Capitulo cuarenta y cinco:

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Narrado por Jazzlyn:

En cuanto salí del salón principal fui consciente de que el me seguía pero no por eso voltearía a verlo, no por eso le dejaría decirme un montón de cosas que causarían enredos en mi mente y posiblemente me hiciera disculparme por algo que yo no había hecho.

El me hacía olvidar todo lo que me rodeaba. Cuando el estaba cerca olvidaba mis responsabilidades, mis metas y todo lo que había hecho para llegar hasta donde estaba. El no me hacía bien, y era capaz de verlo.

En cuanto termine de subir las escaleras fui capaz de ver que a cada lado de la puerta de mi dormitorio había un guardia, mirando al frente como si conectar sus ojos con los míos fuera un pecado.

Me concentré en ver más alla y pude ver que era lo que tanto les exigía evadir mi presencia y, en cuanto lo ví, fue inevitable soltar una risa porque aquellos hombres, ambos, me tenían miedo.

Creían que si me miraban a los ojos iba a forzarlos a hacer alguna cosa en contra de su voluntad, creían que tan solo jugaba con las personas de manera innecesaria.

¿Me veía como alguien que disfutaba de dominar a las personas y quitarles el derecho de tomar una decisión propia?

—Pueden mirarme a la cara, no pienso someterlos contra su propia voluntad. —Empuje la puerta de mi habitación y en cuanto estuve adentro cerré la misma de un portazo como si aquella acción me ayudara a quitar un poco el enojo que llevaba conmigo.

Me quedaba allí paraque no terminaran asesinando a todos y ellos me tenían miedo, ¡como si yo fuera la asesina! ¿Qué sentido tenía eso? ¡Ninguno! Una parte de mi, por mínima que fuera, odiaba que todo estuviera en mis manos. Me sentía responsable, sofocada por cada vida que estaba de alguna forma, peligrando según mis acciones. Sabía que aquello era algo con lo que tenía que vivir pero si lo pensaba con detenimiento me daba cuenta que prefería ser yo quien estuviera en esa posición y no otra persona, porque sentía que yo podía con aquello gracias a la contesión que me daban quienes que me rodeaban pero no todos cuentan con esa misma suerte.

Sabía que podía lograrlo si ordenaba mis pensamientos y prioridades, si aprendía a colocar mi atención en aquellas cosas que, a otras personas, podían parecerles insignificantes. Tenía todo lo necesario frente a mis ojos, un poder intransferible estaba entre mis manos y todo dependía de mi, todo dependía de que viera por primera vez que aquello que me había tocado lo había hecho por algún motivo y no había marcha atrás.

Era mi vida, y estaba en mis manos aceptarlo de una condenada vez.

Sentí la puerta volver a abrirse y solté un suspiro mientras volteaba a ver a Bastian cerrando la misma. Volteo a verme y sentí que mis piernas podían fallar en cualquier momento. Era jodidamente guapo, y lo quería, siempre lo iba a querer demasiado pero era él quien había decidido todo, y lo ayudaría a seguir con su decisión.

El podía ser idiota, yo podía ser orgullosa.

No eramos una buena combinación.

—¿Qué diablos quieres ahora? —pregunté de manera brusca, el enfado demostrándose en cada palabra.

—¡Te estas equivocando! ¡Esto no saldrá bien! —dijo enfadado mientras levantaba sus manos y señalaba la habitación, sus movimientos parecían freneticos, incontenibles—. ¡El quedarte te pone en peligro!

—¿Qué es lo que ha salido bien hasta ahora, Abaddon? —pregunté, pero jamás di tiempo a responder—. ¡Nada ha salido jodidamente bien!

¿Por qué él no era capaz de ver aquello? ¿Por qué cada vez que entraba en aquella habitación parecía dispuesto a jugar con mi mente y tambalear mi mundo en el proceso? Él parecía creado para ser mi locura.

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