"IT'S A MATTER OF PRINCIPLES"

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A Logan no le gustaba salir de casa. Debido a su estado de salud (el cuál variaba dependiendo del día) se había vuelto cada vez más casero, pero aquel día parecía estar más animado, por lo que le sugirió a Altea que fueran al bar más cercano a tomarse unas copas. Ella esbozó una cálida sonrisa, y tras dejar un cariñoso beso en su mejilla se sentó en el asiento del pasajero.

Logan la miró de reojo a la par que encendía el motor del coche. Mientras conducía se preguntaba como es que una chica tan hermosa y joven como tú quería estar con alguien como el, viejo y al borde de la muerte.

Cada vez que sacaba el tema, Altea le recordaba que nada de lo que le dijera iba a cambiar lo que sentía por el. Lo amaba, y no iba a irse de su lado. Al contrario que muchas otras personas en su vida, ella no le abandonaría. Y el la creyó. Pudo ver reflejado en sus ojos la seriedad y entereza de sus palabras.

Logan aparcó la camioneta en el parking del bar y ambos se bajaron del vehículo. Caminaron hasta la puerta principal. Nada más entrar un intenso olor a alcohol y el olor a tabaco flotó hasta sus fosas nasales, todo ello acompañado del calor humano. No había demasiada gente, pero si la suficiente para que hubiera el tipo de calor que se crea cuando hay muchas personas en un espacio reducido.

Pidieron un par de cervezas en la barra y se sentaron en la mesa más cercana a la puerta. Era un hábito que el había adoptado desde que hacía ya bastante tiempo se metió en una pelea con un imbécil que le vio desenvainar sus garras. Si el muy idiota no hubiera molestado a aquella mujer como lo estaba haciendo, quizá el matón conservaría la oreja en su totalidad.

Antes de que lo sacaran a rastras del local, Logan se aseguró de cortarle un pedazo de su oreja, un recordatorio para que cada vez que se mirase al espejo, recordase que las ratas como el acaban siendo condenadas por sus actos.

La mirada de Altea conecta con la de el, en el momento en el que este alza la jarra de cerveza para darle un trago.

-¿Estás bien? –preguntó observándolo con delicadeza- podemos irnos si quieres

-Estoy bien –respondió Logan esbozando una sonrisa tranquilizadora-

Paseó la mirada por el local, hasta que, en la parte trasera apartada de las demás vio una mes de billar. Llevaba muchos años sin jugar, pero recordaba las reglas básicas. La última vez que jugó fue cuando Charles le presentó al resto de los X-men. Todavía recordaba la risa de Jean cada vez que Scott le daba a la bola equivocada sin quererlo. Sacudió la cabeza al recordarlo, eran buenos tiempos.

-Echemos una partida –señaló las mesas con la cabeza-

Altea le dio un trago a su cerveza antes de posarla de nuevo sobre la mesa

-Cariño –susurró- no sé jugar al billar

-Te enseñaré –aseguró sosteniéndole la mirada- no es difícil –sonrió- si me ganas tendrás una recompensa

-¿Qué clase de recompensa? –cuestionó juguetona, lo que hizo sonreír a Logan-

La manera que tenía de pasar de tímida a ser una descarada en cuestión de segundos, le ponía muy cachondo. Algo que, por supuesto, jamás admitiría ante ella. Apoyó los codos sobre la mesa, inclinándose hacia ella.

-Tendrás que ganarme para averiguarlo –le retó, esta asintió-

-Está bien, vamos –dijo levantándose de su lugar-

Una vez llegaron a la mesa, Logan se acercó a la pared donde estaban los tacos y cogió un par, uno para ella y otro para el. Se quitó la camisa de franela, quedándose solo con la camiseta de tirantes blanca. Sus fuertes y grandes brazos llenos de venas estaban al descubierto.

One Shots : MarvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora