Reflexiones en la noche VII

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Abro los ojos, un clima más cálido, palabras en un idioma desconocido llegan a mis oídos. Se siente el movimiento tranquilo del mar; mi ropa está completamente arrugada, llena de pelusilla que venía en los costales donde me recosté He perdido la noción del tiempo, no sé qué día es, espero estar en Grecia, de aquí debo de tomar otro medio de transporte hasta Tesalhoniki y estaré ya cerca de Estambul; deberé presentarme ante el Regente de la ciudad, podré desear no pertenecer a la Sociedad Inmortal, pero si no cumplo con las reglas podría irme muy mal.

La región afortunadamente es dominada por nosotros; no tendré problemas, incluso lo mejor que podría pasarme es que me corrieran de su ciudad.

Hace veinticuatro años creí que mi vida ya estaba hecha y apareció Nicolás; nueve años después creí que mi vida ya estaba hecha y apareció Gabriel. Tres años después creí que ya todo estaba bien y apareció Outis; ahora creo que mi vida ya está hecha y no sé quién vendrá a cambiar mi existencia.

Las vicisitudes que he sufrido me han mostrado que ni siquiera los inmortales son ajenos a los engranes del cambio. Comienzo un nuevo aprendizaje dentro de la vida sempiterna; hay vampiros que se vuelven locos por no entender este principio básico. Pese a todo, aún somos humanos. Nacimos como humanos, fuimos criados como humanos, crecimos como humanos. La concepción de una vida eterna enloquece, torna nuestras mentes en trastrocamientos diversos y extraños.

En Europa me pudieron salvar de este destino oscuro, pero no fue así; asesiné a quien pudo librarme de las garras de Nicolás. Esa noche me parece tan lejana, todos mis recuerdos como mortal ahora son sólo fantasmas, sombras que vuelan dentro de algunos sueños; tengo más de dos décadas como inmortal y he olvidado por completo mi vida anterior. He olvidado el sabor de la comida, bebida; ya no recuerdo la sensación de estar bajo el sol en una playa. Todo esto fue y no será ya más porque ahora pertenezco a un mundo diferente, un mundo que se esconde detrás de un velo de sangre.

En unos minutos más saldré al exterior para continuar mi camino. Tendré que alimentarme; si hay suerte nadie morirá por mi causa. Mi vida es evitar que otros mueran por mis errores; demasiada responsabilidad para alguien como yo.

Nicolás; sommelier, usaste tu derecho a compartir el Don Oscuro en mí con un fin malvado: darle extinción a cada vampiro que en algún tiempo se burló de ti. Al final tu propia venganza se volvió contra ti en un giró irónico. Mi existencia terminó por eliminarte, como tanto temías.

¿Cuántos vampiros podrán vanagloriarse de haber intercambiado palabras con el Padre Oscuro?

Seguro me tildarían de loca, ni siquiera yo puedo creer haber visto a la sangre de la vendimia original y que se dirigiera a mí.

Mi cuerpo ya responde por completo, es hora de cenar; sólo lo necesario, un litro por persona y nadie saldrá lastimado.

A pesar de todo y del trasfondo, fuiste muy buen maestro Nicolás, aprendí cosas muy valiosas de ti. Tu odio se vertió en mí para hacerme un arma contra todo preternatural, pero bajo tu estricto control.

¿Qué fue entonces lo que salió mal en tu plan?

¡Ah, si! Tengo voluntad propia; no soy un títere o un juguete para ser usado a tu antojo. Alguna vez desee ser humana de nuevo, lo recuerdo bien.

Antes de partir a quizás, mi último destino, dentro de mí hay algo que debo regresar. No tendré la oportunidad de dárselo en persona; pero creo que donde lo dejaré estará seguro.

Seguirá la guerra entre cruzados y la Sociedad Inmortal; quizás logren despertar a los Dioses Sumerios. Pero el que fue maldecido por Dalhan sabrá qué hacer cuando eso pase; o al menos eso espero.

Dejé a dos amigas atrás, creo que aún hay esperanzas para mí. Pisé lo más profundo del pozo y aún sigo siendo yo; el demonio que habita en nosotros me mordió sin lograr tragarse mi alma. He pasado transes difíciles y perturbadores; hoy veo que el futuro no es tan oscuro como yo en un momento creí, saldré adelante y veré que al final del camino aún puedo continuar como Mériac; la misma Mériac de siempre.

Bien, el tiempo llegó. Mmm, ¿cómo va esa frase? ¡Ah, sí! A partir de este momento... no hay marcha atrás. Cada vez me sale mejor. Primero lo primero: comer, después buscaré como cruzar el mar Egeo para llegar al mar Mármara.

Ahí viene un marinero; bueno, es tiempo de alimentarse, un largo viaje se avecina y tendré que pasar muy cerca de las tierras de los Diávolo.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora