El barón Oscuro

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Luxemburgo, 1643 después de cristo. El caos reinaba sobre toda la ciudad, un regente débil y una sociedad vampírica sedienta de verlo caer y participar en la caída convertían esa parte de Europa en un campo fértil para los rebeldes. En medio del desconcierto una figura apareció, más fúnebre que el entorno elegiaco que cubría la ciudad.

Esa noche subió al poder bajo circunstancias muy extrañas, junto con todo un patriarcado nuevo. Todo el círculo de poder fue renovado, para salvar de una inminente destrucción a Luxemburgo.

Jean Paul apareció de la nada y se convirtió en regente, castigó con mano implacable a enemigos, destruía sin piedad; eliminaba al traidor, a sus amigos, parientes, crías y si podía incluso al sommelier y las demás crianzas que tuviera. Así nadie recordaría al traidor, el proceso fue llamado "Exterminio Total".

Las costumbres sádicas de Su Excelencia eran legendarias en toda Europa; la vida preternatural aumentó el deseo por infligir dolor al punto de parecerle abyecto hasta para un vampiro.

Tras conocer la desaparición de Helena Ithaca, ingresó a Guadalajara, enviado por Claire Lafayette, miembro del Gran Consejo y sommelier de Jean Paul.

***

—Veo que mi presencia no es del todo grata entre los mocosos—dijo con suma presunción en un marcado acento francés.

—Su Altísima Excelencia —Mériac se disculpó apenada por la falta—, no es eso, sólo que nos impresionó verlo aquí, no fuimos notificados que un regente de su nivel vendría con nosotros.

—Antes de empezar con la investigación quiero los detalles completos y no omitas nada mocosa —miró directo a los ojos a Mériac—, porque me daré cuenta si te atreves a mentirme.

***

—¿Y bien? —preguntó Tomás con parsimonia.

—Se ha reunido con Jean Paul Leblanc —respondió Gabriel de inmediato.

—¿Qué hace ese depravado aquí? —un atisbo de nerviosismo lo invadió.

—Al parecer investiga sobre la desaparición de su paisana.

—No será prudente actuar por el momento, Jean Paul Leblanc no sólo tiene una gran influencia, también es un enemigo muy poderoso, retírate y mantenme informado —concluyó Tomás.

Las sombras engulleron a Gabriel, esas tinieblas que siempre estaban con él, con aparente vida propia y no dejaban de causar escalofríos cada vez que veía aquella maligna oscuridad.

***

—Tu Regente —hizo una pausa— ¿Es ingenuo o me cree un badajo?

Mériac no supo que responder.

—Es obvio que él sabe quién secuestró a Helena. Quizás hasta la orden vino de él. Hay regentes pusilánimes que nunca tienen idea de lo que pasa por debajo de sus narices, como Anton —la sonrisa sardónica causó escalofríos en ella—, pero Valdus no es de esos, lo conozco desde hace siglos; no, él no. Sabe quién secuestró a mi amiga, pero desea mantenerse limpio y al margen.

—Si tan seguro está Su Excelencia ¿Por qué no lo acusa?—preguntó Mériac ofendida.

La mano se prensó del cuello con tal brutalidad que de ser una mortal habría sido su fin. Sintió la traquea romperse y el rostro a dos centímetros; vio el azul profundo, frío penetrar hasta lo más profundo de ella. Mériac no tembló de miedo, sabía muy bien el tipo de monstruo que tenía enfrente.

—Escúchame mocosa, no llegué a ser lo que soy por actuar como un estúpido, no puedo acusar a Valdus, incluso con pruebas; es un antiguo demasiado sobrevaluado, yo he venido aquí a saber, no a enjuiciar, de eso se encargan los urieles y el Gran Consejo.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora