Saldando cuentas

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—Sólo porque son los jefes no tienen derecho de hacerme esto—repuso el inmortal molesto—, para eso tenemos sirvientes, tengo cosas más importantes por hacer que supervisar pinturas.

Realizaba el embalaje, registró y marcado de cada pieza, para volver a subirlas a los mismos vehículos donde llegaron y regresarlos al improvisado museo.

Mériac miraba desde la oficina el estacionamiento con ayuda de la cámara de seguridad, aquello no se veía bien. Faltaba menos de una hora para el amanecer. Todos se retiraban a sus dormitorios, ella permanecía ahí; no había peligro, la luz del sol no entraba en ese lugar y bien podría dormir allí, acción que ya había hecho innumerables veces.

***

Había actuado como una estúpida, se repetía mentalmente una y otra vez; confió en él y ahora la desgracia caía sobre los Volvalio. Si alguien se enteraba que ella fue quien ayudó a Tomás Valverde para estar a solas con las pinturas, significaría el fin.

«Vamos pequeña, pero de qué te preocupas, sólo caerá Mónica, esa perra se merece lo que le pasa».

Mériac saltó de la silla. Esa voz daba la impresión de ser bisbiseada en el oído. Miró en todas direcciones pero no encontró a nadie, aguzó los sentidos para ver enemigos ocultos; pero, el resultado fue el mismo.

«No temas, Mónica confabuló con Valdus para borrarte la memoria, ella merece lo que le pase».

—¿Quién eres? ¡Muéstrate! —gritó.

«Soy tus deseos y sueños, soy quien te traerá la dulce venganza, pequeña».

***

Una vez más la noche tocó la ciudad. La Sociedad Inmortal despertó como lo ha hecho desde hace siglos. El hambre acecha las gargantas. Los cuerpos preternaturales se reaniman para una noche más de vida eterna.

Durante el día las pinturas fueron reenviadas al museo improvisado en Puerta de Hierro, esperaban la llegada de Mónica.

La regente despertó, contempló los aposentos, un sentimiento de nostalgia invadió el cuerpo con siglos de existencia. Había cometido un error, tras varios siglos de jugar la guerra política dentro de la sociedad vampírica, cometía un error y errar dentro de los juegos de poder se paga con la existencia.

Sujetó una pequeña campana de plata y aparecieron diez mujeres, dos de ellas prepararon el baño, mientras otro par la desvestían; el resto preparaba la ropa que usaría esa noche.

La tina se encontraba prolija, con el agua templada, tal como le agradaba, se deslizó en ella, las sirvientas comenzaron el ritual del baño.

***

Roberto tenía listo el vehículo que usarían para la ocasión, había mandado a llamar a Mériac y a otros dos, el asunto era importante. Lucius Wagner los esperaba en Puerta de Hierro.

***

Markus llegó acompañado de Saki —quien había traicionado a Helena Ithaca— y un par de Cambiaformas. Le dio gusto ver a Dimitros, pero notó la preocupación que lo agobiaba. Un antiguo de apariencia imponente se encontraba a la derecha del griego, aparentaba cuarenta años. Piel blanca, propia de la gente de las regiones nórdicas, medía veinte centímetros más que Dimitros; Markus se acercó al sommelier, ambos acortaron las distancias.

—Markus, hijo, me entristece en extremo reunirnos bajo estas condiciones —comentó apesadumbrado.

—¿Qué sucede? —preguntó temeroso.

—Ald... Tomás Valverde viene a reclamar su propiedad, de alguna manera logró estar a solas con esas pinturas y envió un video que lo demuestra, en unos minutos vendrá por ellas.

—¿No se puede evitar? —preguntó con un dejo de odio.

—Me temo que no, ha recurrido a un ardid muy bien planeado.

Un todoterreno color negro llegó, de él descendieron Mónica y el sequito propia de la regente, detrás de ella venía Mériac, con la mirada clavada en el piso.

Lucius miró con odio a Mónica.

Pasada una hora —en un incómodo silencio— llegó una comitiva de dos deportivos y una camioneta de carga, al frente de ellos, Tomás miraba con un sentimiento de gozo al patriarca.

Descendió con parsimonia, de la misma forma avanzó. Sabía que tenía la situación controlada.

—Tantos siglos sin verte, Lucius.

—Guarda el respeto que merece mi linaje y jerarquía, no es por mi agrado estar aquí, toma tus pinturas y lárgate bastardo.

—Bien, ahora que estamos con los protocolos propios de linajes, entonces se dirigirá a mi como Excelentísimo, puesto que soy un Obispo dentro de los cruzados, Su Excelencia; además, creo que está equivocado, tomaré mi colección y me iré; recuerde que se dará una compensación de dos obras por cada doscientos años, años que ya se cumplieron, Su Excelencia, así que son cinco pinturas por dos, más las mías, creo que es el total de la colección —sonrió.

—Tienes razón, rata renegada, tómalas y lárgate.

El resto de los cruzados subía las pinturas en la camioneta.

—Vaya, pero si está aquí también mi viejo amigo Damasco Dimitros —se acercó—. La última vez que nos vimos me dijiste que me arrepentiría de lo hecho.

Damasco no contestó.

—Han pasado más de tres siglos y todavía la escucho chillar como un cerdo, aún siento el sabor de la sangre y alma recorrer mi garganta, déjame aclararte algo Damasco, que te quede muy claro— ambas miradas se encontraron llenas de odio—. Sufrió, sufrió tanto como yo la llegué a odiar, disfruté durante cada sorbo y al paso de todos estos años no estoy arrepentido.

Los puños de Dimitros se crisparon, pero mantuvo el control, no deseaba una escena en ese lugar, sólo empeoraría las cosas.

—Te haré pagar por eso —musitó con odio.

—Dimitros, ya van dos veces que me dices eso, deberías de ser... más original, quieres —giró y se dirigió al grupo—. Manada, vámonos, ya no tenemos asuntos aquí.

Los vieron partir, Lucius encaró a Mónica.

—¡Tú eres la responsable que ese hijo de perra se burlara de nuevamente de mí! —apostrofó con todo el odio que lo recorría de pies a cabeza— ¡Estás destituida del cargo de regente y serás enviada al Congo!, se te confiscará todo lo que posees. Saldrás hoy mismo de la ciudad, no te quiero aquí, Roberto tomará tu lugar por el momento, un nuevo regente viene en camino. A partir de hoy toda tu posición social está acabada. Dimitros, es hora de partir.

Damasco se despidió de Markus.

—No te preocupes sommelier, yo te vengaré.

—Cuídate, Aldo es peligroso —lo sujetó por los hombros—. Tratará de hacerme daño a través de ti.

Markus vio alejarse a quien le había dado el Don Oscuro para posteriormente dirigir una mirada a los Volvalio, Mériac miraba hacia el piso, mientras Mónica se retiraba sola.

El breve reinado terminaba de una manera caliginosa, la destitución selló el destino de la Volvalio para siempre. Nunca más volvería a tener posición social dentro de la familia. Un regente extranjero vendría a gobernarlos; un sentimiento de culpa inundó a Markus, él era responsable de lo sucedido, pero ahora nada podía hacer para remediarlo.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora