110.- Leo Suarez

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Inhala y exhala, un nuevo día en el trabajo.

Ser fisioterapeuta oficial del Club América, podía no sonar tan mal, pero...

-¿Y eso?.- pregunté al ver el morete en la pierna de Igor.

-Estaba jugando con mis hijas y me caí.- sonrío inocente.

Era más complicado de lo que parecía, esos chicos tenía que meterlos en cajitas de cristal para cuidarlos, en cada juego, cada fin de semana, cada fiesta o reunión a la que iban, resultaban con algo.

Ahora imagínense, todos los que juegan en los partidos, cada juego, es como si hubieran ido a una batalla.

-Buenos días María.- dijo el odioso recostado en la camilla de terapia.

-Buenos días Leo y para ti soy Lucia.- dije lo más tranquila que pudiera.

El sonrío con cinismo, detestaba a ese chico, su cara bonita era de adorno, era el argentino más odioso de todo el mundo.

-¿Te duele?.- pregunté al estirar su pierna, el asintió.

Seguí revisándolo.

-Pondré gel frío, hoy no puedes entrenar, puedes estar en la alberca después de dos horas y ya.- el bufo.

-Me quieres ver mal ¿cierto?.- dijo enojado.

-Leo, te lo juro que no te soporto, pero mi trabajo literal es este, que todos los jugadores estén bien.- le coloque una venda.- Listo.

El se levantó y ni agradeció.

-Maldito.- susurré.

(...)

-Mamá...- ella seguía hablando.- Mamá escúchame, Carlos ya no es mi problema, es tu hijo, es tu responsabilidad.

Y mi mamá parecía que me dijera que iba a matar a mi hermano, solamente que no quería mantener a un idiota parásito mayor que yo.

-¡Pero sabes que no sabe que hacer! El pobre acaba de terminar con su novia...

-Mamá, que triste, que se ponga a trabajar para distraerse.- me estacioné en el club.- Me tengo que ir, ya llegué a mi trabajo.

-Tienes tanto dinero, para no ayudar a tu hermano, eres una egoísta.- dijo mi mamá indignada.

-¿Egoísta? El pendejo no sabe hacer nada porque tú lo sigues tratando como si fuera un niño, tiene 30 años mamá.- grité al teléfono.- No voy a mandar dinero para un parásito.

-Pues que te haga muy bien tu dinero María.- colgó.

-Puta madre.- golpee el volante.

Salí del carro enojada, aún estando lejos de mi familia, seguían siendo un terror.

-¿Qué culpa tiene el volante de que existas?.- dijo una voz conocida an mis espaldas.- Otro novio que haces enojar, ya veo, no los puedes amarrar a ti María.

-Callate Leo, los argentinos tienen la nariz lo suficientemente grande para meterse en lo que no les importa.- dije retadora.- Ni con tus tatuajes te ves rudo, te ves tan ridículo.

-Ya me he dado cuenta lo mucho que le pones atención a mi cuerpo, solo dímelo María, un poco de sexo no te vendría mal ¿cuánto tienes sin tener sexo? ¿Un año?...

Abrí la boca como sorpresa, este pendejo...

-¿Y tú? Tu mano ya está llena de callos ¿tanto te la jalas?.- el rodó los ojos.

Ambos entramos a los vestidores.

(...)

Los días habían pasado mi mamá no me había vuelto a marcar, incluso se había encargado de decirle a toda la familia que yo era una egoísta.

Imaginas- One Shots SELECCIÓN MEXICANA.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora