Manifiesto: capitulo dieciséis.

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Narrado por Jazzlyn:

Para el tercer día en el hospital, yo ya estaba cerca de enloquecer. No quería moverme de la habitación a la que había sido trasladado Bastian, pero la comida del hospital y la ducha de menos de cinco minutos que había negociado para mi ya no eran suficientes. 

No lograba dormir en el sofá incomodo que había en la habitación, la cafetería tenía un servicio que apestaba y el agua de la ducha que tenían las enfermeras en un sector de descanso para ellas, que amablemente me habían prestado, era jodidamente helada. No podía demorar más de cinco minutos bajo el lluvero sin correr el riesgo de que mi cerebro se congelara por completo.

Iba la mitad de la primer semana en ese lugar y no había salido en ningún momento. Mis padres me llevaban ropa para que me cambiara, y aunque ofrecían sacarme a comer o cuidar a Bastian mientras yo lo hacía, jamás sugirieron traerme comida ni yo se los pedí. Ellos querían que yo saliera de ese hospital al menos por dos horas, y yo no estaba dispuesta a hacerlo.

—¿Todo bien por allá? —Me levanté de la silla en cuanto vi que la charla con Agramon se iba a extender. Caminé hasta el ventanal y me cercioré de que Bastian estuviera durmiendo—. ¿Muñeca? ¿Sigues ahí?

Maldita sea, desde luego que seguía ahí.

—Si, estoy acá. Solo me estaba apartando un poco de tu primo, necesita descansar y no quiero despertarlo. —Corrí la cortina del ventanal que tenía en frente, el cual daba al jardín del hospital, y observé como el sol comenzaba a ocultarse—. Esta todo bajo control. Mi familia me está ayudando a adaptarme al ritmo tan lento de esto pero creo que me voy a volver loca muy pronto. El cuerpo de Bastian está tardando mucho en recuperarse, incluso más que el de una persona normal.

Las farolas que habían entre los arbustos comenzaron a encenderse de a poco en cuanto la luz solar los abandonó. Me pregunté como un hospital tan pequeño como aquel tenía dinero para invertir en decoraciones como esas, pero no me preocupé por continuar la vía de mis pensamientos sobre eso. En los últimos días había tomado cualquier cosa para distraerme, llegar al punto de las farolas era demasiado.

Había encontrado un botón en el control remoto de la televisión que no funcionaba, sabía que azulejo del baño de Bastian estaba flojo y también sabía, desde luego, que si giraba mucho la llave del agua caliente la misma se saldría del soporte.

Me había vuelto una observadora nata.

—Cuando lo vimos en la casa dijo que hace dos semanas necesitaba un sacrificio y en ese momento ya estaba forzando su cuerpo demasiado como para soportarlo. Si su cuerpo lo necesitaba cuando él estaba en optimas condiciones, puedo apostarte que en este momento está agonizando. —No me gustó el camino que tomó la charla en cuanto lo escuché suspirar, como si reuniera fuerzas para decirme lo que seguía—. Debes conseguirle un sacrificio.

Mi mano se apoyó en la ventana cuando necesité algo que me ayudara a mantener el equilibrio. Agramon me estaba pidiendo lo único que yo jamás había considerado hacer, y no había estado lista para aquel pedido.

—No puedes estarme pidiendo una cosa así.

—Bastian necesita un sacrificio de la misma forma en la que un adicto necesita su droga favorita. Su cuerpo comienza a funcionar de manera normal en cuanto logra saciar la necesidad que lo consume y te guste o no, él será un oscuro toda la vida sin importar que bando elija.

Apoyé mi frente en la ventana y solté un suspiro sabiendo que tenía razón. Bastian lo necesitaba y yo lo sabía, pero no me gustaba recordar como lo habían obligado a vivir con semejante peso en su espalda. Para mantenerse con vida necesitaba ponerle fin a la de otras personas, ¿cómo alguien podía vivir con esa idea? ¿Era importante mantener una vida cuando esa valía miles más? 

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