Preludio a la invasión

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El control sobre el viñedo es en extremo importante dentro de la Sociedad Inmortal: representa poder, territorio de cosecha, respeto y posición. Quién lo pierde ha perdido todo, es una paria que se arrastra entre los demás, en busca de un lugar y una razón para existir. Todo regente sabe que el viñedo lo es todo, perderlo representa la extinción o peor aún, el ostracismo.

***

La motocicleta de corte clásico, muy similar a la usada en películas de los 80's con punks ataviados en chamarras de cuero y collares con picos, llevaba cerca de una hora estacionada frente al cajero automático de una sucursal bancaria ubicada en la calle de Terranova. Una joven se encontraba recargada en ella. Vestía una gabardina larga azul oscuro, playera negra al igual que los jeans. Mechones dorados sujetos en una cola de caballo que evitaban molestar la visión, sobre la espalda una mochila de tamaño considerable en color morado, llena de parches con personajes de animé japonés y que al parecer fue mal zurcida del cierre para reparar la descompostura del mismo.

El celular sonó con el tono del réquiem de Mozart, era un moderno equipo PDA, la espera cercana a las dos horas terminó. Leyó el mensaje escrito que tanto había esperado.

—Entonces ya está depositado —los ojos brillaron detrás las gafas—. Hay que sacar algo para lo que pueda necesitarse.

Insertó el plástico en la maquina y comprobó la cantidad con varios ceros en el saldo antes de retirar el efectivo. Sería una noche corta, esa cantidad de trabajo exigía demasiado en la joven Volvalio; pero, nada a lo que no estuviera acostumbrada como inmortal. Subió de nuevo a la motocicleta, el sonido del motor rugir rompió con el silencio sepulcral de la calle; oprimió el freno y el acelerador para hacerla girar ciento ochenta grados y partió hacía la dirección señalada en el celular, un edificio ubicado en la avenida Enrique Díaz de León.

Dos años después de la incursión de cruzados en Huentitán. Mériac realizaba trabajos para la familia por una cantidad de dinero; se convirtió en una pérdida razonable para un bien mayor.

Dentro de la Sociedad Inmortal recibían también el nombre de ejecutores; en su gran mayoría preternaturales con no más de cuarenta años de vida inmortal. Mériac entró en esa categoría para granjearse favores y territorio de cosecha, como le llamaban a las áreas donde se alimentaban de humanos.

Desde la noche cuando dejaron de existir Marcelo y Joshua, prefería trabajar sola; no le agradaba tener que estar pendiente de otros o tener cargos de conciencia por salvar su existencia.

Le tomó media hora llegar al destino. Estacionó la motocicleta en la parte lateral derecha del edificio, era un buen lugar por si las cosas no salían como tenía previsto y tuviera que huir. Caminó por la acera con seguridad, tranquila y confiada. Un guardia mortal protegía la puerta de acceso; los cruzados no deseaban llamar la atención con sirvientes u otros preternaturales.

«Sólo es entrar y tomar lo necesario", pensó Mériac para relajarse.

Un informante soltó de más la lengua. Ese edificio pertenecía a uno de los renegados; dicha transacción tenía sólo una semana de haberse concretado como parte del movimiento de incursión, información que fue detectada por la familia de Mériac. Ella tenía que entrar, obtener nombres, fechas, todo cuanto pudiera extraer.

—¿Se le ofrece algo señorita? —preguntó el guardia con cierta desconfianza.

—Por supuesto —respondió con seguridad—, vengo a instalar una truncal para el servicio de fibra óptica que instalarán mañana a primera hora, así que déjeme pasar por favor, un enlace de microondas me espera.

Los ojos penetraron como cuchillas. Las palabras tenían cadencia y dulzura. Era imposible que mintiera, no tuvo más opción que dejarla pasar; para los humanos resistirse al embrujo de las órdenes vampíricas resultaba casi imposible.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora