96: Culpas ajenas

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Hope se fue saltando de alegría ¡El beso, su primer beso! Había sido con el chico que le gustaba y era maravilloso ¡Su corazón rebosaba de amor! Es más… esa inyección amorosa, le ayudaría a resistir el que sus verdaderos padres la ignoraran y que todo mundo la odiara.

Pero Andrew volvió a su realidad…

Su sonrisa se frunció y sus ojos brillaron de dolor…

Hundió su cabeza entre sus manos… El sabía todo… lo había sabido siempre… desde que Hermione Granger le dijera a Hagrid en la cabaña de que Pansy Parkinson había secuestrado a Hope y le había dicho que la había asesinado…

Hilar todo no fue difícil…

Si… sus ojos infantiles habían visto a Hope cuando su madre la tenía encerrada en aquella celda sucia y maloliente, bueno, su cuna-cama no estaba mejor…  Curiosamente, el sí recordaba claramente todo eso, como aquella niña hermosa había sido llevada a aquel agujero por su cruel madre…

Como gozaba torturándola, diciéndole las peores cosas del mundo, cosas que ahora entendía porque las recordaba, y luego, las malas comidas que le daba y eso porque ella lloraba de hambre… y finalmente, una mañana se la llevo y no la volvió a ver…

El se había acostumbrado a ese pelo rubio platinado rizado, era como un ángel, bello y celestial, una imagen para sus tiernos ojos, y cuando no volvió más, el se sumió en la oscuridad… Ahora…

Ahora ese bello ángel, estaba ahí, junto a él…

Se sentía traidor… su madre le exigía que la venganza, era lo que ella quería y él se lo daría, porque con sus poderes especiales, lo podía hacer una realidad.

No quería… No…

Luego entonces ¿Por qué se sentía obligado con una persona como su madre? ¿Por qué no podía decirle que no y mandarla al carajo? Si era mala con el… y tembló, tembló de ira y su rostro se distorsionó. Cuando Hope supiera quién era su madre, cuando supiera que él era el hijo de las personas que había destruido su vida, no lo querría más y seguro él, moriría.

Un temblor recorrió su cuerpo y una angustia… ¡Hope no podría saberlo nunca! Prefería desaparecer él a sentir el odio que su niña podría proliferarle… sintió ira y angustia, su pecho se revolvió y sin saberlo, aquello se comenzaba a proyectar en las aguas del lago, las que se comenzaban a levantar en remolinos…

Suerte que a esas horas no habían alumnos por ahí…

-Tranquilízate – Dijo Dominic en ese momento

Las aguas cayeron haciendo un fenomenal ruido…

-¿Qué?

-No puedo leer tu mente… pero se que algo te angustia…

-¿No puedes leer mi mente? – Chilló Andrew poniéndose de pie.

Los dos estaban altos, casi de la misma estatura, Andrew un poco más, los ojos bicolores del chico adquirieron un mismo tono ambarino y sintió un aura similar a la de él en Dominic.

-Pues no puedo… y no se porque…

-¡Claro que no puedes leer mi mente porque simplemente no se me da la gana ser un libro abierto! Ni con la mejor legeremancia podrían hacer tal cosa y créeme, que lo han intentado.

-Presiento que tienes un conflicto… estás entre hacer lo correcto y lo incorrecto… tus sentimientos se encuentran en contra… ¿Qué piensas hacer con eso?

-¿Qué te piensas que eres? ¿Un psicoanalista?

-Andrew… no te lo había querido decir, porque pensaba que a lo mejor estaba equivocado…

Solo quédate en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora