Hija Adoptiva

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(...) Edificio de lujo / Tokio 

Me desperté bien temprano ese día, las emociones de la noche de todas formas no me dejaron descansar correctamente, fui a la cocina y coloque a calentar agua en la cafetera, esperando recuperar mis sentidos con el adictivo líquido, cuando voltee hacia el cuarto de Natsumi ella estaba en la computadora, tecleando rápidamente y con las mejillas ligeramente sonrojadas.

—Oh ¿Estas en medio de un vendaval creativo? —Cuestioné intrigado por su trabajo, seguro sería una pieza artística grandiosa. 

—Sh... No veas, estoy en medio de un lemon yaoi —Empujó con molestia cerrando la puerta tras de sí. 

La respuesta me dejo sumamente consternado, principalmente porque no tenía idea de a qué se refería, era una jerga completamente desconocida para mí, tendría que estudiar a fondo la cultura adolescente para llegar al fondo de ese asunto, me senté a revisar las noticias que acontecían en el globo, siempre era bueno saber cuáles eran los movimientos que se compartían en público, para tironear de la oreja al mandatario que no fuera en la dirección correcta. El silbido de la tetera me hizo percatarme de que el sabroso liquido estaba listo, lo serví tranquilamente en una taza hasta que recordé que tenía una invitada.

—Oye niña ¿Quieres? —Ofrecí tocando la puerta.

—Shi —Dijo asomándose levemente y volviendo a su relato.

Prepare entonces ambas, agregándole un poco de chocolate y leche, así mismo saque unos panecillos de la despensa y procedí a llevárselos, esta los tomo y se volvió a encerrar. Su misterio me asustaba particularmente, por lo que procedí a buscar en las redes esos extraños nombres que me indico, lo que encontré en las mismas causo una presión en mi pecho.

—¡Natsumi! ¡Eso no son historias que una señorita deba escribir! —Golpeé la puerta con desespero, intentando que pudiera entrar en razón.

—Pero es rico —Argumentó ella causando que me pusiera colorado.

—No, trata de hacer algo más... Vainilla —Sugerí en un intento por convencerla.

—Caca —Musitó publicándolo —Esta bien, no hare más de eso, lo prometo —Infló sus cachetes con enojo, abriendo la entrada a su habitación.

—Oye y... ¿Por qué solo entre hombres? —Interrogué un tanto extrañado.

—Son sabrosos —Sonrió esta con cierta perversión, causando que yo me riera a carcajadas —¿Te molestan esos temas? —Consultó viéndome fijamente.

—En absoluto, solo me tomo desprevenido —Garanticé con honestidad.

—Qué bueno —Afirmó la pelirroja sorbiendo de la taza, su expresión, aunque indiferente se sentía de alguna forma agradecida.

Poco después de eso le pedí que se pusiera una ropa para salir, haríamos compras, daríamos un paseo y disfrutaríamos del día, aprovechando que hacia un buen clima. Su vista contemplativa me llenaba de recuerdos, en cierta forma era como Valeria, una chica golpeada por la vida, abandonada a su suerte, solo que, a diferencia de mi amada, ella tenía que ser cuidada, era una pequeña flor con un potencial sinceramente enorme.

Shinjuku fue su sitio escogido, le encantaba todo lo relacionado a la cultura manga anime, adoraba las figuras, los trajes, las canciones y las revistas, lo que solicitaba yo lo pagaba, después de todo, cuando se tiene el dinero en abundancia esa son la clase de cosas que haces, en medio de esa gran compra la vi sonreír, fue sutil y casi invisible, pero su alegría fue tanta que atravesó la gruesa capa emocional que creo para defenderse. Relajándonos en uno de los tantos puestos de helados quise profundizar en su talento latente, por lo que le pedí que me prestara un momento su teléfono, descargando en el mismo un programa de idiomas.

—¿Qué es esto? —Se interesó al ver el búho que prescindía la aplicación.

—Es para ayudar a saber más lenguajes —Expliqué viendo que esta lo abría.

—Wuao... ¿Puedo escoger el que quiera? —Cuestionó eligiendo chino.

—Bueno, podrías empezar por uno más sencillo, el francés es... —Mis sugerencias fueron dejadas de lado cuando resolvió los desafíos a gran velocidad.

—Esto esta divertido —Comentó con un rostro levemente emocionado.

—Sí, se supone que se empiece por principiante, pero veo que ya lo tienes dominado —Hablé profundamente sorprendido.

—Por cierto, Yakuso ¿Quién es Valeria? —Su pregunta me dejo frio.

—¿Cómo sabes su nombre? —Dudé un tanto alterado.

—No parabas de repetirlo mientras dormías y hacías ruidos como los que hace el seme cuando le da con el banano al uke —Sus palabras enunciaron algo sumamente vulgar, solo que su expresión tan seria causaba mucha gracia.

—Ella fue mi esposa... Falleció hace ya varios meses —Revelé detalles que prefería haber dejado de lado.

—Lo lamento mucho, las historias románticas con tragedias son las peores —Meditó ella con tristeza.

—Bueno, al menos no estoy solo, resulta que ahora tengo a una prodigio en casa —Hablé con cierto orgullo.

—La secuestraste, pero bueno, detalles —Alzó los hombros como si no le importara y en efecto así era.

Cuando volvimos al edificio después de esa divertida celebración supe que era momento de hacer que mis enemigos pagaran, los padres de esta brillante joven conocerían lo que era el infierno, la llamada se la hice a Kato y este me garantizo que no tendríamos que ir personalmente, Joshua conocía unos contactos verdaderamente buenos. No me bastaba con tener sus muertes, quería que primero conocieran el dolor y que se supiera el nivel de sus afrentas, por lo que además distribuiría la llamada que hicieron conmigo.

Al momento de enterarse todos de lo ocurrido las denuncias empezaron a llegarles, el odio se acumulaba por su grotesca forma de ser y las amenazas no tardaron, seguí este paseo durante varios días, hasta que finalmente llego a su final, cuando los hombres contratados por mi escolta fueron a buscarlos, abusaron de ambos hasta que estuvieron satisfechos, hicieron cenizas el local que crearon usando mi dinero y finalmente los mataron, le dieron tantísimas puñaladas que sus cuerpos quedaron irreconocibles, un final digno para unos seres humanos tan horribles.

Cuando estaba por acostarme esa noche recibí una llamada de Jinmei, quien parecía haber conseguido unos inversionistas interesados en la universidad, estos eran de origen polaco y tenían intenciones de dejar buenas sumas de dinero, nos encontraríamos en un salón apartado de la ciudad, especialmente creado por mí para ese tipo de negocios en la noche del día siguiente, con eso en mente me acosté a dormir, intentando acostumbrarme a la nueva normalidad que tenía ahora que Natsumi era parte de mi vida.              

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora