Incierto: capitulo treinta.

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Narrado por Jazzlyn:

Tal vez algunas veces no somos plenamente conscientes de las consecuencias que nuestras acciones tienen en quienes nos rodean, pero mientras caminaba a mi habitación para cambiarme de ropa y salir de aquella fortaleza, no podía pensar en nada más que no fuera en eso: consecuencias. 

¿Qué diablos era lo que estaba haciendo? Veía a las personas que se mantenían a mi alrededor y me daba cuenta que era solo una niña al lado de ellos y que aún cuando era algo incoherente, era yo quien tenía el poder de elegir como seguiría el rumbo de sus vidas.

La vida podía ser irónica y retorcida, pero no dudaba que todo sucediera por algún motivo.

Cuando entré en mi habitación me encontré con Agramon allí plantado junto a Aria, solo que esta no le prestaba atención. Me resultaba un poco gracioso ver la forma en la que ellos intentaban ignorarse mutuamente, haciendo como si tuvieran asuntos más importantes que darse la charla que tan merecida parecían tener. La única realidad es que tal vez en aquellas circunstancias detenerse a hablar fuera una oportunidad que no era seguro volver a tener, nadie podía confirmar que el mundo continuara con el mismo rumbo cuando todo acabara.

Nadie podía asegurar que alguno de nosotros pudiera recuperar su vida después de eso.

—Hablé con mi padre —dije mientras Aria me pasaba ropa del closet, sabía que salir allí afuera no era lo mismo que en las películas donde los jeans ajustados y los tacones de veinte centímetros parecían ayudar—. ¿Tu irás?

Aria levantó su cabeza como si no diera crédito a lo que escuchaba y supe que era la única que lo había tenido en mente cuando Agramon también me miró como si me hubiera vuelto demente.

No era demente apoderarse de una base repleta de oscuros, pero si lo era preguntar si Aria iba a ir. Me parecía que el cerebro de Agramon y sus sentimientos comenzaban a hacer cortocircuito.

—Ella es solo una humana, no puedes estar hablando en serio —dijo mientras dejaba un fusil de asalto sobre mi cama, y volvía a centrar su mirada en mi—. Has dicho locuras antes, pero nada como esto.

En otro momento, le hubiera pedido que sacara esa cosa jodidamente destructora de encima de mi cama. No tenía buenos y agradables recuerdos de Agramon con un arma, podía confiar demasiado en él pero no me hacía sentir cómoda recordar el día en que aquel hijo de puta me había apuntado con un arma como si tener la regla no hubiera sido suficiente castigo.

—No, ni se te ocurra hacer lo mismo que tu primo —respondí mientras daba un paso en su dirección, algo que pareció causarle gracia o al menos, eso demostraba la sonrisa en su rostro—. Hace más de dos meses que Aria entrena con Roger, no hay mujer más capaz de ver, soportar y pelear con lo que vaya a encontrar allí adentro. Tú no puedes aparecer y subestimar a la mujer que tienes al lado. No sé ni quiero saber lo que ustedes dos se traen, no me importa lo que sean o dejen de ser, lo único que quiero es que mires a Aria y puedas entender que ella es tan capaz de esto como tu o yo.

Tal vez aún estaba enfadada por las reacciones que había tenido Bastian conmigo, ni siquiera había una excusa para que no lo estuviera, que no confiara en mi me hacía preguntarme si los demás tampoco lo hacían. Confiaba en mi misma, había aprendido que cuando nadie estuviera sería yo quien seguiría allí y debía sentirme cómoda con la personalidad que construía día a día a base de decisiones que muchas veces podían ser arriesgadas pero no podía negar, que me inquietaba como me viera la persona a la cual planeaba tener al lado por un tiempo ilimitado.

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