Capitulo diecisiete:

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Narrado por Jazzlyn:

Todo había quedado en silencio después de lo que Bastian había dicho y así seguía hasta después de que hubiéramos ido a otra cafetería para desayunar como era debido porque ni en sus sueños iba a tocar otra vez una lata de atún.

Quería comida, comida de verdad.

Lo bueno de ir  a esa cafetería es que nos evitamos que algún trabajador coquetee tanto conmigo como con Bastian. Si el había reaccionado mal no quería ni imaginar como reaccionaría yo frente a la situación de una chica coqueteando con él.

No tenía que estar celosa, no tenía porque pero diablos que lo estaba y eso que nadie había coqueteado con él.

—¿Donde queda la tienda de adornos? —Salí de mis pensamientos y dirigí mi mirada a Bastian el cual estaba esperando mis indicaciones a un lado del coche—. Deja de pensar en eso, Jazz.

—No husmees en mis pensamientos. —Me parecía injusto que lo hiciera cuando yo apenas lograda ver emociones sueltas—. Es algo así como invasión a la privacidad.

—Creo que no hay ninguna ley que diga eso por lo tanto, no hay cargos en mi contra.

Vi la intensión de cambiar el ambiente entre nosotros y solo pude soltar un suspiro.

—En nuestro mundo debería haber una que diga eso, sin duda.

—No deberías estar celosa.

Me negaba a que siquiera sacando conversación a partir de mis pensamientos así que camine hasta el coche para ver como sin que ninguno hiciera nada las puertas se bloquearon impidiendo que pudiera entrar.

—Basta, abre la condenada puerta. —Estaba cansada de que el chico frente a mi fuera mucho más dotado que yo y que se aprovechara de eso.

Joder, no me gustaba estar en desventaja.

—Tú raza es mucho más dotada que la mía solo que aún no eres capaz de saber todo lo que puedes hacer.

Si tuviera más dones mi madre los hubiera averiguado hace mucho tiempo, estaba segura de eso.

—Tal vez seas una descendiente más poderosa. El humano ha evolucionado a través de los años y nuestras razas también, no deberías sorprenderte.

Me voltee a verlo demasiado frustrada.

—Deja de meterte en mis pensamientos y abre la estúpida puerta.

—Cuando me dejes hablar. —No tenía opción, sabía que era determinado en aquello que quería y que no iba a dar brazo a torcer así que sin titubear me acerque a él y levanté la cabeza demostrando que no me dejaría intimidar sin importar lo pequeña que quedaba a su lado.

—Vamos, te estoy escuchando.

—No deberías estar celosa, nadie ha coqueteado conmigo y aún así si lo hacen, no hay porque tener celos.

—Podría decirte lo mismo a ti y seguirías estando celoso cuando ni siquiera tienes el derecho.

Comencé a imaginar cualquier cosa y por alguna razón termine pensando en  pingüinos pero no me quejaba, era mejor pensar en eso que pensar en Bastian y que él leyera todos mis pensamientos.

—¿En serio? ¿pingüinos? Eres inmadura casi todo el tiempo, sin mentirte. 

No podía tomarme comentarios tan en serio así que sonreí mientras me cruzaba de brazos y arqueaba mi ceja para mirarlo de forma divertida.

—Es eso o pandas, tu eliges.

Se rió, se rió justo frente a mi y era la risa más hermosa que había escuchado en mi vida.

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