Roles de Mando

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(...) Nagasaki / Hotel / Valeria

La ubicación de mi amado era efectivamente en Roppongi, en el sector de Minato dentro de la ciudad de Tokio. Estaba en el interior de un apartamento en apariencia común de la zona, que ocultaba uno de muchos centros para tomar a la gente y secuestrarla, el terrible modus operandi de una red compleja de aprensiones creada por el tal Isao, solo en ese momento caí en cuenta de la calaña que conformaba a esos infra seres que Yakuso quería eliminar con tanto fervor.

Personas que prometieron su vida al bienestar de los demás, a la protección de los débiles, convertidos en maquinas de causar dolor por entregarse a los placeres mundanos y sobre todo a la codicia. Dinero, dinero y mas dinero, incluso ahora mismo mantenían prisionero a mi amado por esa bendita moneda, misma que hasta ahora yo veía que solo causaba dolor.

—¿Cuándo nos vamos? —Consulté con el pecho acelerado.

—No te mentiré Valeria, eso esta a mas de quince horas de viaje continuo en auto, es un trayecto en extremo largo y no tenemos manera de hacerlo mas corto, en cualquier avión nos decomisarían el armamento y esto es Japón, las regulaciones armamentísticas son un tema muy serio, lo que tenemos es todo a lo que podemos acceder —Suspiró el alemán ante la realidad que se nos presentaba.

—Lo mejor será dormir e iniciar con el viaje, si salimos a las seis am, estaremos allá por la madrugada —Afirmó Kato con fervor.

—Mal plan, mejor paramos en Osaka y después nos dirigimos directo a Roppongi, no sabemos cuánto poder tendrá Renko en la capital, mejor no detenernos en ningún hotel de Tokio —Puntualizo el rubio con un suspiro pronunciado.

—¿Por qué pararíamos? ¡El jefe nos necesita! —Argumentó furioso Kosuke.

—Ustedes quizás puedan aguantar el sueño sin problemas, pero Alphonse y yo somos diferentes, no aguantaremos si no descansamos, no querrán tener dos lastres medio dormidos con armas de fuego —Carcajee con certeza, viendo como ambos aceptaban a regañadientes.

Tuvimos que obligarnos a dormir, casi lo hicimos meramente por cansancio, ahora tendría que luchar para recuperar aquello que amaba tanto. Daba vueltas por la cama tratando de encontrar consuelo, sin obtenerlo en ningún momento, llorando cada tanto para aplacar la ansiedad ¿Cómo estaría? ¿Qué le estarían haciendo? Esas preguntas causaban un gran malestar en mi corazón.

—Kuso... —Sollocé con gran impotencia. Debí haberlo buscado, yo relajándome en ese maravilloso spa mientras el luchaba en solitario y perdía. Cuando estas cosas pasan uno lo único que puede hacer es culparse sin parar.

Y entonces vinieron las pesadillas. Soñé que yacía en una orilla, Yakuso estaba ahogándose al otro lado, me lancé al agua sin dudar, allí me di cuenta que estaba hirviendo, mi cuerpo se desvanecía, se destruía con cada brazada que daba, intentando llegar y salvarlo, pero cuando lo tomaba entre mis manos ya era tarde, el estaba muerto y yo no era mas que un esqueleto casi al borde de la desintegración.

Me desperté unas dos veces con ese sueño recurrente, bañada en sudor y con una temperatura corporal tan alta que cualquiera podría asumir como fiebre. Cuando vi que el reloj marco las cuatro de la madrugada decidí levantarme, eso para mi seria todo, me estire y bostece bastante, fui a la nevera y tome algo de agua que venia con la habitación. Acto seguido vi hacia la terraza, allí estaba Kato, el cuarto eran dos literas matrimoniales, una cocina con su refrigerador, el baño y las mesas de noche, lo suficiente para que un grupo pasara el tiempo y después se marchara. El armero estaba fumando, en un intento por quitarse el estrés.

—Hola —Saludé llegando por la derecha.

—Valeria-sama —Indicó este bajando la cabeza con respeto.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora