Reflexiones en la noche

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El tiempo ahora es un concepto que ha perdido todo sentido para mí. Veo al viñedo andar y venir; deprisa y sin contemplar la tétrica realidad que se envuelve con el velo de una mentira que niega su existencia desde hace miles de años.

Allá abajo se mueven como las hormigas en el estío; no saben lo efímero de la existencia humana.

Tiempo, yo ya no tengo preocupaciones acerca de eso, seré eternamente joven, viviré aún cuando a estos que ahora caminan ya nadie los recuerde.

Pero es un precio alto el que tengo que pagar por la inmortalidad, debo vivir entre las sombras nocturnas, no puedo volver a ver un maravilloso amanecer o recostarme para broncearme en alguna playa, pero eso no es lo peor... tengo que beber sangre.

Me alimento de la humanidad, soy su depredador; algunas veces perderé el control, asesinaré sin darme cuenta, cuántas vidas inocentes he segado y a cuántas más daré fin en esta existencia sin vida.

Soy un habitante de la noche y mi territorio es limitado por invisibles fronteras, franjas inexistentes de viñedos, donde cosechamos celosamente los frutos llenos de vino inmortal.

Veo a lo lejos; mi visión no ha mejorado, aún uso mis gafas y las usaré toda la eternidad; mis defectos y cualidades físicas no han cambiado del todo con la conversión; mi sommelier me advirtió que los defectos físicos de mortal me perseguirán por toda la eternidad.

Mi fuerza, velocidad y resistencia aumentan a voluntad aunque sea por corto tiempo. Pero el cambio más drástico es ese animal que trepa por mi garganta y enloquece mi razón. El hambre, que nunca está satisfecha. El deseo de beber y beber nunca termina; he aprendido a controlarlo; sin embargo, a veces es demasiado fuerte.

Es tiempo de cazar, ese sentimiento comienza a trepar de nuevo; bajaré al mundo a beber de él nuevamente.

***

Camino en el viñedo sin que sepan lo que soy, me ven sin observarme. Pobres, si supieran la realidad que los rodea, la mayoría enloquecería.

Aroma a café, alguien bebió una rica mezcla, es chiapaneca, lo combinó con chocolate, un mocaccino sin lugar a dudas; lo veo, seguirlo sin perderlo de vista, sin que se percate de mi presencia, vamos, dobla esa esquina ¿Cuántas veces he hecho esto que antes me parecía aberrante, y ahora ya forma parte de mi vida?

Avanza tranquilo, nada pasará, sólo un leve mareo, nada que un par de dulces no compensen ¿Ese es tu carro?

La hora, eso nunca falla, le pediré la hora.

A pesar del tiempo y la experiencia, al igual que aquella noche he errado y mi falla costo una vida; no hay más tiempo para ti, acabó hoy, Al igual que para mí, no hay más amaneceres para ti, estás tan muerto como yo.

Me siento mal, muy mal, cuánto tiempo pasará para dejar de sentirme mal. Pareciera que nunca. Agradezco aún sentirme humana. Alguna noche, según mi sommelier, me convertiré en un monstruo sin más objetivos que dormir y comer, ese es el triste destino de todo nuestro linaje.

Mañana otra noche, y otra y otra. Viviré eternamente, pero el precio es muy alto; he perdido mi alma a cambio de una forma de vida que rechaza el mismo Dios.

Soy Mériac por fuera y algo de ella por adentro; pero, sé que cada noche, con cada cúmulo de años que en mí se añadan, esa Mériac morirá lentamente y estará alguna noche tan muerta como muerto está mi cuerpo ahora.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora