Cae el velo

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—¿Cómo demonios me convenciste? —preguntó por lo bajo.

—Es la única forma—repuso Mériac.

Llevaba una peluca lacia y negra.

—Nos descubrirán —arguyó nerviosa—, no puedo hacerte pasar por una física rusa todo el tiempo; además hay gente que te conoce.

—Por eso iremos a lugares donde no me vieron, lo único que necesito es un acceso libre —la miró de soslayo—, ¿lo conseguiste?

—Claro —repuso con seguridad.

Le pasó discretamente una tarjeta.

—Muy bien —Mériac se guardó la credencial—, busca a Joy Spada; recuerda, a pesar de ser un mortal es muy peligroso.

—Tú a lo tuyo —reclamó Jessica molesta.

Ambas mujeres tomaron caminos diferentes, quizás sería la última vez que se veían.

***

—¿Es usted la doctora Zarparopak? —preguntó con una sonrisa la asistente.

—Sí, disculpe mi inglés, no muy bueno —esforzó lo más que pudo el acento ruso.

—No importa, sígame, la llevaré a la oficina que le ha reservado la doctora Miller.

—Gracias.

***

Miró con codicia la caja con varios matasellos de México; consiguió pasarla hasta ese lugar. Ahora vendría lo difícil.

***

Un largo pasillo conducía hacía la oficina y laboratorio de pruebas del doctor Joy Spada, uno de los físicos en radiación más renombrados de Yale. Inicio con ella el proyecto; le resultaba increíble creer que era poseído por un vampiro que se encontraba en coma en Guadalajara.

«Realmente es sorprendente los poderes de los vampiros", sacudió el cuello «ahora tranquila, gana tiempo para Mériac y todo saldrá bien».

Abrió la puerta, al fondo estaba el doctor vestido con una bata.

—¡Jess, qué gusto verte! —comentó con fingida alegría.

—Vengo a ver los avances en cuanto a las unidades de energía que se te encargaron. Tenemos dead line y ya sabes cómo se ponen los inversionistas cuando parece que no cumpliremos con las metas.

—Claro —respondió intrigado—, lo tendré listo para la fecha prometida.

—Tengo que llevarme algo ahora —refutó severa.

—No tengo nada listo para que te lleves ahora. Vuelve mañana, tendré una presentación y un pequeño prototipo —se disculpó con humildad.

—Bueno, entonces me quedaré para ayudarte.

***

«Bien, enviaré estos datos para allá, borro aquí, una bomba de datos por acá; encripto por aquí. Sin la información correcta no podrán construir el N-0 en masa, tendrán que desarmar los que tienen, eso les tomara un par de años", sonrió.

Tecleaba sin parar.

«Vaya un registro con los datos de los sempiternos que destruyeron, veamos a quién hay que mandar nuestras condolencias y un par de jamones».

***

—Creo que deberías irte, Jess, no me gusta que me presionen —dijo molesto.

—A mí tampoco, así que dime dónde están los prototipos para comenzar — comentó sin mostrar interés.

—Por aquí —gruñó.

Cruzaron el laboratorio y llegaron al final del cuarto, donde encontraron una gaveta de metal.

—Ayúdame a abrirla.

Algo le erizó los vellos; dio unos pasos hacía atrás y miró hacía un rincón, donde descubrió lo que temía.

***

«¡Con un demonio, no eran renegados, eran de los nuestros!", golpeó el escritorio «ya es tarde, Jessica debe tener encañonado a Roberto, debo radiar la habitación; listo, ahora sólo le enviaré un mensaje escrito y adiós testigo».

***

—Cubriste el laboratorio con Acero.

—¿Algún problema? —preguntó con un dejo de malicia.

Avanzó hacía ella con parsimonia; Jessica desenfundó el arma.

—¿Qué pretendes Jess? ¿Matarme? —continuaba con esa mueca.

—Tú no eres Joy, eres un vampiro que reside en Guadalajara, pero ya no eres un preternatural y puedo matarte con una bala.

—¿En serio? —dijo socarronamente.

Se lanzó contra Jessica, el disparó fue instintivo. Joy cayó al piso la sangre manaba a borbotones del pecho.

—Jess... ¿Por... qué?

La puerta de la gaveta se abrió.

***

Mériac se cubrió la boca. Miraba la habitación donde se encontraba Jessica. Con horror contempló la figura que salía de la gaveta; logró conectarse al sistema de seguridad del laboratorio para monitorear las cámaras de esa zona; tras leer el reporte de los eliminados, el temor se volvió realidad.

—¡Dios mío es... Bruno Kurchenko, el sicario germano!

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora