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La gente se apartaba para abrir paso a la recién llegada. Se informó acerca del arribo de Jessica con un espécimen dispuesto a cooperar en el proyecto secreto. Todos los involucrados sabían acerca de las costumbres de esos seres: se alimentaban de humanos.

Algunos de ellos dirigieron miradas de odio hacía ella; tenían conocidos o parientes que fueron asesinados por vampiros.

—Espero que no te afecte la apatía —dijo con seriedad.

—No te preocupes por eso Jess, estoy acostumbrada —respondió resignada.

Entraron en una habitación blanca, muy similar a donde fue hecha prisionera.

—Aquí trabajaras. Esa es tu terminal. Comprenderás que no tendrá acceso a Internet...

—¡Chispas! —interrumpió con un gesto de decepción—, los seguidores de mi Blogspace se molestarán por no tener noticias mías, sin contar con que mi cuenta de correo electrónico estará saturada para cuando tenga acceso de nuevo —comentó con sarcasmo.

Jessica movió la cabeza de un lado a otro para mantener la calma, mientras se sujetaba la frente con la diestra.

—Tu terminal —continuó estoica— carece de disco duro, sólo trabajarás con archivos en red y estará monitoreado todo el tráfico de entrada y salida; si intentas acceder a un lugar restringido serás eliminada ipso facto. No habrá segundas oportunidades —advirtió con severidad—. Hay nanocámaras en todos lados, así que podremos ver cualquier movimiento que hagas. Toda la habitación está radiada, serás como uno de nosotros.

—Muy bien, ¿cuándo comienzo? —preguntó ansiosa.

—En unos instantes traerán una caja con herramientas, además de los planos y prototipos de la fuente de alimentación. Cuando lo requieras podrás activar esa cápsula del fondo, tiene un reforzamiento capaz de aislar la radiación. Permitirá que experimentes contigo.

—Me parece bien —comentó comprensiva— ¿Cuándo comemos? —soltó una sonora carcajada al ver la cara de preocupación de la interlocutora— ¡Vamos, no te pongas así!, debes comprender que tengo que comer, eso no implica que me des un obrero al día; con un paquete de sangre para transfusiones tengo.

—No me agrada que hagas ese tipo de bromas —repuso ofendida.

—No son bromas —dijo con gravedad—, si no me alimento puedo enloquecer, y créeme... no sería agradable.

***

Mériac trabajó con ahínco seis meses bajo esas condiciones. La revisión del prototipo le tomó una semana, pues era un tipo de tecnología apasionante. El restringido acceso no le impidió tener manuales y listados de pruebas. Cada noche realizaba múltiples cortes en la piel, también tomaba muestras de sangre.

Antes de salir de Guadalajara, escuchó un rumor acerca de la posesión de una reliquia por parte de los rebeldes, con ella se harían del poder por completo. No podía desperdiciar ni un solo segundo.

Cada noche diferentes mortales la veían como un animal en el zoológico a través de gruesos cristales. Algunos con curiosidad, otros con recelo, el resto con odio; ella no prestaba atención.

***

—¿Qué avances llevas? —preguntó Jessica con interés.

Mériac bebía de la bolsa de transfusión con avidez; la sangre plastificada tenía mal sabor; sin embargo, nutría igual.

—Deberían adicionarla con sabores artificiales también —musitó con encono.

Un escalofrió recorrió la espalda de Jessica cuando vio un par de hilillos escarlatas bajar por las comisuras de los labios.

—¡Mériac, por favor, límpiate la boca! —desvió la mirada.

A pesar del tiempo, el contacto con los vampiros estremecía a Jessica, bajo la coraza de soberbia se encontraba un ser humano con un miedo hacia la crianza de Natael, temor que no se había esfumado desde el primer contacto que tuvo con ellos.

—Lo siento —se limpió con una servilleta, pero, quedó una mancha rúbea en su mentón—; verás, me ha tomado más tiempo analizar los datos y tecnología empleada en el proyecto; al parecer es un proceso químico el que nos da la fuerza, resistencia y demás habilidades. La sangre del Padre Oscuro es como una especie de booster, acelera nuestros organismos, además de mantenerlos sin descomposición. La gran mayoría de nuestros órganos están muertos, pero algo anima a la sangre a que siga fluyendo por nuestro sistema. Nunca me había puesto a pensar sobre qué cambios químicos o físicos se llevan a cabo en nosotros.

La "invitada" se puso en pie con rapidez, acto que asustó de sobremanera a la "anfitriona"; Mériac estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no percibió que Jessica mantenía la diestra sobre la cacha de una colt anaconda.

—El principal problema que tiene tu gente es: la fuente de alimentación. Para generar una radiación de este tipo requieren una fuente de energía enorme. Simplemente para contenerme a mí, necesitan esta habitación, ¡y, Dios me libre, el tamaño de fuente que han de usar! Sólo espero que no pretendas que yo vaya a pagar la factura de energía eléctrica —comentó con sarcasmo—. Decidí primero dedicarme a reducir los tiempos de espera en la radiación —sujetó un lápiz óptico y golpeteó la mesa—, creo que para detener a un patriarca o regente requirieron de T-50, según las notas que leí en Palestina. T-50 es igual a cincuenta minutos de radiación, ¡eso es demasiado tiempo! —terminó alarmada.

—Ahora dime algo que no sepa por favor —dijo aburrida.

Sonrió y le arrojó una placa con componentes electrónicos y un diagrama, mientras daba un prolongado trago a la bolsa de sangre.

—Dile a tus trabajadores que comiencen con esto —tomó otra bolsa de plasma—; es un prototipo de una red de potencia. Cuando lo terminen lo probaremos en mí —dio un prolongado sorbo— y veremos el resultado.

***

—¡Voy a incrementar mi resistencia! —anunció.

Jessica asintió con la mirada. Mériac llevaba puesto un collar que leía toda actividad en biológica, similar al que le colocaron cuando fue hecha prisionera en Little Rock. Varías luces brillaron, mostraban la activación del vino sempiterno.

—Bien, haremos algo sencillo —levantó los brazos—. Muy bien Jess, golpéame.

La mortal llevaba consigo una macana de acero. Al golpearla—como era de esperarse—, nada pasó. Jessica se sujetó las muñecas con un gesto de dolor. Tenía puestos guantes para protegerse; sin embargo, el resultado fue similar a golpear un poste de concreto.

—Muy bien; ahora viene lo bueno. ¡Activen el haz! —gritó Jessica con ansiedad y nerviosismo.

Un tenue punto de luz violeta golpeó el pecho de Mériac.

—¡Golpéame! —gritó Mériac con un dejo de temor.

El lector del collar dejó de moverse. El impactó con la macana sobre el abdomen dobló a Mériac, hincó la rodilla derecha al tiempo que emitía un quejido lleno de dolor.

—¿Estás bien? —preguntó Jessica angustiada.

—No.. te preocupes... pasará —comentó por lo bajo sin dejar de sujetarse el costado.

—¡Quiten el haz! —gritó Jessica apurada.

—Duele... —se sujetó el costado— creo que me astillaste una costilla, pero no tengo ninguna rota... ya casi lo tenemos —agregó con una sonrisa.

***

—¿Estás consciente que quizás el mundo no acepte la existencia de tu gente? —preguntó con cierta tristeza.

—Claro que lo estoy —respondió Mériac de inmediato—. He pasado aquí un año y tus colaboradores aún no me toleran.

—¿Quién lo pensaría?, vas a convertir a los vampiros en...

—Niños de verdad —interrumpió con nostalgia—, como el Hada Azul de Pinocho.

—No lo había pensado, pero tienes razón.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora