Natael

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El nombre estremeció a la joven, fue el mismo que leyó aquella noche cuando bajó la información del servidor de Nicolás, sabría porque el nombre causó ese sentimiento en ella; conocería la historia del primer vampiro.

Nicolás tomó asiento en los restos de su biblioteca; levantó un sillón para realizar esa acción. Con un gesto arrogante invitó a la joven a ponerse cómoda.

El sommelier unió las manos al frente y con una mirada fría encañonó a la joven. Estaba a punto de revelar un secreto celosamente resguardado por eones. Una historia antigua como la misma humanidad, escrita con arena y sangre.

Recargó la espalda contra el mueble, inclinó ligeramente la cabeza hacia la derecha, un dejo de molestia apareció en el rostro al ver el desorden de su biblioteca. Unió sus cejas para recriminar a la responsable de ese caos, Mériac sólo atinó a encoger los hombros. Enderezó el cuello, hasta ese momento la voz melodiosa y varonil de Nicolás rompió el silencio espectral.

***

—Todo inició hace miles de años en las lejanas tierras que hoy conocemos como Jordania. En un oasis vivían Natael y su familia. Eran nómadas, pero al encontrar ese lugar bendecido por Dios con el don del agua dulce, decidieron quedarse; la familia consistía en la mujer y dos hijos; la vida era buena, y al igual que los demás nómadas era un ferviente creyente del dios de Abraham, que bendecía a su familia con tan singulares dones.

"Cada noche rezaba por los menos agraciados, por las múltiples bendiciones que poseían y porque siempre hubiera felicidad en su familia".

—Se apoderaron de ese trozo de tierra a mitad del desierto. Con trabajo, esfuerzo y dedicación lograron arrancarle frutos a la agreste tierra. Lo que parecía imposible se tornó en una realidad, cuando las uvas brotaron de las vides con un hermoso color azul negruzco, brillantes ante la cálida caricia del sol que maduraba el azúcar y los ácidos de tan noble fruto.

"La temporada de cosecha se aproximaba, las uvas estaban en el punto justo para la vendimia; fue un invierno generoso, los frutos lograron su apogeo en equilibrio, color, aroma y sabor; la fama del beduino como enólogo corrió por toda la región del mundo mesopotámico, pastores y demás personajes recorrían grandes distancias para probar tan deleitante bebida. El secreto para la crianza de esas cepas era celosamente guardado por Natael como su más preciada posesión; en numerosas ocasiones los habitantes de la zona intentaron comprar dicho secreto con nulos resultados".

—Zuqaqip, Lugal de Kish, una ciudad al Este de Babilonia, al probar aquel afrutado y aromático vino quedó cautivado por la apoteosis que daba el cultivo a la bebida. Decidió enviar a un mensajero para negociar con el secreto que atesoraba el pobre nómada. El oro no era problema con tal de poseer semejante conocimiento".

—Natael recibió al enviado, quien trató por todos los medios de obtener el secreto de tan singular vino, pero el beduino era hábil y no se dejó envolver por los ardides del negociador. El método que poseía valía más que todo el oro que pudieran ofrecerle; así pues, el negociador se retiró después de ofrecer sus respetos o al menos eso parecía".

—Esa noche, con el temor de volver sin una respuesta ante el Lugal de Kish, al cobijo de las oportunas nubes que cubrían la luna llena y protegido entre sombras, se adentró en la plantación para tomar una vid que sembraría posteriormente en los campos del señor. Sin más viñador que Natael y la familia, sería relativamente fácil la tarea, además, podría quedarse con el dinero que había ofrecido el lugal de Kish por dicho secreto".

—En el aire había un hedor extraño, pensó que era producto de algún exótico abono que debían utilizar para dar madurez a las uvas. Tomó un puñado del fertilizante para colocarlo dentro de una bolsa que llevaba consigo, también un trozo de vid. Usarían esa cepa para emular el viñedo del nómada, el misterio de la crianza tendría otro dueño.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora