Nakasu

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(...) Nakasu / Yakuso 

La maravilla arquitectónica de este sitio era sencillamente magnifica, una isla en medio de la ciudad, un paraje rodeado por mucha seguridad, pues se trataba de una joya especialmente disfrutable para los turistas, por eso, Masaki había escogido ese sector como su escondite, por arriba era una magnifica ciudadela creada para el disfrute de los consumidores y por abajo, una prisión para todo aquel que se sobrepasara mínimamente con las autoridades, mas específicamente con los intereses de Renko.

Nos ubicábamos en una posición elevada, queriendo contemplar plenamente el panorama, no poseía grandes edificaciones, mas bien eran locales pequeños bien distribuidos, excepto por una inmensa torre, esta se alzaba como un mirador muy llamativo, que de hecho era incluso mas grande que donde nosotros yacíamos. Por lo demás, la costa se veía bien resguardada, canales marítimos marcados, un puente bien trabajado y muchos guardias de seguridad.

// —Tenia tiempo sin venir, pero no recordaba tantos escoltas —Comuniqué a mis hombres, solo estábamos los lideres, el resto de nuestras fuerzas estaban dispersas para no llamar la atención, aun así, podían oírnos, pues nos conectábamos por auriculares de línea compartida.

—Se ha intensificado este ultimo año, según el gobierno para garantizar la seguridad del publico, pero la realidad es que se volvió paranoico tras enterarse de la cacería que has dado a todos sus socios delictivos —Expresó Alphonse al otro lado de la línea.

—Era de esperarse ¿Por debajo estaremos a salvo? —Cuestioné un tanto incrédulo.

—Ya me ocupé de los sonares, deberán adentrarse en el sistema de tuberías para poder ingresar en el interior de la cárcel y desde allí matar a todos los que se atraviesen hasta abrirse paso a la zona administrativa —Explicó el alemán con tranquilidad.

—De acuerdo ¿Armas? —Dudé viendo a Kato.

—Un subfusil de cómodo uso y buena cadencia, dos pistolas con balas de penetración, una grana de flash, otra de humo y un explosivo C4 —Contó el contenido de los bolsos.

—¿Hombres? —Comprobé con Hirano.

—Diez por pelotón mas el líder, todos enlazados a las comunicaciones, comprueben micrófonos —Solicitó el caballero en la llamada, recibiendo un total de cuarenta afirmaciones, cuarenta y cinco contando las nuestras mas la de Alphonse.

—Perfecto, bueno señores, es hora de moverse —Ordené terminando la conexión, dirigiéndome a las escaleras del edificio.

En la avenida nos separamos como si fuéramos unos completos extraños, continúe solo el camino hasta la costa, topándome con los muchachos que formarían parte de mi equipo, hombres buenos con un único propósito, conseguir sustento para sus hogares. Optamos por posiciones alejadas de todo, sin embargo, para mayor seguridad, Alphonse había tomado las previsiones de hackear las cámaras aledañas, cuando notaran el fallo ya estaríamos muy lejos de ese sitio. Sacamos de los bolsos la indumentaria de buceo y bajo uno de los canales que daban tratamiento al agua, nos escondimos para cambiarnos.

—Bueno muchachos, mantendremos una fila recta, no se separen, nos veremos en Nakasu —Animé con ojos confiados, arrojándome a la rivera seguido de mi pelotón.

Como peces en el agua recorrimos la distancia paulatinamente, en este caso optamos por impulsores de una menor frecuencia, a diferencia de Haití que era un mar abierto, esto era una pequeña laguna, encontrarnos si hacíamos mucho ruido seria demasiado fácil. Por un momento todo desapareció, abajo no había ruidos, deberes o nada en absoluto, llevábamos con nosotros un GPS a prueba de agua, único aparato que nos indicaba hacia donde movernos, pues en la noche, la visibilidad era prácticamente nula, lo positivo, nadie se atravesaría ante nosotros.

Finalmente, tras estar allí abajo unos veinte minutos pudimos visualizar el enrejado que tapaba la entrada, unos barrotes metálicos gruesos y rígidos, para abrirlos ocupábamos dos cosas, herramientas manuales o tecnológicas. Emití una señal mediante el aparato que nos guio para que Alphonse supiera que ya estábamos en posición.

Dicho llamado fue respondido casi de inmediato, abriendo el camino hacia el interior de la fortaleza. Conforme subimos el canal se fue haciendo cada vez mas estrecho, hasta que finalmente llegamos a unas enormes piscinas que se encargaban de distribuir el agua a todo el complejo, un elaborado sistema mecánico que parecía ser muy útil.

—¡Oigan quienes son ustedes! ¡Aquí Haruka tenemos unos...! —La alerta que intentaba dar fue detenida cuando recibió un disparo de uno de mis soldados.

—Buen trabajo —Felicité quitándome el respirador de la boca, subiéndome a la orilla y saliendo del estanque // —Ya estamos aquí ¿Notifico de nuestra presencia? —Dudé conectándome a la línea del auricular, preparando mi subfusil, acto que imitaban todos mis efectivos.

—Negativo jefe, intervine las conexiones radio telefónicas, eso solo contribuirá al caos, le recomiendo que se muevan rápidamente —Respondió Alphonse concentrado.

—Excelente ¿Equipos? —Cuestioné para saber si todos estábamos en posición.

—Confirmado —Dijo Kato al sonido de los cartuchos colocados.

—Activos y en medio de un tiroteo —Declaró Kosuke, las balas eran claramente audibles en su línea.

—¿Y Hirano? —Interrogué un tanto preocupado.

—Sigue bajo el agua, están rodeando unos barcos, parece que una pareja de ricachones se esta casando ahora mismo —Explicó mi asesor científico con fastidio.

—Si es el caso... Kato, ve directo a darle apoyo a nuestro muchacho, con eso llamaran la atención de todos los guardias, yo seguiré hacia las oficinas administrativas, ocupándome de los pocos que queden por allí, en cuanto suba Hirano le ordenan que nos eche una mano, aunque quien sabe, quizás para esas ya el objetivo este muerto —Expresé con el pecho retumbando, era momento de entrar en acción.

Todos siguieron al pie de la letra mis ordenes, eso permitió que nuestro paso por los pasillos de esa mole mecánica fueran serenos y relajados, todo estaba recubierto por metal y concreto, era austero y si no fuese por el mapa que teníamos nos hubiésemos perdido, ya que los corredores eran tan similares que parecían clones.

Los ruidos de los disparos se escuchaban por todos lados, diciéndonos exactamente por donde no debíamos ir, cambiando de dirección siempre que oíamos el paso frenético de una cuadrilla de soldados, solo mi fe en Kosuke y Kato pudo relajarme, supe que su disciplina los mantendría con vida, aun así, mi asesor científico les estaba dando una mano, interfiriendo las luces, saboteando sus equipos, no había forma de que se escaparan de sus ataques digitales. Nosotros tuvimos que apurar el paso, por que, con todo ese alboroto, el objetivo empezó a moverse.   

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora