberán pagar el doble de lo que me deben —Amenacé con seriedad, sintiendo nuevamente indiferencia. 

—Por supuesto... ¿Es usted el Yakuza de Tokio correcto? —Interrogó en un tono muy tranquilo.

—Lo soy, si no me dan el dinero... —Antes de que pudiera terminar de hablar otra voz interrumpió la llamada. 

—Quédensela, es una buena para nada ¿Cuánto pagamos de la deuda si se la dejamos? —Sugirió la señora con un tono monstruoso. 

—Yo... Bueno, podríamos esclavizarla como dama de compañía durante diez años y después la devolveríamos —Declaré algo grotesco, esperando que su pantomima se esfumara. 

—Suena justo, aunque no es necesario que la traiga de regreso, puede tenerla como una muestra de buena fe —Finiquitó la mujer con frialdad, cortando la llamada. // 

El mundo sin duda era un sitio nefasto, el estado de su hija los tenia completamente sin cuidado, no les importaba, la rechazaron sin más, usándola como un medio para librarse de la pesada carga que portaban, vi hacia la puerta con tristeza, esa joven que estaba tras de ella no era querida por nadie. Sentí incluso ganas de llorar ¿Cómo podía existir en este planeta personas tan malvadas? Mi meditación fue interrumpida cuando la muchacha dio varios golpes a la puerta. 

—Hola... ¿Qué necesitas? —Consulté abriendo la rendija. 

—Panecillos, música, un cuaderno y un bolígrafo, arigato —Habló en un perfecto japonés.

—Tu... ¿Dónde aprendiste el idioma? —Interrogué confundido.

—No lo sé, en cuanto te escuche, en realidad todos hablan así por aquí ¿Dónde estoy? —Preguntó finalmente la pelirroja.

—En Tokio —Respondí un tanto perdido. 

—¡Si! ¡Por fin escape de Latinoamérica! ¿Eres de servicios sociales? —Dudó ladeando la cabeza. 

—No —Contesté preocupado. 

—Hm... ¿Traerás lo que te pedí? —Habló rascándose la barbilla. 

—Si —Dije impactado. 

—Okay —Acepto alzando sus hombros, arrojándose a la cama y encendiendo la televisión.

Cerré la rendija y analicé un poco, mediante los canales nacionales logro dar con la estructura semántica del idioma, eso era algo prácticamente impensable, en solo una semana, lo que empezó como una misión se complicó de forma estratosférica ¿Qué haría ahora con esa adolescente cuyas emociones parecían totalmente nulificadas? Mis alternativas eran escasas.    

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora