Último viaje

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Milán es uno de los lugares más hermosos que había visitado. El benigno clima de una zona septentrional, ubicada entre las llanuras de Lombardía, reconfortó el espíritu y lo rejuveneció; el nombre de Milán era una variante de Mediolanum: "en medio de las llanuras", donde vivía gente vestida con las más exquisitas ropas, en honor al título de la ciudad de la moda.

Desde su fundación por los celtas en el año 222 antes de Cristo, hasta 1860 donde fue incorporada al imperio Italiano, Milan ha sido testigo de innumerables eventos históricos. Su diversidad cultural, rica, es un crisol de culturas romanas, germánicas, austríacas, españolas y francesas; sin embargo, eso no salvó a la ciudad de ser victima de los duros bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial.

Grandes familias influyentes como los Torríanis, los Viscontis y por supuesto los Sforzas, dotaron a esa región de Lombardía de gran poder económico durante el Medioevo.

La arquitectura del renacimiento tenía maravillada a Mériac; su primer visita fue al Duomo, las calles que generaban anillas sobre la peculiar construcción no hacían sino aumentar la importancia de la zona en el Mediolanum de Lombardía; la plaza recibió las venias de notables personajes para poder ser culminada, como el Arzobispo Antonio da Saluzzzo, creador del proyecto, apoyado por el acceso al poder de Gian Galeazzo Visconti, recabaron grandes cantidades de dinero para la construcción, el uso exclusivo del mármol quedó a cargo de la Fabbrica Duomo.

La construcción transcurrió lenta y fue hasta 1452 cuando Francesco Sforza terminó la nave entera y la Sexta Bahía. Antes de eso sólo hubo pequeños avances, entre ellos las tumbas de Marco Carelli y del Papa Martín V. Los Sforza impelieron la construcción de la magnánima obra. Por último, la cúpula octogonal fue completada en diez años, junto con cuatro series de quince estatuas que representaban personajes y pasajes del Antiguo Testamento; la catedral vio su culminación con la llegada de Napoleón en 1805.

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Mériac se gastaba por día cerca de cuatro gigabytes entre fotos de alta resolución y videos. Llevaban tres semanas y no se le veía ánimo a Nicolás para abandonar la ciudad, para fortuna de Mériac que no deseaba abandonar la ciudad. Tan sólo en Duomo estuvo cerca de seis días, extasiada con las construcciones que únicamente conocía en libros y paginas de Internet; no perdía oportunidad para tomarse fotos junto a los monumentos colosales e históricos.

Esa misma noche decidió ir a la Scala, famosa casa de ópera y lugar de visita obligatoria. Evocó recuerdos de la adolescencia cuando leyó acerca de la inauguración el 3 de agosto de 1778, de cómo los cimientos se estremecieron con la obra de Salieri el Maldito, L'Europa riconosciuta, primera obra presentada en el histórico lugar. Una vez en la Scala, Se detuvo a comprar los boletos para la función de esa noche, como en todos los eventos compró dos. Con las semanas que tenía de vivir en la ciudad podía comunicarse de manera algo fluida con los oriundos del lugar. Nicolás resultó ser el padre ideal, en ningún momento insinuó cobrarse de manera sexual con ella; la trataba como una hija. Además, la dejaba andar con libertad mientras él acudía a citas de negocios. Como compensación, ella retribuía las atenciones al comprar boletos para los dos o invitarlo a compartir lo que ella consideraba de mejor gusto. A lo que él nunca se negaba. Tan pronto llegó a la taquilla dijo:

—Dos boletos para un palco, por favor —en un italiano forzado y atropellado.

—Por supuesto señorita, son ochocientos euros.

Pagó sin problema alguno. El mecenas moderno había depositado una cantidad muy fuerte en la cuenta personal de Mériac. Además de financiarle el viaje y el hospedaje, pagaba todo gasto, el dinero no resultaba un problema para él. Era el viaje que siempre había soñado: sin restricciones de ningún tipo. Avanzó un par de metros cuando un extraño la abordó.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora