Desmantelación

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Ya habíamos dado la situación por perdida, escuche en la línea gritos de Kato y Kosuke, indicándonos que mantenían una ruta de escape segura, que las señoritas estaban bajo protección, que se acercaban más hostiles, sin embargo, yo solo recordaba la dulce voz de Valeria y sus pasos angelicales que me acompañarían si era asesinado en ese instante.

—¡Váyanse al infierno Kisama! —Exclamó Hirano en mi retaguardia, arrojando una serie de balazos.

Los refuerzos venían a salvarnos, limpiando el área de los atacantes restantes, cuando quisimos darnos cuentas estábamos a salvo, desgraciadamente dos de mi escuadrón fallecieron ante mis ojos, jóvenes cuyos sueños no pudieron cumplir, el dolor me ataviaba el corazón, pero sabía que más adelante estaba el motivo del asalto.

// —¡Llegan más! ¡Salgan rápido de allí! —Nos avisó Mako, quien inicio un tiroteo para evitar que nos rodearan.

—Estoy levantando las barras de seguridad, pero los cuerpos policiales avanzan a pie ¡Muévanse! —Completó Alphonse la peligrosa situación en la que nos encontrábamos.

—¡Recibido! —Concreté obstinado // —Kenji, Toshio, lárguense de aquí, Alphonse les dirá el paso seguro, reúnanse con Kato y Kosuke, Hirano, conmigo, terminemos con esto —Afirmé frente a los cadáveres de mis subordinados.

Cuando nos adentramos en aquel rincón vimos por primera mano el horror de la depravación humana, una cantidad bastante grande de chicas desnudas, algunas habían resultado heridas en el cruce de disparos, por suerte ninguna se veía en riesgo de muerte, pero nuestro principal problema yacía en quien estaba delante de ellas, Kichiro, el demonio en persona apuntando a todas esas muchachas con un arma de gran magnitud.

—¡Si se mueven las matare! —Exclamo este sabiendo que tenía la ventaja de la situación.

—Baja esa cosa, cerdo, no te humilles más, tus hombres están acabados, los míos están bajo control del territorio, se terminó —Afirmé apuntándolo fijamente con mi pistola. Allí me di cuenta de que estaba totalmente desnudo, claramente lo habíamos atrapado cuando estaba en pleno acto lascivo.

—Eres un dolor en el trasero muchacho, ya han pasado tantos años desde que acabamos con el imbécil de tu padre ¡Tú fuiste quien lo pidió! Lo único que debías hacer era continuar con tu jodida vida —Conversó el señor, era obvio que intentaba hacer tiempo para que los refuerzos nos rodearan.

// —¡Yakuso están llegando más! ¡No podremos mantener la formación por mucho tiempo! —Kato grito en la línea, pude escuchar claramente los disparos y las proclamas. La situación sin duda se estaba complicando. //

—Tu eres el asqueroso, mira que caer tan bajo como para hacerte dueños de prostíbulos, has roto todos los juramentos que alguna vez hiciste basura —Ofendí con la intención de que su gatillo temblara al menos un poco.

—Uno se asegura su vejez ¿Sabes? —Carcajeó este muerto de pánico, tratando de hacerse el divertido.

—Existen mejores formas de hacerlo —Comunique intentando despistarlo, pues sentía como Hirano estaba colocando el cañón de su fusil justo a un lado de mi cabeza.

—¡Ya me tienen harto! —Replico eufórico, si se dio cuenta del plan, las mujeres estaban acabadas —¡Baja esa pistola y dile a tu gorila que se eche para atrás! —Gracias a nuestra perfecta alineación no tenía ni idea.

—De acuerdo, solo vamos a calmarnos... —Musite en silencio, volteando brevemente para darle una confirmación a mi escolta.

Cuando el desgraciado noto que soltaba mi pistola, el anciano movió ligeramente su arma, esa fue señal suficiente para mi asesino, quien sin mediar palabra disparo una seguidilla de balas que acabaron con la vida del perpetrador en una fracción de segundo, su inminente caída hizo gritar a las señoritas, quienes no estaban seguras de lo ocurrido. Mi oído también recibió una potente explosión sónica que lo dejo desorientado.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora