Un viejo escrito

16 0 0
                                        

—La siguiente noche llegué a Roma, donde me di cuenta cómo crecían en número los cruzados. Corría el rumor que varios mocosos Santaterra drenaron a sus patriarcas en Budapest. El Gran Consejo tendría que detenerlos antes que la situación se saliera de control. Decidí usar esos rumores a mi favor y me encaminé hacía el coliseo.

***

—No importa cuántos siglos pasen. Aún se percibe el aroma a sangre y angustia recorrer cada piedra. Pararme sobre la arena donde murieron en honor al César tantos mortales es algo que enerva y extasía. Un Dios mortal sentado a la vista de todos, con el poder para decidir sobre los destinos de los esclavos prestos a dar el histórico saludo: "Salve Cesar, los que vamos a morir te saludamos" es algo que no se puede olvidar en el devenir histórico, eran tan barbáricos y salvajes como civilizados, por esa razón En-kaiban decidió formar a partir de esa ciudad la Sociedad Inmortal. El poder del ejército romano y su influencia en el mundo le permitieron llegar a diversas regiones de la tierra donde habitaban inmortales de gran poder, quienes a la postre formarían el Gran Consejo. La naturaleza de los romanos era una pintura exacta del comportamiento humano, un eterno paradigma: el alma de Dios y la mente de un Demonio.

"Realicé varios preparativos para cuando descubrí la puerta. Me tomó cerca de dos noches dar con la entrada, pero fue hasta la tercera que di con ella. Tenía que estar preparado. Como imaginé estaba cerrada por fuera, al parecer venían a sacar de vez en cuando al monstruo para alimentarse. Mientras buscaba la forma de forzar la cerradura escuché pasos detrás. Ya era tarde para alguna acción evasiva, ahí estaba frente a mí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó intrigado.

—Su Excelencia Damasco Dimitros solicita apoyo en la caza de rebeldes, los jóvenes Santaterra han canibalizado a sus sommelieres y se requiere de información que sólo tú posees. Por el momento Su Excelencia da caza a esos canallas en Estambul —respondí con la mayor seguridad que pude.

"Un grupo muy reducido de preternaturales conocía la relación con Damasco, pero aún así guardó sus reservas.

—No te recuerdo ¿Quién eres y a que familia perteneces?

—Soy Omar Bonaventura y pertenezco a la familia Saitan.

—¡Ah! —me miró de soslayo— ¿Qué tipo de información requiere Su Excelencia de mi? —preguntó con interés.

—Me indicó que debería buscar algo que nos ayudará a detenerlos, que de encontrar información me reportara de manera inmediata —respondí con cierto temor.

—Bueno, si es así ¡Adelante... amigo! —dijo animosamente.

"Abrió la puerta. Avanzó por el frente, un largo pasillo. Una de las galeras por donde gladiadores y cristianos eran conducidos a enfrentar el destino. No voy a negarlo, estaba nervioso y tenía miedo. Si los rumores eran ciertos, estaba ante un devorador de vampiros consumado.

—Aquí está mi biblioteca, puedes buscar lo que desees.

"Tenía una mirada similar a la de un pozo sin fondo. Dentro de la mazmorra no tenía forma de escapar. Medía ocho por ocho. Las paredes estaban tapizadas por libros, el ambiente cálido y cargado con un aroma a polvo y viejo, el piso era de roca sólida con algunos manchones marrón. Al centro, una mesa con un tintero, papel y plumas para escribir, sólo había una silla y un camastro.

"De soslayo observé cómo se puso en pie y se acercaba lentamente a mí. Sabía que mi final había llegado. No había forma posible de sobrevivir dentro de esa trampa para ratones; pero llegaron a tiempo. Un grupo de rebeldes recibió una noticia: un Antiguo habitaba en el coliseo.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora