Los gritos se escuchaban por todo el pasillo. Sofía se cubría los oídos al escuchar los lamentos de Mériac. Transcurrieron horas desde que estaba en el quirófano. Con horror contempló el estado de su amiga antes de entrar: quemaduras de tercer grado y partes carbonizadas estaban expuestas, no se tomaron la molestia de cubrirla con una sabana, quien iba a operar le preguntó a Mériac si esa mortal era a la que había llamado, sólo asintió con la cabeza. Hacía quince años que sabía acerca de la existencia preternatural de la joven vampira, pero nunca la había visto en ese estado lamentable. Escuchó el nombre de quien entró con ella al quirófano, Basilio Kerssen.
***
Antes de ser convertido en inmortal, Kerssen era un notable y apasionado médico holandés del Siglo XVII, el deseo de conocimientos no terminaba con la biología o la química que enseñaba en las universidades liberales de Ámsterdam; era un iniciado en la alquimia y hechicería. La libertad de conocimiento, famosa en los Países Bajos, le permitió experimentar e ir más allá de lo permitido por las buenas costumbres; en numerosas ocasiones fue enviado a prisión por desenterrar cadáveres y se le acusaba —sin llegar nunca a comprobarse— de la desaparición de varias personas.
De rostro afilado como bisturí, usaba un bigote tan rubio como lo era el cabello, ya escaso para esos días, mostraba una amplia calva que era adornada sólo alrededor, a la altura de las orejas, por una delgada muralla de cabello. Nariz recta y puntiaguda el toque final para el rostro que parecía un arma blanca. Blanco como la cera debido a la cantidad de horas que pasaba en el laboratorio sin contacto con el sol. Fue en ese mismo lugar donde conoció a Renato Van Hegger, un Volvalio interesado en tan singular doctor.
Recién había aprendido acerca de las artes oscuras sobre la regeneración de miembros, cuando fue convertido por Van Hegger. La Sociedad Inmortal se vio enormemente beneficiada con la adquisición del doctor a sus huestes. Kerssen aprendió a restaurar miembros perdidos en sempiternos por medio de extraños rituales, también llevaba a cabo experimentos con mortales para el mejoramiento de las cepas, dichos resultados los llevaba registrados en libros. Se rumoraba que uno de esos libros cayó en manos del Doctor Mengele, el ángel de la muerte nazi.
***
Un sirviente se acercó a Sofía para ofrecerle jugo.
—Gracias.
—Tienes un ama excepcional, pude morir ayer entre sus brazos y perdonó mi vida.
Aquella confesión le pareció grotesca, perdonarle la vida, como si ellos fueran dueños de la humanidad
—Sí, es una gran amiga —fue lo que atinó a responder.
—¿Amiga? —preguntó incrédulo— ¿Ella la considera... amiga?
—¿Eso tiene algo de malo? —preguntó desconcertada.
—Eso —miró al interior del quirófano— explica por qué aún estoy vivo.
***
—¡Tranquila mocosa!, debiste pensarlo mejor antes de salir al sol—gritó Kerssen molesto en un marcado tono nórdico.
Tres preternaturales más sujetaban a Mériac en la improvisada plancha. Por medio de antiguos rituales arcanos logró que creciera el brazo. Cada vez que un vampiro se regenera por algún daño recibido, la sangre que recorre el cuerpo es consumida, esto despertaba siempre el hambre en el sempiterno; un daño como el que tenía Mériac hubiera tomado al menos cincuenta litros de sangre y meses para regenerar esa cantidad de tejido; sin embargo, ahora sólo costaría sangre y —sobre todo— dolor.
De entre las cenizas que lograron recoger, brazo, músculo, hueso y nervios se volvían a formar; un proceso lento y tortuoso; el sonido de los huesos soldar era seco, como el de una rama al romperse, cada capa de calcio crujía al colocarse sobre las ya formadas.
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Mériac
HorrorDurante veinticinco años de vida inmortal acompañaremos a Mériac en un recorrido donde conocerá las fuerzas más oscuras de este nuevo mundo. La eterna guerra entre Cruzados y la Sociedad Inmortal, los mitos, las familias sanguíneas que conforman cad...