El Soberano Yakuza

Reflejos de un Pasado Cruel

(...) Salón VIP / Yakuso

Odio esperar, cuando le dije a ese pelmazo de Fabricio que quería ver a la bailarina estrella esperaba que me llevara con ella, pero lo único que conseguí fue que me trajera a este cuarto, nos diera licor y trajera mujeres. Bueno, mis socios están contentos, cebados con esas chicas, consiguieron lo que quería, yo sin embargo no estoy nada feliz.

—¿Cuánto más va a tardar? —Dudé al aire furioso.

—Estoy seguro que vendrá pronto... Jefe... —Hirano fue el único con la decencia de decir algo y eso que estaba particularmente ocupado.

—¿Nadie se ocupa de usted mi señor? —Me converso una señorita que yacía encima de Josua —Podemos traer a cualquiera para usted...

—Parece que no a la que realmente quiero —Musite en respuesta, tomando algo de whisky.

Cuando la puerta se abrió estaba listo para insultarlo, hasta que vi la joven que le tomaba la mano, sentí automáticamente celos y eso que seguramente ella estuviera casada, tal vez incluso tuviera hijos. Sin los plumajes se veía más sencilla, menos idílica y me gustaba más, solo portaba un enterizo negro y seguía fuertemente maquillada. Nadie se detuvo por su entrada y eso me encanto, todavía faltaba una hora para los doce, tiempo suficiente para una primera impresión.

—Amigo, te presento a la estrella de la noche, dile tu nombre querida —Fabricio le dio una orden, eso me desagrado ligeramente.

—Valeria Otero —Habló en voz baja, su cabello estaba suelto y la hacía ver como una fiera indómita, definitivamente se contradecía su figura con su actitud.

—Mi nombre es Yakuso Kyura cariño, eres debo decir, una belleza ¿Podemos tener algo de privacidad? —Comenté al jefe del casino en un español muy bueno, quería lucirme.

—Desde luego, disfruten la noche —Su sonrisa me molesto en sobre manera, sabía lo que pensaba, lo que todos creían, incluso tu mi preciosa bailarina, lo veía en tus ojos, en la forma en la que veías mi traje.

Miedo, un sentimiento que he despertado en los demás desde hace unos cuantos meses, muchos eran ajenos a ese pánico, pero tu podías ver los rincones más profundos de mi alma y estabas aterrada. Te di la espalda para dirigirme a una habitación exclusiva, cuando voltee estabas perdida en los demás, observando a las otras damas y a mis hombres. No era una sorpresa, todo lo contrario, más bien lucias resignada.

—Sígueme —Llame con seriedad, creí que lo tendría que decir de nuevo, pero enseguida viniste.

El área no era tan apropiada para conversar, había una cama y una de esas estrambóticas sillas onduladas, yo me decanté por el sofá, tenía cerca una mesita, apunte al sitio para que ella tomara asiento, estaba nerviosa, empezaba a sudar, yo me dirigí a la mesa y me serví un trago dulce, quería apaciguarme la garganta por si se presentaban unos besos.

—¿Quieres algo? —Mis palabras serian escasas, debían ser eficientes.

—No... —Dijiste con un tono deprimido, esto no avanzaba bien.

—Puedo prepararte cualquier trago, el que te provoque, los conozco todos, deseo conversar contigo, sé que lo de antes no te da buena espina, pero no te hare nada que no quieras —Prometí con una sonrisa sincera.

—Para ser japonés hablas muy bien el español oye —Mencionó ella con un pronunciado acento.

—Hago lo mejor que puedo, me gusta mucho el territorio caribeño, algunas palabras se me escapan y me agrada fingir que el idioma no se me da bien —Le comenté mientras degustaba mi bebida, por fin comenzaba a fluir —¿Y? ¿Qué deseas que te prepare?