—¡Noventa y cinco mil dólares al año! —se tapó la boca con la diestra—, eso es el salario neto de un director, más las prestaciones ¿Y me dices que mi vida podría ser peor? Fui esclava de la Sociedad Inmortal todo este tiempo, además de otras cosas que me pasaron.
—Como siempre, no es lo que parece. Veamos qué pasó dos semanas después de llegar a Dallas.
***
La misma mansión apareció de nuevo. La puerta se abrió y pudo verse entrar con una bata larga color blanco, un moderno corte de cabello en capas; del cuello colgaban unas extrañas gafas azules, con lo que parecían luces a los lados, pero que al poner mayor atención descubrió que eran pequeños paneles de LCD.
El mayordomo acudió a recibir a la joven.
—Señorita Duval, permítame su bata —se apuró en ayudar a la joven.
—Gracias Herbert —bostezó cansada—, vengo rendida —exclamó cansada—; han sido tres días seguidos en el laboratorio y deseo descansar.
—La cena está lista, Megan ha trabajado en ella desde ayer por la mañana.
—¿Desde ayer? —preguntó Mériac con una sonrisa de lado— ¿Qué puede tomar tanto tiempo para ser elaborado?
—Dijo que sería una sorpresa.
—¡Yumi yumi!, entonces el descanso puede esperar —repuso con una sonrisa.
***
Tamborileaba ansiosa con los dedos. No tenía idea de qué podría tomar tanto tiempo para ser preparado; sin embargo, conocía las dotes de Megan para la cocina, tenía varios posgrados en alta cocina y repostería ¡Sin lugar a dudas sería delicioso!
Una jovencita de nombre Shirley —sobrina de Josephine— colocó un plato ancho y alargado, en el dispuso un platón hondo; a Mériac le pareció demasiado grande para servir sopa. Movió los labios hacia la izquierda y arqueó las cejas en señal de desconcierto.
Megan apareció con una enorme fuente que contenía el platillo que habría de servir. Pudo apreciar que era algo caliente por la cantidad de vapor que emanaba del contenedor. La cocinera sonrió complaciente, con un cucharón sirvió un caldo de color rojizo junto con unos trozos de carne.
Mériac abrió los ojos —y más aún la boca— asombrada por el platillo dispuesto ante ella.
—¡Es birria de ternera! —exclamó sin ocultar la alegría y asombro.
Shirley colocó un cesto de bejuco con tortillas recién hechas, además de otros recipientes de barro que contenían cebolla finamente picada, orégano y salsa de tomate verde sobre la mesa. Mériac colocó una cucharada de cebolla y agitó en el interior del caldo hasta mezclarla perfectamente junto con el jugo de medio limón verde —detestaba el sabor de los limones amarillos—. Con un creciente entusiasmo colocó una tortilla en la mano izquierda y dispuso un trozo de carnaza humeante en ella, bañó el taco con salsa de tomate verde y chile de árbol. Agregó sal y enrolló la tortilla con la diestra para darle una generosa mordida. Posteriormente lo tragó con el aromático y delicioso caldo de la birria.
—¡Dios mío! —gritó eufórica— ¡Meg, está delicioso!
De un salto se puso en pie y abrazó a la cocinera con tal ímpetu que de no haber sido por la mesa —de donde se detuvo Megan— ambas estarían en el piso bañadas en caldo.
—Me alegra que haya sido de su agrado, señorita Duval —dijo Megan complacida por la respuesta al trabajo de dos días.
—Pero... ¿Cómo? —preguntó Mériac atónita mientras daba otra mordida al taco— ¡Sabe idéntica a la que sirven en el mercado de Tlaquepaque!

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Mériac
HorrorDurante veinticinco años de vida inmortal acompañaremos a Mériac en un recorrido donde conocerá las fuerzas más oscuras de este nuevo mundo. La eterna guerra entre Cruzados y la Sociedad Inmortal, los mitos, las familias sanguíneas que conforman cad...