Sino alterno

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Mériac reconoció la habitación, que llenaba gran parte de sus pesadillas. Un lugar elegiaco, donde la muerte cayó sobre ella, pero nunca culminó el acto. Llena de libros, una alfombra roja como sangre. Ventanales enormes que daban hacia un jardín lleno de manzanos y duraznos. El lugar donde Nicolás le quitó la vida para convertirla en un preternatural.

La puerta se abrió sin aviso alguno; un cuerpo rodó hacia el interior, era el cadáver de Drakar. Una silueta femenina era cortada contra el zaguán. El aire alborotaba los cabellos sobre el rostro. Nicolás veía con miedo a la mujer, su más grande pesadilla había aparecido. Durante siglos vivió con el temor de conocerla. Hacía un par de años casi la había atrapado, pero logró escapar antes que pudiera tomarla, la frustración había hecho que enviara a Santiago a interrogar a los que estaban en el local de la joven, pero el Dhurzal no midió la fuerza y terminó con la vida de la familia de Mériac, la tuvo tan cerca y escapó. Ahora estaba ahí, frente a él para cumplir lo que Outis había presagiado hace siglos.

—¡Aquí estoy, mal nacido! —crispó los puños— ¿Por qué no vienes por mí, como pretendías hace años?

Nicolás no podía contestar debido al miedo.

—No son tan valientes cuando se topan con alguien más fuerte. Claro, es fácil matar a los mortales como un niño mata hormigas. Vamos, no soy más que una simple hormiga que ha venido a retarte. Tengo veintinueve años, ¿que son comparados contra los siglos que has vivido? Soy basura, soy un odre, soy parte del viñedo, no soy más que alimento ¿Qué té pasa marica, por qué no vienes por esta hormiga?

Nicolás se puso en pie. Desenfundó una pistola y disparó. La joven alcanzó a protegerse, un nuevo brío de esperanza abordó al preternatural. Si tenía suerte, una bala podría acabar con aquella cosa con forma de mortal.

Observó a la mujer y disparó, el impacto dio en una pierna; rodó por el piso, Nicolás se acercó para darle el tiro de gracia.

—Voy a drenarte hasta los huesos, maldi...

Algo golpeó la espalda del vampiro y soltó el arma; una llave marcial inmovilizó a Nicolás, la imagen ante él se tornó borrosa hasta desaparecer.

—¿Qué no lees revistas? —preguntó con sorna—. Se llaman hologramas.

Trató de librarse, pero no podía, la fuerza del Padre Oscuro se negó a correr por él.

—Querías drenarme hasta los huesos, ¿te refieres a esto?

Mordió con fuerza el cuello, directo en la yugular. Comenzó a beber los borbotones de vino inmortal y no pudo detenerse.

Lo soltó, sólo para dispararle en la cabeza. Nicolás había dejado de existir.

Todo giraba. Una sensación de mareo. Se sintió más fuerte, más ágil. El olfato agudizado percibió de nuevo ese aroma, miró hacia la izquierda y vio a uno de esos humanos que los sempiternos llamaban sirvientes.

La sangre de Nicolás fluía en él.

Dos horas después, Hada Azul se encontraba en una mansión propiedad de un Dubois; había eliminado al vampiro y a los sirvientes. Sólo quedaba la protegida de ese inmortal, que era inmovilizada por los brazos de Hada Azul.

—Ya no somos alimento, ¿lo escuchas?, hemos decidido volver a tomar nuestro lugar en la cadena alimenticia. Dejamos de ser presa, ahora somos de nuevo depredadores.

Eso fue lo último que escuchó Saki; quien había traicionado a su Helena en la realidad que conocía Mériac.

***

—¡Por todos los cielos! —gritó horrorizada Mériac.

—Así es, la muerte Isabel te trastornó. Después de eso creaste todo un ejército de meta-humanos como tú. Limpiaron Guadalajara por completo. Destruiste a Mónica tu Matriarca y posteriormente al Regente. Acabaste con la vida de Valdus junto con todo un grupo de asalto. Tres años después dieron fin a todos los Andamid del mundo. Tú misma devoraste a Markus.

—Pe... pe... pero eso no ha pasado.

—No, Mériac, pudo pasar; por esa razón notifiqué a Nicolás sobre ti. Entre dos podríamos encontrarte más rápido, sólo que Nicolás tomó otra decisión.

—¿Otra decisión?

—Así es, la idea era que él o yo te asesináramos antes que Jessica Miller te encontrara.

***

Las palabras de Outis paralizaron a Mériac. Entonces no era para ayudarla que Outis la buscaba, sino para eliminarla.

—Pero, ¿por qué? —inquirió curiosa.

—Porque así eliminaríamos el futuro alterno. Sólo que el idiota de Nicolás prefirió convertirte.

—¿Tú sabes por qué? —preguntó aturdida.

—No puedo leer las mentes, sólo sé que el proyecto del nulificador sigue. Y quizás la idea de crear una horda de meta-humanos aún existe.

—Sólo dime una cosa, no me la muestres, sólo dime ¿Qué pasó conmigo?

Outis sonrió.

—Bueno, cuando acabaste con los vampiros te seguiste con los licántropos, luego los magos, después los ladrones, asesinos, narcotraficantes, violadores. Tu cordura se trastocó y terminaste por asesinar inocentes por la menor falta. Te convertiste en un monstruo peor que aquellos que destruiste.

—Pero... ahora es diferente.

—Hace unas horas juraste lo mismo, lo recuerdas.

—Sí, pero ahora sé que debo hacer.

—¿Qué harás, pequeña? —preguntó con interés.

—Debo detener a Jessica y hacerle ver que la creación de ese proyecto sólo la llevara a la destrucción; ayudaré a la humanidad, pero sólo si es necesario, la dejaré seguir su camino, puesto que no soy su niñera.

—¿Crees poder hacerlo?

—Lo intentare o...

—¿O qué, pequeña?

—Moriré al intentarlo.

—Muy bien, ahora descansa, te tomará semanas sanar esa heridas.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora