La presentación

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La oscuridad era rota por el bailar de las antorchas, lenguas de fuego que recorren con lujuria los muros enmohecidos. Pese al temor natural de los vampiros al fuego, esos artilugios del Medievo eran necesarios —como parte de la antigua tradición— para presentar a los recién conversos ante la familia.

El pasillo conectaba dos salas, una sencilla donde el nuevo sempiterno se preparaba para el momento del llamado. Sencilla y práctica serían buenas definiciones para ese lugar. Un taburete pequeño, estantes donde colgaban las vestimentas de iniciación; una larga túnica color violeta con escrituras cuneiformes, grabadas en los brazos y en forma de dos líneas perpendiculares, que iban desde el cuello hasta el final de la túnica separadas por diez centímetros, todas en un color plateado; el cuello estaba marcado con runas arcanas, el significado sólo lo conocían los miembros más aleccionados en el Arcano.

El aire enrarecido del lugar molestaría a los iniciados, si pudieran respirar, claro está.

Mériac repasaba una y otra vez los preceptos, el acto protocolario era complejo, sólo había contado con una semana para prepararse. Repetía mentalmente las formas y métodos. Un error podría costar muy caro.

***

Pandemóniun, como llamaban algunos al lugar donde se realizaban las presentaciones. Como era de esperarse, los miembros de la familia harían las pruebas pertinentes para el iniciado.

Una noche antes llegó una muestra con la sangre del Consejo, la joven vampira tenía que beberla y debía hacerlo una vez más en la noche de la presentación entonces quedaría a un paso de quedar sometida al Consejo. Ahí radicaba el poder y la solidez familiar de los Volvalio, mientras que en las demás familias sólo se requería de una toma, la familia de Nicolás requería un lazo más sólido que evitara posibles traiciones entre sus miembros.

Cuando un vampiro o un mortal bebe por tres noches la sangre de un sempiterno, es convertido en esclavo, para completarlo se requiere de un complicado ritual que somete la voluntad de la víctima. El cuerpo del conjurador debe de tatuarse con runas, los grabados son resguardados por las altas esferas de la Sociedad Inmortal, la cantidad de inmortales que tiene acceso al conocimiento completo del rito es limitada por el peligro que representa. Al ritual se le conoce como "El Yugo". Una vez realizado la víctima se convierte en un esclavo capaz de realizar cualquier acción con tal de tener complacido y feliz a su amo; en los mortales basta con la sangre del vampiro para someterlo, sin rituales o runas, únicamente la sangre.

***

Cruzó el umbral —con nerviosismo— todas las miradas se posaron en ella.

—Mériac Duval, renacida bajo la tutela de Nicolás Valterra. Vienes hoy ante nosotros a mostrar que eres digna de ser parte de nuestras tradiciones y familia.

—Con gran honor inmerecido; apelo a su juicio de justicia, solicito ser parte —dijo mientras se hincaba. Colocó sus brazos abiertos con la palma izquierda hacia arriba y la diestra hacia abajo—. Formar uno del orden nuevo, renovado del conocimiento y la alquimia que permaneció dormido en nuestros cuerpos —sus manos se unieron al frente, entrelazó los dedos con la cara anterior de la diestra hacia el Consejo y la izquierda hacia ella—, hasta que Volvalio, el gran patriarca, logró despertar los dones de Kirthegihian, la Diosa Oscura de Sippar, regalos dados sólo para aquellos dignos de usar su preciado legado.

Separó sus manos y de un sólo brinco se puso en pie, sin dejar de mirar el piso y los brazos a su costado. Ya estaba hecha la primera parte del ritual, ahora tenía que esperar que alguien del Consejo se dirigiera a ella.

Quien lo hizo fue Augustus Kelso, miró a la joven.

—¿Qué arte del Arcano dominas, crianza de Nicolás Valterra?

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora