Extrañas amistades

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A dos semanas de la presentación ante Valdus, la joven estaba a cargo de un área computacional en la casa Volvalio. Cada familia disponía de lugares dónde organizar, reunir o dirigir el poder, la nueva "familia" de Mériac tenía ese lugar en una gran mansión, ubicada sobre la calle Colonias y avenida Vallarta en la zona francesa, como era conocida esa colonia en la ciudad, por las múltiples construcciones al estilo del siglo XIX. La casa abarcaba casi la mitad de la manzana. Compraron y —posteriormente— destruyeron parte de las construcciones locales para edificar una enorme mansión.

«Sólo faltaba esto», pensó al tiempo que terminaba de ponchar un cable de red «, soy esclava de estas sanguijuelas».

Desde la noche de la presentación, trabajaba en el centro de cómputo, controlaba y desarrollaba software para la red vampírica en la ciudad.

—Y lo peor, ni siquiera estoy sindicalizada, sólo espero que me den fondo de retiro.

***

En el aeropuerto internacional Miguel Hidalgo, un agente de inmigración revisaba los documentos de los extranjeros que recién arribaban a la ciudad.

—Su visa por favor —comentó el agente con tedio.

El recién llegado buscó en su abrigo para mostrar el documento requerido.

—¡Ah! Muy bien señor Castela, nos visita desde Italia, espero que su estancia en la ciudad le sea grata y provechosa.

—Yo también lo espero, hermano —respondió con un marcado acento italiano.

***

Marcelo estaba molesto por aguardar durante tanto tiempo en la pequeña sala, esperar era algo que no iba con su naturaleza, sobre todo cuando tenía que hacerlo en ese lugar.

—¡Quieres dejar de pasearte como gato encerrado! —dijo Joshua amenazador.

Los ojos félidos se clavaron en el otro vampiro; algunas partes del cuerpo ya habían cambiado de manera permanente, signo irrevocable de la lenta conversión en un animal. Ambos estarían de acuerdo en que sería preferible estar en otro sitio, pero fueron requeridos en la casa de los Volvalio esa noche.

Una hora transcurrió. Para cuando volvieron a ver a Roberto, venía acompañado de una joven de apariencia sencilla y patética.

—Marcelo, Joshua, ella es Mériac Duval, su compañera. Su Excelencia Valdus me ha confiado una empresa, y, con ella, a ustedes como recursos para completar dicha tarea —Marcelo sólo escuchó ante la perorata, carne de cañón— una manada de rebeldes se ha infiltrado en la ciudad y pensamos que fue enviada por algún renegado de gran poder en Tijuana, como parte de una avanzada cuya finalidad es instalarse en la ciudad.

Todas esas palabras carecían de sentido para Mériac, desde el arribó a la casa, no había hecho otra cosa sino trabajar en el área de computo como simple empleada.

—Pretendes decir que Su Excelencia desea que nosotros detengamos a esos desgraciados.

El fétido aliento de Joshua golpeó de frente a Roberto, si aún pudiera respirar estaría al punto del vómito, para la buena fortuna del inmortal hacía siglos que no requería dicha acción.

—En realidad no —arqueó sus hombros—, lo que Su Excelencia desea es información sobre lo qué planean los renegados y nos hagan llegar esa información para tomar las medidas pertinentes. Deberán hacerlo con sumo sigilo. Los rebeldes no deberán saber que los espiamos.

Miraron con recelo a Mériac, ambos trabajaban juntos desde hacía años. Dentro del mundo vampírico sólo puedes confiar en ti mismo; pero, existen grupos llamados cuadrillas, donde nace algo parecido a la amistad, más por necesidad que por fraternidad.

—¿Cómo pretendes que le confié mi pellejo a una escuincla que ni siquiera conozco? —espetó Marcelo ofendido.

Esperaba la respuesta por parte de Marcelo, sonrió y ofreció una llave.

—Nuestra familia protege a los suyos, así que junto con ella tendrán acceso a nuestro armamento, podrán apertrecharse como juzguen pertinente.

Miró con desconfianza la llave, dudaba en tomarla.

—No es una opción, Marcelo, es una orden de Su Excelencia.

Esas palabras terminaron por convencerlo; tomó las llaves y esperaron a que Roberto los dejara solos.

***

—Escucha bien mocosa, las reglas son muy sencillas: yo ordeno y tú obedeces. ¿Quieres sobrevivir a esta tarea? Haz únicamente lo que te digo —advirtió Joshua.

La noche iniciaba y el trabajo no había siquiera iniciado, Joshua vestía una gabardina larga color marrón. El cuello levantado ocultaba el maltrecho rostro. Además, usaba un sombrero para cubrir la testa depilada y lechosa; era un Cambiaformas deforme, afectado en la conversión por el Demonio Interior. Llevaban la peor maldición, todo vampiro es un monstruo en el interior, incluso los hermosos Dubois y los cuasi divinos Diávolos, pero únicamente los deformes mostraban en el exterior al monstruo interior. Deformaciones procedentes de las más tortuosas pesadillas se encarnan en los sempiternos, lánguidas carnes cubren sus cuerpos con un halo de rancia podredumbre. «Nicolás tenía razón, son horribles», pensó Mériac.

—Preguntaremos en el lugar de "El sosas" —dijo Joshua con seguridad.

—No creo que tu contacto nos diga algo —repuso Marcelo con desdén—. La última vez casi lo matan.

—No te preocupes por ello, suelo ser... muy convincente.

***

El piso es duro y frío, sobre todo cuando una bota presiona tu cabeza contra el. Dentro podía escuchar la presión y el crujir, los huesos no tardarían en ceder ante la pisada.

—¡Ya basta Joshua, está bien te ayudaré!

Tardó unos minutos en incorporarse, aún sentía dolor. Mériac y Marcelo miraban al deforme hablar con el mortal. Cerca de cinco meses desde el último amanecer y ahora parecía como si nunca hubiera contemplado uno.

Marcelo se veía inquieto. Tratar con las manadas de cruzados era peligroso, desde hacía un buen tiempo que no tenía un trabajo de tanto riesgo. Confiaba en Joshua, pero no conocía a su nueva acompañante, quizás era la oportunidad de algún enemigo para deshacerse de ellos dos; desde décadas que realizaban el trabajo sucio de Valdus y eso les había creado demasiados enemigos.

—El odre dice que hace un par de noches una manada de tres renegados entraron a la ciudad por Huentitán.

Mériac sabía que los vampiros solían llamar por epítetos degradantes a los mortales: odres, bolsas de jugo, viñedo, juguetes y un largo etcétera eran los peyorativos con los que los preternaturales se dirigían a su alimento.

—¡Esos tipos están locos de atar, ese es territorio lucar! —exclamó sorprendido Marcelo.

—¿Lucar? – preguntó intrigada.

—¿Pero quién demonios te educó, mocosa? Lucar, Lupino, Cambiaformas o para que mejor me entiendas escuincla, Hombres Lobo —contestó Marcelo muy molesto.

***

Desde los tiempos en que Natael caminaba entre los hombres, la enemistad entre lucares y vampiros inició una guerra sin tregua, donde sólo se respetaban territorios. Ambos preternaturales no admitían la presencia de los otros en los dominios propios, la diferencia radica en que bastaba un sólo lucar para despedazar a seis preternaturales antes de morir. Eran máquinas diseñadas para pelear y destruir vampiros, protegidos con la bendición de la madre tierra.

El termino Lucar provenía del primer hombre lobo, Lucar de Tesalía un druida que pretendió eliminar a Natael y realizó un pacto con Gaea para obtener el Don Salvaje; se convirtió en una bestia de más de dos metros, con músculos capaces de triturar roca, garras y dientes que dañan la piel de los hijos de Natael.

—¿Crees que hayan hecho un pacto con los peluches? —preguntó Joshua.

—Lo dudo, si con trabajos nos soportan a nosotros, no creo que sean tolerantes con los rebeldes. Tendré que ir a preguntar; será una noche muy larga —advirtió Marcelo con preocupación.

MériacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora